Ene
La esposa de Yahvé
8 comentariosSeguro que el título a muchos les sonará extraño. Sobre todo si piensan que el pueblo de Israel creía de forma firme, y ya desde sus comienzos, en un solo y único Dios. No debemos olvidar que esta fe israelita (y en general, el conjunto de la revelación judeo-cristiana) es histórica. Una de las primeras consecuencias de la historicidad es la gradualidad. La revelación es procesual. No es extraño, por tanto, que en el Antiguo Testamento aparezcan restos de politeísmo. Más interesante aún: restos de un diosa, esposa de Yahvé.
Algunos especialistas piensan que el culto a la diosa madre, a una gran diosa, soberana universal, es mucho más antiguo que el culto a los dioses. De hecho, los restos arqueológicos más antiguos son de estatuas que representan a diosas. Seguramente esto tiene motivos antropológicos: durante mucho tiempo fueron las mujeres las que aseguraban la alimentación, porque ellas se ocupan de recoger los alimentos que proporcionaba la tierra. Solo cuando aparece la agricultura, con la necesidad de manejar instrumentos pesados como el arado o de construir canales de riego, se sobrevalorará la fuerza masculina y al varón por encima de la mujer. La consecuencia religiosa-cultural es que los dioses cobraron más importancia que las diosas.
La diosa que aparece en el Antiguo Testamento es Asera. Ella era la diosa de la fertilidad vegetal y su representación era una estaca o tronco de árbol clavado en el suelo. Si no se conoce este dato, no se comprenden algunos textos del libro de los Jueces, del libro de las Crónicas o del libro de los Reyes. Estos textos muestran gran interés en que desaparezca no solo el dios Baal, sino el tronco que representa a su esposa. Desde esta clave invito a leer: Jueces 6,25-30; 2 Reyes 13,6; 2 Cro 31,1; 33,3 o 2 Reyes 23,4-7 en donde explícitamente aparece el nombre de Asera. De nuevo aparece esta diosa en el libro de Jeremías (44,15-19), bajo el nombre de “Reina de los cielos”. Según este texto el pueblo se revela contra Jeremías, y la deja bien claro que seguirán ofreciendo incienso a la diosa Reina de los cielos, como han hecho desde antiguo sus padres, sus reyes y sus jefes. El gran argumento del pueblo es que mientras han dado culto a la diosa les ha ido bien, cosa que no ha sido tan clara cuando han dado culto a Yahvé. Las evidencias arqueológicas corroboran este culto: en vasijas del año 800 a.C. se encuentran inscripciones como estas: “seas bendecido por Yahvé y su Asera”.
Me ha parecido interesante ofrecer estos datos, por poco conocidos. Lo cierto es que no fue fácil para Israel creer en el “Dios único”. Probablemente esto empieza a ocurrir de forma clara y definitiva a partir del exilio de Babilonia. En cualquier caso, los datos son una prueba bien concreta, aunque poco conocida, de un aspecto definitivamente adquirido en teología: la revelación tiene un carácter procesual y progresivo, y se adapta a las condiciones culturales de cada tiempo.