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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

8
Feb
2015

¿Objeto sexual o sujeto sexuado?

3 comentarios

Según la lectura psicoanalítica que Marie Balmary hace de los primeros capítulos del Génesis (cf. Jean Michel Maldamé, El pecado original. Fe cristiana, mito y metafísica, editorial San Esteban, 2014, pág. 334), el relato deja lugar al inacabamiento del ser humano: “Dios solo ha creado la posibilidad del hombre y de la mujer”. El texto bíblico confirmaría esta hipótesis cuando dice que “macho y hembra los creo”. Solo después aparecen el hombre y la mujer. Macho y hembra son términos que también convienen a los animales. Al decir que el humano fue creado macho y hembra se está insinuando que el humano debe participar en su propio nacimiento, debe acabarse a sí mismo, y terminar siendo hombre y mujer.

Los humanos hemos sido creados como personas sociales. La sociabilidad es constitutiva de nuestro ser. Como dice el Vaticano II “el hombre es, por su íntima naturaleza, un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás”. La relación nos constituye. Por eso, el humano sólo se siente acabado y colmado cuando se encuentra con el otro, con el Otro divino, y con los otros iguales que son sus congéneres. El Génesis, con un lenguaje simbólico, estaría diciendo que lo primero, en cada humano, es buscar al otro. De ahí esta conclusión de M. Balmary: “Donde Freud cree que el hombre busca en primer lugar el objeto sexual (la madre y luego la mujer, que no hace más que recordar a la madre), la tradición de Israel establece con fuerza que, ‘en el principio’, el deseo del ser que habla es el otro. No es el objeto sexual, es el sujeto sexuado”.

Resulta interesante esta distinción entre objeto sexual y sujeto sexuado. No es lo mismo relacionarse como macho y hembra o como hombre y mujer. Mi relación con el otro es personal. Lo sexual, cuando se da, cobra todo su sentido integrado en lo personal. Nuestras relaciones no están condicionadas por lo sexual, sino por “lo social”, (por el amor en definitiva) que es constitutivo de nuestra naturaleza. De ahí que lo social puede desplegarse en distintas direcciones y va mucho más allá de la relación entre un varón y una mujer, o de la relación familiar. La relación entre varón y mujer no es más que un prototipo biológico de una verdad de amplio alcance, a saber: que los seres humanos estamos estructurados de tal forma que siempre necesitamos de los demás, siempre necesitamos de otro que llene nuestros muchos vacíos. No sé si hace falta decir que esta necesidad del otro, el estar hechos para otro, implica que el otro sea, es decir, respetar su diferencia.

La fe nos dice que el Otro que puede colmar, sin ninguna fisura ni carencia, nuestro corazón inquieto es Dios. Pero mientras estamos en este mundo, a Dios le encontramos en la mediación de tantas personas que nos salen al encuentro y con las que estamos llamados a establecer relaciones de amistad, siguiendo la orientación que Jesús nos da: “os llamo amigos”, “permaneced en un amor como el mío”.

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Juanjo
8 de febrero de 2015 a las 09:49

La misma idea creo que es la intenta trasmitir Gisbert Greshake, aunque desde una perspectiva Trinitaria en la que gira todo su razonamiento "Creer en el Dios uno y Trino"; comenta; "La persona en sentido pleno es y se hace, mediante un reconocimiento libre y recíproco, en el «ser con los demás» y el «ser para los demás». El otro, por tanto, forma parte esencial de la propia condición personal. En el otro y por el otro me alcanzo a mí mismo, se hace mi vida sobre todo rica, plena y perfecta. Precisamente esto se puede «leer» en el Dios trinitario; de hecho, esta idea es consecuencia de la fe en el Dios trino" ..... y poco más tarde añade, respecto al problema de la relación.... " Tentación permanente de toda comunidad, empezando por el matrimonio y la familia, y llegando hasta el Estado y la sociedad, es no querer (o no poder) soportar la alteridad del otro, no respetarla, aceptarla, reconocerla ni valorarla. Es más fácil y más cómodo medirlo todo por el mismo rasero, suprimir la multiplicidad, eliminar a los desviacionistas, poner por encima de todo la unidad. Así intentan imponerse los mayores contra los jóvenes, y al revés; los progresistas contra los conservadores, y viceversa; las derechas contra las izquierdas, y viceversa ... Uno intenta en cada caso atraer al otro a su bando, y así quitar de en medio la alteridad de éste , o colocarlo «en un rincón» para, de ese modo,
«acabar» con su alteridad, arrumbarla o eliminarla; todo para que finalmente reinen la unidad y la armonía, la tranquilidad y la paz.

