May
Pedimos perdón y no ha cambiado nada
2 comentariosEn este mes de mayo se han cumplido 50 años de la conocida como Revolución Cultural china. Las autoridades reclutaron a grupos de adolescentes, casi niños, que se arrogaron la defensa ciega de la ideología del presidente Mao Zedong. La defensa se tradujo en una oleada de terror, mediante la violencia y purgas sin fin, contra enemigos reales o imaginarios. Se calcula que pudo haber hasta tres millones de personas asesinadas. Aquellos guardias rojos son hoy personas mayores. Algunos, conscientes de las barbaridades que hicieron, han pedido perdón. Tales peticiones se han silenciado, no interesan al partido comunista chino, instigador de aquella barbarie y todavía hoy en el poder.
Wang Jiyu, uno de los que ha pedido perdón, ha lanzado la siguiente advertencia: “Estoy seguro de que la Revolución Cultural se repetirá si continúa este sistema político”. ¿Razón? Sea quién sea el líder, usará el sistema para consolidar su mandato y garantizar sus intereses. El antiguo guardia rojo, por otra parte, denuncia las críticas y presiones que han sufrido, por parte de las autoridades, aquellos que han pedido perdón. Y concluye con un penoso lamento: “aunque hayamos pedido perdón, no ha cambiado nada”.
También en España ha habido miembros de la banda terrorista ETA que han pedido perdón. Hay casos similares en otros países como Chile, Argentina, Sudafrica o Ruanda. Juan Pablo II pidió perdón por los pecados de la Iglesia o por sus errores, como la injusta condena de Galileo. En una entrevista reciente que me hicieron en “Catalunya Cristiana” me preguntaron si no sería conveniente que los dominicos pidiéramos perdón por nuestra responsabilidad en la inquisición. Ofrecí una respuesta matizada (también hubo dominicos víctimas de la inquisición). Entre otras cosas dije: “en este asunto de pedir perdón, me preocupa más el presente que el pasado. Me preocupa más que hoy no tengamos que pedir perdón, que pedir perdón por un pasado que ya no existe”. Me preocupan más los errores del presente que los del pasado. Sería deplorable que hoy repitamos lo que antaño criticamos de nuestros maestros y superiores.
Lo fácil es pedir perdón por el pasado. Lo difícil es vivir hoy de tal forma que mañana no haya que pedir perdón. Y, en todo caso, pedir perdón por el pasado supone un serio compromiso con el presente, un reparar en la medida de lo posible el daño causado. Si no hay reparación (insisto, en la medida de lo posible), no hay verdadera petición de perdón. Recordar el pasado está bien, pero una de las mejores lecciones de algunos pasados es aprender a no repetirlos nunca más. Cuando algún joven se desahoga conmigo porque considera que ha sufrido una injusticia, si considero que su queja está fundada, le doy este consejo: la injusticia cometida contigo es una lección para que, cuando tú tengas responsabilidades sobre otros, aprendas a no hacer lo que han hecho contigo.