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¿Objeto sexual o sujeto sexuado?
3 comentariosSegún la lectura psicoanalítica que Marie Balmary hace de los primeros capítulos del Génesis (cf. Jean Michel Maldamé, El pecado original. Fe cristiana, mito y metafísica, editorial San Esteban, 2014, pág. 334), el relato deja lugar al inacabamiento del ser humano: “Dios solo ha creado la posibilidad del hombre y de la mujer”. El texto bíblico confirmaría esta hipótesis cuando dice que “macho y hembra los creo”. Solo después aparecen el hombre y la mujer. Macho y hembra son términos que también convienen a los animales. Al decir que el humano fue creado macho y hembra se está insinuando que el humano debe participar en su propio nacimiento, debe acabarse a sí mismo, y terminar siendo hombre y mujer.
Los humanos hemos sido creados como personas sociales. La sociabilidad es constitutiva de nuestro ser. Como dice el Vaticano II “el hombre es, por su íntima naturaleza, un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás”. La relación nos constituye. Por eso, el humano sólo se siente acabado y colmado cuando se encuentra con el otro, con el Otro divino, y con los otros iguales que son sus congéneres. El Génesis, con un lenguaje simbólico, estaría diciendo que lo primero, en cada humano, es buscar al otro. De ahí esta conclusión de M. Balmary: “Donde Freud cree que el hombre busca en primer lugar el objeto sexual (la madre y luego la mujer, que no hace más que recordar a la madre), la tradición de Israel establece con fuerza que, ‘en el principio’, el deseo del ser que habla es el otro. No es el objeto sexual, es el sujeto sexuado”.
Resulta interesante esta distinción entre objeto sexual y sujeto sexuado. No es lo mismo relacionarse como macho y hembra o como hombre y mujer. Mi relación con el otro es personal. Lo sexual, cuando se da, cobra todo su sentido integrado en lo personal. Nuestras relaciones no están condicionadas por lo sexual, sino por “lo social”, (por el amor en definitiva) que es constitutivo de nuestra naturaleza. De ahí que lo social puede desplegarse en distintas direcciones y va mucho más allá de la relación entre un varón y una mujer, o de la relación familiar. La relación entre varón y mujer no es más que un prototipo biológico de una verdad de amplio alcance, a saber: que los seres humanos estamos estructurados de tal forma que siempre necesitamos de los demás, siempre necesitamos de otro que llene nuestros muchos vacíos. No sé si hace falta decir que esta necesidad del otro, el estar hechos para otro, implica que el otro sea, es decir, respetar su diferencia.
La fe nos dice que el Otro que puede colmar, sin ninguna fisura ni carencia, nuestro corazón inquieto es Dios. Pero mientras estamos en este mundo, a Dios le encontramos en la mediación de tantas personas que nos salen al encuentro y con las que estamos llamados a establecer relaciones de amistad, siguiendo la orientación que Jesús nos da: “os llamo amigos”, “permaneced en un amor como el mío”.