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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

11
Sep
2015

Ser cristiano: afirmar una cosa y la contraria

6 comentarios

“Uno que afirma contrarios, uno que dice una cosa con el corazón y la contraria con la cabeza”: así se definía a sí mismo Miguel de Unamuno. A este propósito le gustaba recordar aquellas palabras del Evangelio: “Señor, creo; ayuda a mi incredulidad”. ¿Cómo es posible que si uno cree pida ayuda para salir de la incredulidad? El Evangelio está lleno de paradojas, como la vida. Porque en la vida coexisten muchas tendencias. Y algunas parecen incompatibles. La contradicción fundamental a la que se refiere Unamuno es la que se da entre su razón, que se ve como obligada a afirmar que la muerte es el final de todo, y lo que él llama su corazón, que no se resigna a esta verdad afirmada por la cabeza. Unamuno se pregunta: ¿es solo verdadero lo racional? ¿Sólo la razón empírica o analítica es criterio de verdad? ¿Estas son las únicas razones que existen?

De alguna manera la contradicción está instalada en la doctrina y en la fe cristiana. En muchos aspectos el cristianismo es paradójico. Paradoja no es sólo lo contrario a la opinión común. Es también un modo de expresarse que envuelve una contradicción, pero más allá de la contradicción se está diciendo algo válido, real o verosímil. Por ejemplo, cuando yo digo: “este hombre es tan pobre que sólo tiene dinero”. El dinero, en nuestra sociedad, es definitorio de la riqueza. Pero en el ejemplo propuesto quiero decir que estamos ante un hombre que, por mucho dinero que tenga, es humanamente una persona a la que nadie quiere y, en este sentido, no tiene nada valioso.

Escuché a un colega teólogo que había leído algo así: “los cristianos afirman una cosa y la contraria. Y por eso son cuerdos”. En efecto, en muchas ocasiones las afirmaciones unilaterales conducen al fanatismo. Yo, como cristiano, afirmo que la Iglesia es santa y pecadora. Y considero que quién afirma sólo una de estas dos verdades corre el peligro de convertirse en un fundamentalista, en un intransigente. Encontramos puestas en boca de Jesús afirmaciones que se dirían contradictorias: el que pierde su vida, ese la gana; los primeros serán los últimos y los últimos los primeros; para dar fruto hay que morir; dichosos los que lloran; vended vuestro bienes, quedaos sin nada, y tendréis un tesoro. Recuerdo también este texto de Teresa de Jesús: “vivo sin vivir en mi”.

Nicolás de Cusa definió a Dios como la coincidentia oppositorum, el que concilia los opuestos, el que resuelve todas las contradicciones. ¿Y si fuera verdad? ¿Y si ese fuera el camino para la paz en la tierra (la coexistencia de lo distinto) y la salvación en el cielo (la coexistencia transformada en comunión)?

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Anónimo
12 de septiembre de 2015 a las 16:36

La diversidad como riqueza. Y nos llega a borbotones. Del sufrimiento de víctimas de guerras injustas,llegando a Europa, nace nueva vida, familias enteras, interpelan, abren a la compasión,implicando renovar viejos estereotipos que no sirven para este tiempo nuevo.
Aprender a convivir, a saber dejar espacio, ofrecer escucha. Nos obliga a la búsqueda entre todos de nuevos medios de vida y relación más sostenibles, justos y humanos, en sociedades donde el pluralismo social y religioso ya es una realidad, no un presupuesto teórico.
Nicolás de Cusa, voz paradójica y profética para este tiempo nuevo .
Gracias P. Gelabert.

Aylan

Inerte y varado en la orilla
de tu huella en la arena nace
el despertar de una humanidad abotargada
de la muerte, vida nueva
paradoja de Cruz

Gloriosa

c.m.c.


mar
13 de septiembre de 2015 a las 15:30

Hay una ley constante que cruza como un meteoro los cielos de Historia de la Salvación: sólo los pobres poseerán a Dios. Los ricos ya tienen su dios; su corazón ya está ocupado. Y ricos no sólo son los que disponen de sólidas CUENTA bancarias,sino también aquellos que gozan de una firme instalación vital: éxito, prestigio,salud..... La observación de la vida me ha enseñado que cuando las fuerzas declinan...el hombre por su propia naturaleza reclama la la Presencia misericordiosa del Señor.
Gracias Fray Martín.

