Jun
La oración no sirve para nada
26 comentariosHay personas que, en cuanto aparece un problema, parece que tienen una solución infalible: la oración. Pero la oración no es la solución de nada. En todo caso, es el clima que nos ayuda a sobrellevar de otra manera los problemas, a afrontarlos con confianza, a asumirlos sin desesperanza.
En cierto modo puede decirse que “la oración sirve para todo”. Pero este tipo de expresiones, si no se aclaran bien, pierden todo su sentido. Lo que sirve para todo, pudiera no servir para nada. Recuerdo dos historias que pueden ilustrar lo que digo. Una es la del psiquiatra que siempre concluía que su paciente estaba enfermo: si llegaba pronto a la consulta, es porque estaba ansioso; si llegaba tarde, es porque estaba resentido; y si llegaba puntual, es porque estaba coaccionado. La otra historia parece más religiosa: es la de los amigos de una persona a la que un día el coche está a punto de atropellarla. Sus amigos exclaman: ¡cuánto te quiere Dios que te ha librado de la muerte! Al día siguiente, el coche la deja mal herida y hay que llevarla al hospital. Los amigos exclaman: ¡cuánto le quiere Dios que le ha guardado la vida! Al salir del hospital, el coche la mata. Y entonces los amigos dicen: ¡cuánto le quiere Dios que le ha sacado de este mundo cruel y pecador! Apelar a Dios o a la oración como explicación o solución de todo, no resuelve nada.
Hay que sacar a la oración del ámbito de lo utilitario. Las grandes valores de la vida, como la amistad y la alegría, no se miden por lo útiles que son. Se trata de valores gratuitos. Cierto, los amigos pueden ser muy útiles. Pero en el amor la utilidad no es lo determinante. Y cuando el amigo no es útil, entonces es posible que sea más amado que nunca. Es importante que descubramos el sentido de la gratuidad. La amistad, la alegría y, por supuesto, nuestras relaciones con Dios, se sitúan en el ámbito de lo gratuito. La oración es expresión de amor a Dios y, por tanto, de gratuidad. Cuando uno vive la oración y la relación con Dios desde la gratuidad puede descubrir que la gratuito termina siendo lo más valioso. Pero precisamente por ser tan valioso no tiene precio, ni resulta útil.