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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

5
Jun
2010

El Tabor, una pintura que rompe esquemas

3 comentarios

El monte Tabor no aparece en los Evangelios. Pero una antigua tradición sitúa en este monte, que está enfrente del Monte Carmelo, la transfiguración de Jesús. Es posible que, según lo que se pretenda buscar en el relato de la transfiguración, no se encuentre ni en este monte ni en ningún otro. El texto que hoy tenemos es una anticipación a la vida pública de Jesús de una realidad que los discípulos sólo comprendieron perfectamente después de Pascua, a saber, que la cruz es un acontecimiento glorioso, que no conduce a la muerte, sino a la vida.

Me gustó una de las pinturas que hay en la Iglesia del monte Tabor. En el más llamativo de los frescos, en el que centra inmediatamente la mirada, se interpreta la transfiguración como una clave de toda la vida de Jesús. Su vida entera se va transfigurando, adquiriendo una nueva figura, para nuestra salvación. Esta transfiguración comienza en la Encarnación cuando la Palabra se hace carne (primera parte del fresco); también Jesús se transfigura cuando se hace Eucaristía (2ª pintura); se transfigura en cordero para quitar el pecado del mundo (3º pintura); y su obra transfiguradora culmina en la resurrección (4º parte del fresco), cuando Jesús adquiere su definitiva figura.

Al salir de la Iglesia, me di cuenta de que encima de este fresco hay otro más reducido y alejado al que, de entrada, no le había prestado atención. En este mural está lo que me había imaginado que encontraría antes de entrar: tres apóstoles, y las figuras de Moisés y Elías, rodeando a un Cristo elevado del suelo. Vamos, lo de siempre, pero mal comprendido. Miré fugazmente esta pintura y volví la mirada al fresco de abajo, al que rompe esquemas, al que probablemente acierta y nos invita a transformar nuestra vida, a salir de nosotros mismos para identificarnos con la figura de Cristo.

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Perpetuo Socorro
6 de junio de 2010 a las 11:20

Parece que es asi, jesus rompe esquemas. Todo lo que aparece a nuestros ojos no podemos comprenderlo. La cruz es gloria y los poderosos de este mundo con sus maravillosas apariecias se corrompen.

encarnación-transfigurada
6 de junio de 2010 a las 18:21

"¿ Por que mirais al cielo galileos?"...Cierto,la mirada queda imantada por la Luz del rostro del Jesucristo Transfigurado en la Iglesia del Monte Tabor. Quizá porque intuimos algo de ese cara a Cara, luz-de-Luz- al que estamos todos invitados.

Pero como bien dices, Martín,nuestra transfiguración comienza con la encarnación, la transpersonalización que nos transfigura y nos transforma en otros cristos crucificados-glorificados, transfigurados.
Nuestros hermanos cristianos orientales se refieren a la divinización del cristiano, como el proceso de transformación en aquello que Cristo Es.

Porque se trata de llegar a ser aquello que Cristo Es: Vida de Dios que se transmite, que vivifica a todos y todo aquello que nos rodea.El cuerpo de Cristo que sale de los templos, re-partido,y se deja comer. La mirada transfigurada nos lleva de la contemplación de la Belleza del Cristo Transfigurado
a la contemplación del hermano solo y desamparado, otro Cristo: la Encarnación de nuestra vida cristificada.

La encarnación de la Paz en Tierra Santa pasa por la creación de dos estados: Palestina e Israel. Benedicto XVI nos lo recuerda hoy. Es labor y responsabilidad de todos.

La tierra en el cielo." A mí me lo hicisteis"

Gracias, querido Martín, por estos ecos de tu "quinto evangelio", la vida de todo peregrino a Tierra Santa

Shalom, Saalam, Paz!

Y....el próximo año en Jerusalem !

Bernardo
6 de junio de 2010 a las 20:37

Comprender a Jesús, en mi idioma "descodificarlo", implica muchos elementos, y no es menor este que recoge la tradición de un momento en el que Jesús se muestra ante sus discípulos con la figura de lo que será porque siempre lo ha sido: transfigurado. Con Moisés y Elías, Jesús llega a la plenitud de la manifestación de Dios a la humanidad. Pero digo, llega, como en Hebreos: "aprendió por el sufrimieno a obedecer". Siempre explico que Jesús no fue un aerolito ni un supermán. Jesús fue un hombre exactamente igual a nosotros, esa es la única manera en la que puede llegarnos la salvación de Dios. No podía salvarnos siendo Dios de entrada, debía ser "como nosotros", "como uno de tantos". Esta asunción de lo humano es la piedra sobre la que se eleva la salvación humana, sobre la que lo humano entero se transfigura, hasta tomar la figura de otro mundo, del Reino.

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