fr. Pepe E. op
13 de septiembre de 2015 a las 17:21


Jesús pregunta a sus discípulos quién es Él y Pedro responde correctamente.
Pedro seguirá demostrando que, aunque sabe quien es Jesús, no reconoce su camino, y lo negará tres veces.
No podemos extrañarnos, si cuando queremos explicar a los demás quién es Jesús, nos dan la espalda. Quizá mostramos un Jesús de manual y no un Jesús que es Vida.
Un Jesús que sólo podemos explicar con nuestra vida, no con conferencias ni cátedras.

Juanjo
13 de septiembre de 2015 a las 21:51

Son las limitaciones de nuestro pobre lenguaje humano. Quien las escucha debe tener la suficiente sensibilidad, o formación para poder relativizar o adecuar el mensaje. Quien se ciñe a la literalidad de la palabra humana, cuando se habla de cosas sobre-humanas es un mal "escuchador" y peligroso intérprete.

Anónimo
15 de septiembre de 2015 a las 11:38

Supongo que la gran sabiduria de Oriente siempre fue saber conciliar los opuestos, el Ying y el Yang; cuando el cristianismo viaja hacia aquellos parajes los hace siempre con carazter misional,aunque en realidad nos gustaria que el Tibet hubiese sido la cuna de la religión que profesamos. Buda y Jesús, el ser pacifico, paciente y reflexivo frente al rebelde, incendiario e hiperactivo Jesus. Ambos cambiaron nuestra visión del mundo, o mejor dicho, el mundo visto por los ojos de ambos pudiera ser el mismo. Buda hablaba del Benevolente creador y Jesus le convertia en el Ángel custodio de su espiritu. Ambos tambien dieron lo mejor de si mismo; uno sin imutarse, tamquilo, siempre enfrascado en la busqueda del Nirvana y el otro siempre predicando, sanando, increpando a los injustos. Sirvan sus ejemplos al trascendente Unamuno, que ya en Abel Sanchez nos dejaba entrever la sombra de Cain. J. Carlos

Angel Plaza-Martin
15 de septiembre de 2015 a las 15:50

En la tradición zen existen los koans, una suerte de problema absurdo que el maestro propone a sus alumnos para comprobar sus progresos: “No comienza, no termina, ¿Qué es?”. Jesús de Nazaret, al parecer, también utilizó una técnica similar con sus discípulos que quedaron suficientemente intrigados o impresionados con sus palabras como para transmitirlas hasta nosotros.
La palabra de Dios está viva precisamente porque esas paradojas aunque se lleguen a interpretar según las ideas del momento, nunca se cierran, volverán a ser interpretadas en el futuro. Las interpretaciones dependen incluso del momento vital en el que nos encontramos. De todas esas paradojas evangélicas una de las que más me impresiona es Marcos 4:25: "Porque al que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará." Cuando era joven y pensaba que el problema del ser humano era un simple asunto de redistribución de la riqueza material, esta enseñanza de Jesús, rechinaba en mis oídos por su aparente injusticia: Los ricos que ya tienen mucho, recibirán más y los pobres que carecen de casi todo, perderán lo poco que les quede. Hoy veinte años más tarde veo esta máxima de Jesús cumplirse todos los días. Aquellos que tienen más interés, más entusiasmo y ponen más de su parte en su trabajo diario, reciben más responsabilidades y alcanzan posiciones más altas y logran crecer en la empresa, la universidad o donde sea, del mismo modo aquellos que no tienen un espíritu de entrega, que solo dan lo mínimo de lo que se les pide, son poco a poco apartados y van perdiendo su lugar y su posición. Sin duda hay interpretaciones más acertadas y útiles para el crecimiento espiritual y la palabra va desvelando sus sentidos más profundos a medida que logramos alcanzar cotas más altas en ese camino.
Leo un comentario sobre Buda y Jes’us, con cierta nostalgia de que el cristianismo no hubiera nacido en el Tíbet. Curiosa analogía teniendo en cuenta mi comentario sobre los koans. De todas formas, no se aflijan, el cristianismo es una religión oriental originaria de Asia como todas las religiones importantes en el mundo actual.
Saludos,
Angel

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