Oct
La ternura, lo débil y María
5 comentariosHay una actitud muy humana, propia de varones y mujeres, pero que la cultura popular ha relacionado con lo femenino: la ternura. La ternura es este sentimiento que nos retrotrae a la infancia. Hasta ahora ha quedado relegada a momentos de intimidad afectiva o como medio de relacionarnos con quienes consideramos más débiles, como pueden ser los niños. Hoy, cuando tantas personas tienen necesidad de cariño y de afecto, volvemos a comprender que la ternura debería estar presente en todas nuestras relaciones.
La relación de la ternura con lo débil se ha manifestado, a lo largo de la historia, en el hecho de que sean los hombres quienes hacen la guerra. Las mujeres hacen de enfermeras y se ocupan de los heridos. Los varones tienen la fuerza, ellas representan la misericordia y la ternura. Ellos cargan con las armas, ellas llevan flores en la mano. Hay quién, en el mundo eclesiástico, ha detectado la convivencia del rigor masculino de la organización un poco árida con la intuición popular de que el cristianismo está impregnado por una dimensión de ternura femenina. El pueblo cristiano ha visto estos sentimientos en María, tal como refleja el final de la antífona Salve Regina donde se la llama “clementísima y dulce Virgen María”.
Se ha dicho que las mujeres son lo débil de lo humano. En este mundo competitivo triunfan los fuertes y los débiles permanecen en los márgenes de la sociedad. Se diría que lo débil no vale y, por eso, no cuenta. Pero lo débil podría tener un aspecto positivo, hoy más necesario que nunca. Según Gianni Vattimo, de la ontología de lo débil se deriva “una ética de la no violencia”, que conduce a “la preferencia por un mundo en el que prevalezcan la solidaridad y el respeto hacia los demás, en vez de la guerra de todos contra todos”. Más allá de esta lectura de la debilidad, lo cierto es que hoy hay un clamor a favor del respeto y la tolerancia y en contra de la violencia. En este contexto el título de María “madre de misericordia” resulta muy significativo. En hebreo el término misericordia (rahamim) denota el amor de madre. María, que (según dice Juan Pablo II) “conoce más a fondo el misterio de la misericordia divina” puede “acercar a los hombres el amor que el Hijo ha venido a revelar”, un amor que encuentra su expresión más concreta en los que más sufren: pobres, oprimidos, prisioneros.