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Judas o el misterio del traidor
6 comentariosDurante la última cena Jesús anuncia la traición de Judas. Y al discípulo que le pregunta por la identidad del traidor, Jesús le ofrece esta señal: “aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado”. El mismo relato evangélico relaciona discretamente esta respuesta con lo que dice el salmo 41: “incluso mi amigo, de quien yo me fiaba, que compartía mi pan, es el primero en traicionarme”. De este modo se cumplía la Escritura. En su libro sobre Jesús, Benedicto XVI, ve en este salmo cumplido en Judas un signo del futuro: hoy, en la Iglesia, también se encuentran personas que toman el pan de Jesús, su “pan”, y le traicionan. Por una parte, podríamos decir que el sufrimiento de Jesús continúa hoy. Pero, por otra, también hay que decir que Jesús, en aquel momento, tomó sobre sus hombros la traición de todos los tiempos, el sufrimiento de todas las épocas por el ser traicionado, soportando así hasta el fondo las miserias de la historia.
Ahora bien, cuando se traiciona a Jesús, después de haber convivido con él, después de haberle seguido, ocurre algo sorprendente, pues la luz recibida del encuentro con Jesús nunca se oscurece del todo. También en Judas esto encuentra su paradigma, como bien nota Benedicto XVI: “he pecado”, dice Judas a los que le han pagado por traicionar a Jesús. Hay un primer paso hacia la conversión. Todo lo que Judas había recibido de Jesús seguía grabado en su alma, no podía olvidarlo. Pero tras el reconocimiento del pecado, Judas es incapaz de creer en el perdón. Ahí está su tragedia y no tanto en el hecho de haber traicionado a Jesús. Su arrepentimiento se convierte en desesperación.
A este respecto comenta el Papa: Judas “ya no ve más que a sí mismo y sus tinieblas, ya no ve la luz de Jesús, esa luz que puede iluminar y superar incluso las tinieblas. De este modo nos hace ver el modo equivocado del arrepentimiento: un arrepentimiento que ya no es capaz de esperar, sino que ve únicamente la propia oscuridad, es destructivo y no es un verdadero arrepentimiento. La certeza de la esperanza forma parte del verdadero arrepentimiento, una certeza que nace de la fe en que la Luz tiene mayor poder y se ha hecho carne en Jesús”.
El pasaje sobre Judas concluye con unas dramáticas palabras: “Judas tomó el pan y salió inmediatamente. Era de noche”. Dejando la luz de Jesús, Judas sale para entrar en la noche. El poder de las tinieblas se ha apoderado de él.