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Que hablen, que se encuentren
3 comentariosHablar siempre es bueno, aunque sea para discrepar. La discrepancia puede ser un punto de partida para encontrar algún terreno en el que sea posible entenderse. El Presidente de la Conferencia Episcopal española ha pedido a los políticos que se encuentren, que hablen, que busquen una salida a la actual situación de nuestro país. Estoy seguro que este deseo es compartido por muchos españoles. Probablemente una de las causas de que hayamos llegado a esta situación tan políticamente fragmentada haya sido el desencanto de los ciudadanos ante la corrupción que anidaba en políticos de todos los colores. Que la corrupción esté repartida no disminuye la indignación que uno siente ante la responsabilidad de aquellos a los que había votado. Al contrario, se supone que si les votó fue porque confiaba en que lo harían bien. Por esto la decepción es mayor. Cerrar los ojos y consolarse diciendo que “todos son iguales” no contribuye a resolver el problema. Ni es excusa para seguir votando a políticos corruptos. Si son corruptos no pueden ser “de los nuestros”.
Ya sé que las situaciones no son comparables. Pero resulta esperanzador que el Papa de Roma y el Patriarca de Moscú, después de años de distanciamiento y desencuentro, se reúnan en La Habana. El Gobierno cubano se apunta un tanto diplomático. Cierto, el éxito de un gobierno no está en estos logros diplomáticos, sino en otros que hacen que el pueblo sea más feliz, más próspero y más libre. Pero ahora se trata del encuentro entre el Papa y el Patriarca. Si sirve para ayudar a los cristianos perseguidos, habrá servido para mucho. De nuevo aquí se trata de buscar el modo de superar un lamentable desencuentro: el que ocurre entre las milicias islámicas y los cristianos.
La historia de la humanidad es una historia de desencuentros. Y además, entre hermanos, porque todos somos hermanos. Comenzaron con Caín y Abel. Pero también es una historia de esperanza en la superación de las diferencias, para que ya no haya “judío ni griego, bárbaro ni escita, esclavo ni libre”. Los desencuentros producen mucho sufrimiento y, a veces, matan. De ahí que toda apelación, en España y fuera de España, al diálogo y al encuentro, sea siempre bienvenida: que hablen, que se encuentren, aunque sea para decirse lo mucho que tienen que reprocharse. Pero que hablen y se encuentren. Que se miren a los ojos, que vean que el rostro del otro es idéntico al suyo. Y por eso no conviene destrozarlo.
Me gustaría que este primer encuentro entre el Patriarca Cirilo y el Papa Francisco tenga continuidad. Ojalá sea una profecía y un estímulo a todos los niveles. Una profecía de que, a pesar de las diferencias, es posible encontrar puntos de encuentro. Lo que nos une es más que lo que nos separa. Y también me gustaría que aquellos políticos que solo bloquean, encuentren la adecuada respuesta por parte de los electores.