Logo dominicosdominicos

Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

21
May
2016

Pedimos perdón y no ha cambiado nada

2 comentarios

En este mes de mayo se han cumplido 50 años de la conocida como Revolución Cultural china. Las autoridades reclutaron a grupos de adolescentes, casi niños, que se arrogaron la defensa ciega de la ideología del presidente Mao Zedong. La defensa se tradujo en una oleada de terror, mediante la violencia y purgas sin fin, contra enemigos reales o imaginarios. Se calcula que pudo haber hasta tres millones de personas asesinadas. Aquellos guardias rojos son hoy personas mayores. Algunos, conscientes de las barbaridades que hicieron, han pedido perdón. Tales peticiones se han silenciado, no interesan al partido comunista chino, instigador de aquella barbarie y todavía hoy en el poder.

Wang Jiyu, uno de los que ha pedido perdón, ha lanzado la siguiente advertencia: “Estoy seguro de que la Revolución Cultural se repetirá si continúa este sistema político”. ¿Razón? Sea quién sea el líder, usará el sistema para consolidar su mandato y garantizar sus intereses. El antiguo guardia rojo, por otra parte, denuncia las críticas y presiones que han sufrido, por parte de las autoridades, aquellos que han pedido perdón. Y concluye con un penoso lamento: “aunque hayamos pedido perdón, no ha cambiado nada”.

También en España ha habido miembros de la banda terrorista ETA que han pedido perdón. Hay casos similares en otros países como Chile, Argentina, Sudafrica o Ruanda. Juan Pablo II pidió perdón por los pecados de la Iglesia o por sus errores, como la injusta condena de Galileo. En una entrevista reciente que me hicieron en “Catalunya Cristiana” me preguntaron si no sería conveniente que los dominicos pidiéramos perdón por nuestra responsabilidad en la inquisición. Ofrecí una respuesta matizada (también hubo dominicos víctimas de la inquisición). Entre otras cosas dije: “en este asunto de pedir perdón, me preocupa más el presente que el pasado. Me preocupa más que hoy no tengamos que pedir perdón, que pedir perdón por un pasado que ya no existe”. Me preocupan más los errores del presente que los del pasado. Sería deplorable que hoy repitamos lo que antaño criticamos de nuestros maestros y superiores.

Lo fácil es pedir perdón por el pasado. Lo difícil es vivir hoy de tal forma que mañana no haya que pedir perdón. Y, en todo caso, pedir perdón por el pasado supone un serio compromiso con el presente, un reparar en la medida de lo posible el daño causado. Si no hay reparación (insisto, en la medida de lo posible), no hay verdadera petición de perdón. Recordar el pasado está bien, pero una de las mejores lecciones de algunos pasados es aprender a no repetirlos nunca más. Cuando algún joven se desahoga conmigo porque considera que ha sufrido una injusticia, si considero que su queja está fundada, le doy este consejo: la injusticia cometida contigo es una lección para que, cuando tú tengas responsabilidades sobre otros, aprendas a no hacer lo que han hecho contigo.

Posterior Anterior


Hay 2 comentarios, comparte el tuyo

En caso de duda, puede consultar las normas sobre comentarios.

Aviso: los comentarios no se publican en el momento. Para evitar abusos, los comentarios sólo son publicados cuando lo autorizan los administradores. Por este motivo, tu comentario puede tardar algún tiempo en aparecer.

Cancelar repuesta


Anónimo
22 de mayo de 2016 a las 11:08

El pasado siempre vuelve. Sobre todo cuando han quedado cuestiones que no se han resuelto, o se han cerrado en falso. Vuelve, para que la persona o el grupo social, eclesial, aprenda de sus errores, y no entre en un bucle repetitivo de elecciones,de error en error. A veces ese retorno hunde sus raíces en estructuras que por su propia idiosincrasia, son injustas, o han quedado obsoletas. El error persisitirá hasta que no se modifiquen esas estructuras.

Da que pensar el hecho de que desde la más alta jerarquía del Estado, instancias sociales y eclesiales hasta ciudadanos de a pie, en medios de comunicación, redes sociales, prolifera aquello de “ me he equivocado, lo siento mucho, no volverá a ocurrir”… suma y sigue, todo sigue igual. Solo un latiguillo de moda que no compromete a nada.

Pedir perdón con humildad demanda misericordia, pero obliga a la justa restitución y al trabajo por unas estructuras más justas y compasivas. Y en este mundo global y comunicado en red, desde la óptica cristiana, en la comunión de los santos, todos estamos implicados en un Amor que abraza nuestros límites, para que a su vez abracemos el límite de lo creado.

¿ Trabajar por el Reinado de Dios?

Gracias P. Martín Gelabert

Angel Plaza
23 de mayo de 2016 a las 00:24

La Iglesia tiene la oportunidad de hacer su personal catequesis del Perdon con los crímenes cometidos por sus clérigos.
Pueden empezar por los abusos sexuales a la infancia que desgraciadamente se encuentran en plena actualidad.
?Como piensan reparar la dignidad de las personas y familias que fueron danhadas de por vida?
?Como piensan recuperar la fe de todas aquellas personas que la perdieron por estos crímenes?
El perdón tiene evidentes limites e imperfecciones.
No veo una fácil reparación en ese asunto, no basta con un cheque al portador.
En este caso, como en los crimenes que se cometen contra toda la humanidad no basta tampoco con bellos y lacrimógenos discursos de perdon.
Quizá haya que conformarse con la justicia, imperfecta y que para muchos llegar'a tarde, pero justicia al fin y al cabo.
Y asumir que hay pecados que no tienen perd'on (?al espíritu santo?).
Saludos.
Angel


Logo dominicos dominicos