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El Vaticano II marca hoy la vida eclesial
4 comentariosEl Concilio Vaticano II ha sido el acontecimiento que ha marcado la historia de la Iglesia de los últimos 50 años. Muchos de nosotros hemos vivido nuestro cristianismo en este clima post-conciliar. Es posible que alguno piense que el Concilio ya es historia. Pero yo tengo la impresión de que es un acontecimiento que sigue hoy marcando decisivamente a la Iglesia y que sigue suscitando polémica y división de opiniones. De hecho, los mismos que hoy critican al Papa Francisco son los que entonces criticaron y ahora critican al Concilio, y lanzan consignas de repliegue y de vuelta al pasado. Es curioso que, entonces y ahora, los críticos con los tímidos aires nuevos que, de vez en cuando, aparecen en la Iglesia, siempre apelen al Magisterio del pasado para negar valor al Magisterio vivo y presente. Siempre se sirven de los muertos para descalificar a los vivos. Quizás porque los muertos ya no pueden defenderse.
Por el contrario, los que están contentos con el Papa Francisco son los que valoran positivamente el gran bien que ha supuesto para la Iglesia el Vaticano II. Este Concilio era absolutamente necesario. Sin él, la Iglesia hubiera quedado encerrada en sí misma. El Concilio sigue siendo, todavía hoy, una llamada a la nuevo, a la renovación, a la escucha de lo que Dios quiere decirnos en los acontecimientos del presente
Si crisis hay hoy en la Iglesia y en el mundo, no saldremos de ella volviendo la mirada atrás. Sería la primera vez que las salidas se hicieran para atrás. De la crisis solo puede salirse hacia delante. A mi personalmente no me molesta que se hable de crisis. Porque la crisis nos recuerda que no hemos llegado, que siempre estamos en camino. Y la vida cristiana es un ir siempre hacia delante.
Una crisis no tiene porque ser mala. Los chinos, como se sabe, no utilizan alfabeto para escribir, sino signos. Pues bien, en chino la palabra crisis se compone de dos signos, el del peligro y el de la esperanza. La crisis traduce un momento de peligro, pero puede ser también motivo para la esperanza. Dios quiera que este segundo momento sea el decisivo en la crisis actual que, al decir de algunos, estamos atravesando.