Jun
Dios presente en el riesgo del amor
5 comentariosEl predicador hablaba de san José. Y lo hacía bien. Decía que una de las cosas más admirables en José era la conjunción entre duda y amor; explicaba cómo la fe le ayudó primero a vivir con la duda y luego a superarla. José, al ver el embarazo de María se tuvo que hacer muchas preguntas, pero el gran amor que le profesaba le invitó a no hacerle daño; por eso pensaba “despedirla en secreto”, sin armar escándalo, sin señalarla. Añadió el predicador: menos mal que el ángel del Señor acudió en su ayuda y le reveló el secreto del embarazo. Una vez conocido el secreto, José se mantiene al lado de María. Entonces el predicador dijo algo que me hizo pensar: “me pregunto por qué el ángel no se apareció antes a José, por ejemplo en el momento de la Anunciación”. Así, pensaba el predicador, se hubieran evitado todas las dudas, pues la cosa hubiera quedado clara desde el principio.
El ángel no se apareció antes a José (dejemos ahora de lado los modos de la aparición) porque Dios no hace magia. En la Biblia, la aparición de un ángel es un modo de expresar la presencia de Dios en la vida de alguien. Pero Dios no se hace presente de forma espectacular. Dios habla a través de los acontecimientos de la historia. Por eso el ángel no podía “aparecerse” a José antes de que se enterase del acontecimiento, puesto que le hablaba a través del acontecimiento. Cuando José se dio cuenta de que María estaba embarazada, lo lógico, si la amaba y confiaba en ella, fue que le preguntase lo que había ocurrido. Probablemente fue un diálogo difícil. Ninguno de los dos debía comprender gran cosa. Pero se fiaban el uno del otro. En este diálogo José y María cobraron conciencia del misterio que les envolvía. Y en este cobrar conciencia estaba hablando Dios. Fiándose de María (que probablemente debía entender que con ella estaba ocurriendo algo muy extraño), José se arriesgó, precisamente porque la amaba. A través del riesgo del amor, Dios se le hizo presente.