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Mujer, tema sensible
9 comentariosCada 8 de marzo se celebra el día internacional de la mujer, recordando que en 1857 un grupo de obreras salió por las calles de Nueva York a protestar por las míseras condiciones en las que trabajaban. ¿Tiene sentido continuar celebrando el día de la mujer en pleno siglo XXI? No cabe duda de que los avances en el terreno de los derechos de la mujer han sido importantes en los últimos años. Cierto, todavía queda mucho por conseguir. Pero eso que queda por hacer resulta especialmente urgente y necesario en aquellos lugares donde no sólo la mujer, sino la mayoría de las personas, tienen carencias de todo tipo. Es claro que la mayoría de las mujeres africanas necesitan mucha ayuda, pero no solo ellas, también tantas personas que no tienen lo necesario para vivir y que se juegan la vida montándose en unas malas pateras, pensando que si pisan tierra española o europea habrán encontrado el paraíso.
Si aparcamos, aunque solo sea metodológicamente, estas situaciones extremas, que nunca debemos dejar de lado, y centramos nuestra mirada en las mujeres con las que convivimos en nuestros prósperos países europeos, ¿tenemos hoy algo que reclamar que concierna específicamente a las mujeres? Tenemos muchas cosas que reclamar todos juntos sin distinción alguna entre varón y mujer. Por ejemplo, una mayor limpieza en la política, un mejor empleo del dinero público, un reparto más equitativo del trabajo, y tantas otras cosas. Cierto, las estadísticas indican que, en algunas cosas, las mujeres resultan desfavorecidas con respeto a los varones. Por el mismo trabajo, cobran más ellos que ellas. En esta reclamación de un salario más justo para todas y todos, los varones de bien deberíamos ocupar la primera línea de la reclamación.
¿Hay motivos para pensar que en la Iglesia las mujeres tienen todavía derechos no atendidos? Sin duda. El problema se plantea a la hora de indicar esos derechos. El Papa, en la Evangelii Gaudium, tras reconocer el trabajo pastoral de las mujeres y sus aportes a la reflexión teológica, dice que es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia y, más en concreto, en aquellos lugares eclesiales dónde se toman las decisiones importantes. Se ha publicado que alguna mujer será nombrada para presidir algún Secretariado de la Santa Sede. Veremos. ¿Es posible encontrar otras mediaciones operativas para que la presencia de la mujer en la Iglesia sea de verdad efectiva? Este es un tema sensible, en el que las tomas de posición, no solo entre los varones, sino también entre las mujeres, están condicionadas por la experiencia y la mentalidad de cada uno. Tenemos ahí un largo camino por recorrer. Un camino que exige tiempo, paciencia, diálogo y mucha comprensión.