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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

26
Ago
2012

Juicios teológicos

7 comentarios

Hay dos modos de hacer teología. Uno, espontáneo, que todos hacemos cuando nos preguntamos qué pretende decir la Palabra de Dios que escuchamos en la liturgia, o cómo juzgar cristianamente un determinado acontecimiento. La fe plantea preguntas, pide acogida y se vive en circunstancias concretas. En este sentido todos los creyentes que preguntamos, acogemos y vivimos la fe, hacemos teología. Hay otro modo de hacer teología, más sistemático, más científico, con método, propio de los estudiosos, de aquellos que buscan los nexos recíprocos entre los diferentes aspectos de la fe, y el significado de los mismos. Esta tarea de los teólogos sirve para que la Iglesia y los fieles profundicen en la fe y la comprendan mejor; sirve para responder inteligentemente ante las dificultades que a la fe le presenta la cultura ambiental y, por tanto, para exponer con mayor pureza el mensaje cristiano.

Ocurre, a veces, que la tarea teológica, absolutamente necesaria en la Iglesia, utiliza un instrumental que no todos pueden comprender. Y suele ser grande la tentación de rechazar o de menospreciar aquello que no se comprende o no se conoce. Este rechazo aparece en frases de este estilo: “yo no necesito leer a este autor para saber que es un hereje”. Evidentemente, para ser un buen cristiano no se necesita leer a un determinado teólogo, pero para juzgar su teología sí. Ahora bien, un buen acercamiento a una determinada teología no puede consistir en rastrear errores o buscar herejías. Como muy bien dijo recientemente un conocido teólogo en la introducción de su cristología “cualquiera es libre de contradecirme. Pido sólo a los lectores y lectoras esa benevolencia inicial sin la cual no hay comprensión posible”.

Dicho de otro modo: para acercarse a una determinada propuesta teológica se requiere, en primer lugar, comprender lo que dice el autor. Y luego hacerlo desde una empatía crítica. Empatía para acercase sin prejuicios, comprender los diagnósticos que el autor hace, así como la propuesta teológica que formula y los matices que enfatiza; y todo ello con el sano propósito de enriquecer el propio pensamiento. Pero esta empatía debe ser también crítica. Esto significa capacidad de evaluar por sí mismo la validez de lo propuesto. Nadie debe juzgar lo que no comprende. Muchas veces comprender requiere tiempo, paciencia, esfuerzo, ascesis. No sería bueno que la teología se convirtiera en entretenimiento o en religión-espectáculo.

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Elih
27 de agosto de 2012 a las 03:16

Si para algunos "contradecir" al autor de la frase que cita fray Martín sería algo menos que impensable, no por su elevada teolgía, sino porque el teólogo es además el papa; ótros teólogos esperarían que sin ser papas u obispos, al menos tuvieran el privilegio de ser evaluados y analizados después de haber sido leídos y comprendidos....Un abrazo solidario para Andrés T. Queiruga, criticado y censurado por muchos y leído por muy pocos..."comulgar en la misma fe no siempre impone adoptar la misma teología"

Bernardo
27 de agosto de 2012 a las 10:53

Desgraciadamente, cada vez hay más de lo inquisidor y menos de lo inquisitivo en la Iglesia. Y lo más grave, en medio del mundo teológico. Gracias a Dios hY muchoxs como tú que siguen en la brecha del la sana y san ante teología.

a tiempo y destiempo
27 de agosto de 2012 a las 11:33

Y si esto ocurre con los teólogos, de escarnio público y eclesial es lo que ocurre con las teólogas,ninguneadas incluso entre sus propios colegas. Voces proféticas a tiempo y a destiempo. Y para muestra ahí está el testimonio teológico comprometido de de Teresa Forcades, en su reciente participación en el encuentro ecuménico de teología y espiritualidad en Venezuela. En internet, para quien esté interesado. La teología sufre de la autocensura de teólogos y teólogas. Hay que sobrevivir. Pero la libertad en la investigación de la Verdad, aquella que nos hace libres, se resiente. Perdemos todos

A tiempo y a destiempo. Si, Fray Martín. O hablarán las piedras. Gracias por su contribución teológica. Pese a quien pese.

Juanjo
27 de agosto de 2012 a las 16:50

Tambien ocurre que sintiéndose el más celoso guardían de la fe, los hay que andan con lupa buscando en ciertos autores (solo por su nombre) alguna frase para poderlos atacar, la mayor parte de las veces sacándola de contexto o no teniendo en cuenta el global de su producción teológica. Mal favor a la fe.

Antonio M. de Saavedra
28 de agosto de 2012 a las 01:18

Yo me tengo que quedar en el primer grupo, con los que la teología es algo vital engarzado en la fe, sin excesivas profundidades teóricas; algo así como ocurrió con los Apóstoles, ninguno de los cuales fue a un seminario.
Lamentablemente la Teología como ciencia,resulta abstrusa para el cristiano de a pie, al que se le ordena creer en vez de enseñar.
Soy un hombre medianamente culto, por mis estudios "civiles", pero generalmente me resultan difíciles de seguir y entender los textos redactados por clérigos (creo que algo escribí en otra ocasión).

Antonio M. Saavedra
29 de agosto de 2012 a las 13:47

Releyendo mi aportación de hace 2 días, llego a la conclusión de que hacen falta divulgadores, intermediarios.
¿Dónde y cuándo? Este sitio y otros análogos pueden ser estupendos, aunque no todos son "digeribles". Otros serían las homilías; pero muchos sacerdotes deberían exigirse más y mejor preparación, con llaneza en las exposiciones y encarnación en la realidad del momento y actualización de ideas y argumentos.
No es época para Fray Gerundio de Campazas...

José Indalecio
27 de diciembre de 2012 a las 17:51

Feliz Navidad. En estos días de alborozo y dicha inefables en los que conmemoramos el nacimiento del Hijo de Dios, que redimió incondicionalmente por la fuerza de su inabarcable amor los pecados de la humanidad entera, espero que la Fe, la Esperanza y la Caridad cristianas pasen a formar parte plena de vuestra existencia y os acompañen siempre.

El Filósofo Rancio.

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