Ene
El diálogo une
2 comentarios¿Sería posible dar un paso más allá de la semana de oración por la unidad de los cristianos y hacer todos los años algo parecido a lo que hizo, por dos veces, Juan Pablo II en Asís, invitando a orar a los líderes de las distintas religiones, y que cada año se encargara de convocar un líder distinto? Evidentemente, se supone que a esta reunión anual también asistiría el Obispo de Roma, aunque no la convocase. Es lógico que en Asís, el Papa fuera el “centro” de la reunión. Pero si la reunión la convoca cada año un líder distinto, el centro lo ocupará el anfitrión que la convoque.
Las divisiones son cosa de este mundo. Quizás inevitables, pero de este mundo. ¿Por qué no hacer de los acontecimientos del cielo signos de unidad? Allí eso de la santidad no funciona como aquí. Por eso, sería bueno que nos intercambiásemos los modelos y, que unos y otros, considerásemos dignos de ser imitadas a las grandes figuras de las distintas confesiones y religiones. Proponer esto, si no de forma oficial, al menos de forma oficiosa, sería un signo rompedor, sin duda, pero significativo. No hay que pensar que cualquier reconocimiento de la bondad ajena es una descalificación de la propia bondad. Ponernos en camino es hacer gestos concretos. Hay algunos que, si se hicieran, resultarían tan sorprendentes que uno pensaría que hemos acelerado mucho el paso.
Una cosa más: hay que mantener el diálogo ecuménico e interreligioso a toda costa. Hay que utilizar palabras persuasivas y positivas, que comiencen por reconocer lo bueno que hay en el otro. Y hay que trabajar juntos a favor de la paz y en contra de la violencia; a favor de la dignidad humana y en contra de la pobreza. En ese trabajo podemos ir muy unidos. Cada uno debemos proponernos convencer de la necesidad de este trabajo conjunto a los fieles de otras religiones o confesiones que conozcamos. Muchos líderes musulmanes, en respuesta a los trágicos sucesos ocurridos recientemente en París, han hecho declaraciones públicas y claras contra el terrorismo cometido en nombre de Dios. Por su parte el Papa acaba de decir en Sri Lanka: “Nunca se debe permitir que las creencias religiosas sean utilizadas para justificar la violencia y la guerra”.
Nosotros, desde el contacto mutuo, que casi obliga a reconocer al otro que no somos peligrosos y que hasta podemos ser amigos, tenemos que proponer acciones positivas que favorezcan la convivencia. La unidad se construye a base de pequeños gestos. Conscientes de que en este mundo la unidad siempre será imperfecta. Se perfeccionará en la Patria.