Y su fundamentación es Trinitaria ya que en medio añade "si la única vida divina se realiza precisamente en el intercambio de tres personas distintas Padre, Hijo y Espíritu-, significa que unidad y pluralidad, unidad y multiplicidad, unidad y alteridad son igualmente originarías, de igual rango, igualmente importantes, primero en Dios, pero luego -según la mencionada correspondencia de imagen de Dios e imagen del hombre- también
en nosotros.

Eston
8 de febrero de 2015 a las 13:54

Estoy de acuerdo, gracia a la fe aprehendemos que solo en el Otro nuestro corazón descansará y en Él rellenaremos nuestros vacíos. Hasta esa realización plena, los otros nos son necesarios como mediaciones que, al igual que nosotros, son imagen de Él.
El error está en la instrumentalización que el ser humano suele hacer de sus necesidades, siendo la relacional, cómo se ha descrito en el artículo, una de las que nos define como humanos. Pero, antes que esa necesidad, están otras más básicas como la respiración, alimentación, el descanso, la reproducción y la homeostasis según la Teoría sobre la Motivación Humana. Las cuáles nos son necesarias como cualquier ser vivo del reino animal.
Una vez cubiertas las necesidades fisiológicas anteriores es cuando el ser humano se distancia del resto de animales y, precisamente por ser consciente de su vacío, busca llenarlo en su intento de realización plena siguiendo un orden jerárquico de necesidades, que según la misma teoría es, de seguridad, afiliación, reconocimiento y autorrealización.
Es a partir del siguiente nivel de necesidades cuando es consciente que necesita de los otros y descubre en la Relación la clave para llegar a ellos. Pero no de cualquier modo pues los otros, como él, no son objetos sino sujetos. O dicho de otro forma, en éste nivel se ha descubierto la moral o, lo que es lo mismo que no todo vale.
El darse cuenta que no todo vale, en las relaciones, determina todas las acciones del ser humano. y caracteriza, diferenciando, las dimensiones humanas de las animales, en concreto la dimensión sexuada del sujeto. El cuál ya superado el nivel fisiológico en el que la sexualidad aparece como un instrumento, vital para cubrir la necesidad de reproducción de la especie, debe entender que la búsqueda de satisfacción de esa necesidad más allá de ese nivel convierte al otro, y a él mismo en instrumento sexual. O, lo que es lo mismo, en objetos sexuales. Por tanto nada que ver con el sujeto sexuado que es el ser humano, a no ser que la relación se reduzca (pervierta desde el presupuesto humano) al primer nivel.

José María Valderas
8 de febrero de 2015 a las 20:17

El psicoanálisis, fray Martin, hace tiempo que está desautorizado. Nadie confiere otro valor que el meramente histórico, como el conductismo o el mesmerismo. En años recientes han aparecido numerosos libros sobre el dimorfismo sexual (macho y hembra con sus caracteres ditintivos. No es un texto desedeñable "The evolution of sex determination", de Leo W. Beukeboom & Nicolas Perrin (Oxford University Press)a la genética y evolución sexual del reino animal, al que pertenecemos. Es interesante conocer las posibilidades del hombre en la conformación del sexo, por ende en la conformación de la personalidad. Empezando por la selección de cigotos. Y siguiendo por su manipulación in vitro, por supuesto. Hay legislaciones permisivas, como es sabido. En todo el reino animal, desde los organismos más elementales, la sexualidad y su ejercicio tiene connotaciones sociales, por violenta o lúdica que nos parezca. A estas alturas, quizá deberían dejarse de lado estereotipos sin base científica.

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