Jul
España más católica que hace 50 años
7 comentarios“Creo que hay más vida católica y cristiana en la España de hoy que en la de hace 50 años. La medición de las conciencias, de la fe profunda, es muy difícil. No porque hayan dejado de aparecer juntos en los salones de los ayuntamientos el gobernador y el obispo, España ha dejado de ser católica. Ahora hay más decisión personal, más grupos de vida, más movimientos decididamente católicos que hace 50 años, con más implicación en la vida personal que en la manifestación pública”. Me siento en sintonía con estas palabras de Olegario González de Cardedal, recientemente galardonado con el “premio Ratzinger” de teología.
Hace 50 años los españoles vivíamos en un de régimen de cristiandad, en el que prácticamente se identificaba ser español con ser católico. Era tan inconcebible que un español no fuera católico que para poder contraer matrimonio había que “pasar” necesariamente por la Iglesia, pues no estaba regulado otro tipo de matrimonio. Eso acarreó muchos problemas a los cristianos protestantes. Y, si algún valiente no quería contraer matrimonio católico, lo mejor que podía hacer era guardar las formas y disimular, porque para no hacerlo le exigían una declaración formal de ateísmo. En estos casos las apariencias podían engañar y mucho. Hoy las personas se sienten más libres y el que practica la religión lo hace a conciencia. Tiene razón D. Olegario cuando dice que “hay más decisión personal” en el ser católico. El que hoy se manifiesta como católico no disimula nada, dice lo que es y lo que siente. Hace 50 años había mucho disimulo.
Desgraciadamente hoy algunos identifican el “ser católico” con posiciones integristas y fundamentalistas. Y desde esta posición y este “acaparamiento” de lo católico se dedican a descalificar a los que no piensan como ellos. Esa gente que se dedica a repartir certificados de “buen católico” hace mucho ruido y denuncian la descristianización de España. Hace cincuenta años pensaban igual que hoy, pero se les oía menos, primero porque ocupaban más poder, después porque nadie levantaba la voz y así había menos contraste, y finalmente porque eran pocos los católicos y los no católicos que se atrevían a decir claramente que se podía ser católico de otra manera o no ser católico. Bien venidas sean estas palabras de un teólogo moderado y prudente, pero libre, que precisamente por ser libre, ha sido criticado por los acaparadores de lo católico.