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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

8
Ene
2014

El amor: praxis y fuerza unitiva

6 comentarios

En este mundo no hay amores puros y desinteresados. Estos amores son, en todo caso, escatológicos. Eso no quita que, en este mundo, podamos purificar cada día nuestros amores, a fin de hacerlos más desinteresados y generosos y, si somos cristianos, hacerlos cada día más parecidos al amor que en Jesús se manifiesta.

El amor es una fuerza unitiva. Une los cuerpos, las mentes, los espíritus y las voluntades; une a las personas y a las sociedades, no más allá de sus diferencias, sino precisamente con sus diferencias. El amor convierte la diferencia en riqueza. El amor también une a las personas con Dios. El amor llena de sentido la vida. Allí donde falta el amor, las personas se sienten vacías y se separan cada vez más unas de otras. Lo más grave es que allí donde falta el amor se corre un serio peligro de muerte. No sólo porque la soledad produce tristeza, sino porque la falta de amor conduce a la rivalidad, a la enemistad, al odio. El odio es una fuerza tan poderosa como el amor, pero en vez de engendrar perdón, reconciliación y unidad, conduce a la venganza y a la aniquilación del otro.

El amor es también una praxis. Podemos discutir sobre lo que significa y supone el amor. Pero me parece que podemos estar de acuerdo en que el amor va más allá de los buenos sentimientos. Implica una actitud y un comportamiento. En este sentido los gestos del Papa Francisco, visitando los barrios pobres de Rio de Janeiro, haciéndose presente allí donde los inmigrantes africanos reclaman una entrada en Europa, respondiendo a personas concretas que solicitan su comprensión y su ayuda, teniendo palabras de consuelo y de misericordia con personas que se sienten heridas, incluso por la propia institución eclesiástica, son gestos que van en la buena dirección y marcan un camino.

Benedicto XVI dedicó la segunda parte de su encíclica Deus caritas est a la práctica del amor por parte de la Iglesia. Porque si todo se queda en discursos o hermosas exhortaciones estamos negando de hecho aquello mismo que pretendemos afirmar. La Iglesia, decía Benedicto XVI, es una comunidad de amor. De ahí la importancia de la actividad caritativa de la Iglesia. “La Iglesia, en cuanto comunidad, ha de poner en práctica el amor”. En esta praxis los cristianos no tenemos la exclusiva. Como tampoco tenemos la exclusiva, dicho sea de paso, en ninguna de las instituciones del amor, incluido el matrimonio. La marca cristiana del amor no está en la praxis, sino en la conciencia de la presencia de Dios en nuestros amores. El cristiano sabe que todo acto de amor tiene un alcance divino. Eso no cambia al acto, pero ofrece un sentido a la vida y debería llenarla de alegría.

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Isabel Cofiño
9 de enero de 2014 a las 21:10

sus reflexiones sobre el amor me hacen pensar ¡¡como cambiaría el mundo si nos entregaramos al AMOR !! yo, lo voy a intentar....

Pepa
10 de enero de 2014 a las 13:09

Lamento no estar de acuerdo con usted fray Martín, pienso que en este mundo sí hay amores puros y desinteresados. Hay amistades ("filia") que son puras y otros tipos de amor como "Agape" que también son puros. Se trata de vivir la pureza, y esto es importante para quienes hemos elegido vivir en castidad.

Gabriel Mistral
10 de enero de 2014 a las 13:36

Gracias Martín, por el post, es magnífico, y entre líneas se leen muchas cosas. Gracias.

Valero
10 de enero de 2014 a las 14:21

Los gestos del Papa Francisco y sus llamadas al amor concreto, me cuestionan sobre mi vocación de amor y también las cosas que dices me han ayudado. Tienes al decir que los cristianos no tenemos la exclusividad del amor. Todo hombre es creado a imagen de Dios y por eso lo propio del hombre, lo que lo hace humano y por ende, lo asemeja a Dios, es su capacidad de amar. No obstante yo creo que hay algo específico en el amor cristiano: Cristo. Él lo expresó drásticamente en su entrega en la cruz. Quizás la cosa no consista tanto en llegar a amar de una forma tan pura y total, como en aceptar que no soy capaz de amar así y que sin embargo Dios sigue enamorado de mí, de tal manera que eso me apremie cada día a avanzar en el amor a Dios y a los hombres. Gracias Martín

Benedicta
10 de enero de 2014 a las 20:17

El amor más perfecto es la caridad y es para este mundo:

" Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor (caridad), soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, nada me aprovecha..."
1Cor. 13,1-13

Hay algunos santos que lo han vivido con perfección como Beata Madre Teresa de Calcuta etc. Por lo que resultan verdaderos modelos a copiar.

mar
13 de enero de 2014 a las 00:53

Fray Martin. Su comentario me lleva a "todo gratis...amor gratuito"
El hecho de k me quiera no depende de k yo sea bueno o malo, merezca o desmerezca. El padre me ama gratuitamente: Él me comprende mejor k yo a mi mismo, y no tiene razones para amarme. Me ama porque me ama. Sencillamente es mi Padre. Desde los días eternos me llevó en su corazón. Llegado mi tiempo me colocó en el seno de mi madre y fue tejiéndome con cariño. Fui concebido en la Eternidad por el Amor y fui dado a luz en el tiempo por el Amor... Y todo gratis.
Gracias por su comentario

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