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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

9
Jul
2012

En el principio estaba la mujer

5 comentarios

La mujer está en todos los principios importantes de la historia de la salvación. Está presente en la creación, hasta el punto de que, sólo cuando ella aparece, la obra creadora de Dios alcanza su perfección. Si la creación es obra de “la Palabra”, que desde el principio estaba en Dios, sólo cuando aparece un animal que habla puede decirse que la Palabra creadora ha logrado dejar su huella propia en la creación. Pero esta “criatura de la Palabra”, que es el ser humano, no puede ejercer su capacidad hablante mientras no encuentra un interlocutor que esté a su nivel. Por eso, un hombre sólo no es una buena creación, tal como reconoce el mismo Dios. Sólo la presencia de la mujer hace posible la palabra y con ella culmina la creación. Ante su presencia, el varón dice una palabra de admiración y agradecimiento. Esa es la primera palabra de la historia de la salvación: admiración y agradecimiento por la mujer.

Cuando llegó la plenitud de los tiempos, la Palabra se hizo carne. Pero para que la Palabra que desde el principio estaba en Dios y por medio de la cual todo se hizo, pueda hacerse carne y entrar en el mundo de los humanos, se requiere de nuevo la presencia de la mujer que, íntimamente penetrada por la Palabra, puede acogerla y entregarla al mundo. Rechazada por el mundo, la Palabra es rehabilitada por Dios mismo. ¿Y quienes son las primeras que cobran conciencia de esta rehabilitación divina de la Palabra y anuncian al mundo tan buena nueva? Las mujeres. Ellas las primeras testigos de la resurrección de Jesucristo. A ellas se les aparece primero Jesús resucitado. Según Tomás de Aquino el motivo de esta primacía es porque ellas estaban mejor preparadas que los varones para entender la maravilla de la vida.

Este post tiene una continuación, pero por lo dicho ya queda clara una primera cosa: sin la mujer no hay historia de salvación. Sin el elemento femenino (elemento compartido por unas y por otros) no hay salvación para una historia en la que la fuerza, la competencia y el poder, hacen imposible la ternura, el compartir y el dialogar.

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Camino
12 de julio de 2012 a las 13:07

Sencillamente ¡¡¡FENOMENAL!!!
Esperamos el próximo.

Mercedes
12 de julio de 2012 a las 15:54

Parece un poema . Lo ha narrado con dulzura , afecto y sensibilidad ¡.Gracias ¡

complementarios
12 de julio de 2012 a las 19:27

Religiosas teólogas, que han abierto nuevos caminos, y dignifican mediante el estudio la labor de la mujer en la Iglesia y en el mundo, hoy son puestas en entredicho. Religiosas teólogas norteamericanas. No hay que irse muy lejos:Lucía Caram, Teresa Forcades,entre otras, concitan iras fundamentalistas. Un temor atávico acerca de lo femenino. Porque todavía en cada uno de nosotros lo masculino-femenino no se ha equilibrado.

En el fondo se trata de una cuestión de poder: interesa que lo femenino esté sometido.Aquello del miedo a la libertad de Erich Fromm. Y sin embargo Jesús de Nazaret nos da buena muestra de cómo armonizar lo masculino-femenino en si mismo. El trato que da a las distintas mujeres con las que se relaciona, buena muestra de ello.Sabían que era Fuente de Agua Viva

Gracias M.Gelabert por su reflexión ponderada

alumnas
12 de julio de 2012 a las 19:34

Precioso, precioso lo que ha escrito. Nos parece una maravilla que Dios nos dignifique tanto, y nos de tan gran misión e la historia de la salvación. Tenemos que dar gratis lo que recibimos gratis.
Nos alegra muchísimo siga escribiendo sobre el tema, nosotras ¿Cómo no? Se lo aplaudimos y se lo agradecemos cordialmente.

Bernardo
13 de julio de 2012 a las 01:09

Yo lo puedo decir: sin mi mujer no tengo historia de salvación. Gracias Martín.

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