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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

3
Feb
2016

El ser humano, obra de arte divina

6 comentarios

Si Dios crea por amor (como decíamos en un post reciente), hace sólo lo que le agrada, no aquello que no tiene más remedio que hacer. Ninguna circunstancia, ninguna realidad previa es condicionante de su actuación. Obra con soberana libertad. El ser humano es una maravilla a los ojos de Dios, porque al crearlo, Dios ha hecho lo que le gustaba. Una verdadera obra de arte, en definitiva. Esa es la palabra griega que utiliza Ef 2,10 para decir lo que es el ser humano: un “poiema” de Dios, una obra de arte divina. Estamos relacionados con Dios como una pintura con el pintor, una pieza de cerámica con el ceramista, un libro con su autor. Esto indica una relación muy estrecha y muy positiva.

Dios al crear al ser humano hizo su mejor obra de arte. Y, como le ocurre a todo artista cuando hace una obra maestra, debió quedarse sorprendido, maravillado, admirado. Nosotros somos un deleite, un placer para Dios (cf. Prov 8,31). Cuando él nos mira se llena de alegría, se sorprende agradablemente al ver esa estupenda maravilla salida de sus manos. Esa mirada positiva de Dios sobre cada uno de nosotros, debería ayudarnos a vernos a nosotros mismos con la misma mirada de Dios, sobre todo en los momentos difíciles y complicados. Yo no puedo hundirme bajo el peso de mis fracasos cuando sé que Dios me mira de esa manera y me ve como la mejor de sus maravillas.

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JMValderas
4 de febrero de 2016 a las 10:49

El poiema de Dios, fray Martín, el hombre lo ha convertido en techne. La autoridad reguladora inglesa ha concedido al Instituto Crick la investigación con dinero público sobre modificación del genoma en los gametos y en el embrión. La cláusula es sabida: siempre y cuando no sean viables. Esa es la excusa de cara a la galería. La verdad es muy otra. La extrema simplicidad de la técnica CRISPR-Cas9 permitió en abril a investigadores chinos manipular embriones (siempre no viables, por supuesto...); ante el escándalo producido, todo un grupo de presión, el Hinxton, abogaba por la autorización en Occidente. Ya lo han conseguido. Por muchas leyes y caveats (salvaguardas) que pongan, la técnica, elemental, eficaz y accesible a cualquiera con una preparación somera en genética, se ha abierto la puerta.

Recuerdo que, mediados los sesenta, cuando Bernard logró el primer trasplante de corazón, un profesor de ética dominico, Todolí, publicó un libro sobre la ética de esa praxis, entonces novedosísima. Quienes andamos en los fregados de la ética de la manipulación genómica (edición genómica), nos encontramos bastante inermes en lo doctrinal. Los científicos se reunieron en una conferencia cumbre en diciembre del años pasado sobre loos problemas éticos que plantea la posibilidad real de modificar el linaje humano. He ahí el nuevo hombre sobre el que la teología debería decir algo.

Encuentre las diferencias
4 de febrero de 2016 a las 17:28

Leo el texto de Gelabert y el poiema se transforma en poema, tanto que a Josef Mengele, de las SS, le haría rodar una lagrimita. Seguidamente leo al comentarista JMValderas, que desde la realidad científica nos pone los pies en el suelo y a Mengele se le ha fruncido el ceño. Es la diferencia entre palabras poético-teológico-hermenéuticas de las que tan dados son usar los sacerdotes y clérigos muchas veces a modo homilético almibarado de "sed buenos, sed misericordiosos, Dios nos ama", etc., y el peso de la ciencia y las realidades de los acontecimientos que exigen mucho más por parte de la Iglesia, más empaque y más estudio riguroso de las realidades temporales, estar en el mundo y dar respuestas al mundo.

Elih
5 de febrero de 2016 a las 04:14

Es agradable, diría que hasta reconfortante, que alguien pueda expresarse de una manera tan fácil y bella de Dios creador y de su obra creada...Es cierto que la Iglesia no debe descuidar reflexión y respuestas a tantos desafíos bioéticos; pero, para los que también somos Iglesia y vivimos una fe sencilla y hasta un poco poética, un escrito como éste alegra el corazón. Gracias Fr. Martín.

Antonio López Sernández
6 de febrero de 2016 a las 10:26

La Iglesia debe estar siempre abierta al progreso coherente, a favor de la vida, del amor, del sentido de la existencia en beneficio de la vida. Tiene que aprovechar la obra espléndida que ha hecho Dios: el hombre. Lo más grande que tiene es la inteligencia, la libertad y la capacidad de progreso, especialmente en el amor. Se ha progresado en medicina, bienestar... Y todo hecho por esa obra de la que Dios se siente orgulloso, el hombre. Pero también esta inteligencia es capaz de crear armas, métodos destructivos, técnicas abortivas realizadas por comodidad, irresponsabilidad, egoísmo... Esto denigra y degrada el poderío del hombre. Porque el hombre es capaz de estas barbaridades, también tiene de poder de evitarlas progresivamente. La corrección también es signo de grandeza abierta a la vida, a la realización. La posibilidad de darse cuenta del camino equivocado también muestra la grandeza del ser humano.

mar
6 de febrero de 2016 a las 10:28

Ante tanta hermosura como contiene esa gran obra de arte, cuando la contemplamos,
no podía acabar sino con un grito de coraje y esperanza: "se valiente ten ánimo,espera en el Señor" El hobre tiene que habérsela con la vida y sus peligros;
necesita refugios donde acogerse. Ha aprendido a no confiar en los poderosos de la tierra, y sabe por experiencia que solo salvan el poder y el cariño de Dios.
Este poder y amor suscitan la confianza del hombre,y en esta confianza se basa su seguridad. Y esta seguridad se transforma en gozo de vivir,vivir plenamente.
Gracias fray Martín....

juan garcia
23 de agosto de 2022 a las 17:12

Quien podria construir un cerebro humano, sino Dios? Solo Dios puede ser nuestro creador. Y como puede y quiso, aqui estamos, como producto de su amor. Obra insuperable, falible no obstante;lo mas perfecto posible, casi dioses, capacitado para comunicarse amorosamente con su creador. Ciertamente, fray Martin, maravilloso!!

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