May
Dios se revela dialogando
4 comentariosPuede parecer extraño decir que Dios se revela dialogando. Porque el diálogo implica que los dos interlocutores son activos. Y se diría que cuando Dios se revela el único activo es Dios; el ser humano es pasivo, se limita a escuchar lo que Dios tiene que decirle y a obedecerle. Pero esta concepción de revelación en la que sólo Dios actúa sería más bien propia del Islam. El Corán pretende ser un libro dictado por Dios a Mahoma. Esta revelación como dictado sería además coherente con la imagen de Dios que ofrece el Corán: la de un Señor al que el hombre está sometido. El concepto bíblico de Dios es más bien el de Amor. Y el amor busca siempre ser correspondido. Si Dios es Amor parece coherente hablar de revelación como diálogo. Ya el Vaticano II decía que, al revelarse, Dios habla a los hombres como a amigos. Prolongando esta idea, Benedicto XVI, en su exhortación apostólica Verbum Domini ha escrito: “La novedad de la revelación bíblica consiste en que Dios se da a conocer en el diálogo que quiere tener con nosotros”.
Ahora bien, si hay diálogo, si el ser humano es algo más que un destinatario pasivo de la Palabra de Dios, ¿cómo entender la acción humana en este diálogo? De Dos modos. Por una parte podemos hablar de verdadero diálogo porque la revelación es una respuesta a las grandes preguntas que todo ser humano se hace. Aunque solo cuando Dios se revela descubrimos que en su Palabra hay una respuesta a las preguntas del hombre, cabría decir que lógicamente la pregunta es previa a la respuesta. Por tanto, tenemos una revelación que toma la forma de diálogo auténtico. Pero una vez que hemos acogido la Palabra de Dios, ésta pide por nuestra parte una respuesta; la oración, por ejemplo, es un modo de hablar a Dios respondiendo a lo que de él hemos escuchado al acoger su Palabra. También ahí hay diálogo. El ser humano primero pregunta, luego escucha una Palabra que, en ocasiones, reorienta su pregunta y corrige sus expectativas y, finalmente, responde. Es un auténtico interlocutor de Dios. Se comprende así que la revelación sea un diálogo (continuará).