May
Diaconisas
8 comentariosUna periodista me ha llamado para preguntarme por la próxima celebración del domingo “pro orantibus”, que se celebra el 22 de mayo, día en el que recordamos la necesidad de la vida contemplativa en la Iglesia. No ha podido evitar preguntarme por la información según la cual el Papa ha dicho que creará una comisión para el estudio del diaconado femenino. Luego hemos terminado hablando del gran papel que hacen en la Iglesia las mujeres consagradas, pero también algunas laicas, hasta el punto de que, en muchos lugares de América y África, pero también de Europa, son mujeres (religiosas fundamentalmente) las que animan la vida parroquial, ocupándose de la catequesis, animando grupos de oración, atendiendo a los pobres, visitando a los enfermos y dándoles la comunión; y allí donde es necesario presiden las celebraciones de exequias, de bautismo y liturgias dominicales con comunión. Del papel de la mujer en la Iglesia se habla mucho porque es necesario hacerlo más visible. Pero no hay que olvidar que, en este caso, la realidad va por delante de la visibilidad.
Me parece bien que el Papa nombre una comisión, en la que probablemente habrá una buena representación de teólogas y religiosas, para clarificar el tema del posible diaconado femenino y sus competencias. En este asunto habrá que tener en cuenta algunos aspectos y matices. En primer lugar, cuando se habla de diaconisas en algún escrito de los primeros siglos e incluso en el Nuevo Testamento (cf. Rm 16,1-2), la expresión no tiene el mismo alcance que el que actualmente damos a la palabra diacono. Hay un aspecto que puede abrir caminos, que el Catecismo de la Iglesia Católica (nº 1.554) reconoce, a saber, que los grados de participación en el sacerdocio de Cristo son el presbiterado y el episcopado. “Por eso, el término sacerdos designa, en el uso actual, a los obispos y a los presbíteros, pero no a los diáconos”. También habrá que tener en cuenta que el sacramento del Orden comprende tres grados: episcopado, presbiterado y diaconado. ¿Valdría decir que hay un grado del sacramento del Orden que no es sacerdotal y que a este grado no se le aplica la doctrina “definitiva” de que el sacerdocio está reservado a los varones?
Este y otros temas hay que afrontarlos con mucha paz. Cuando se habla de ministerios no se trata de privilegios ni de derechos, sino de servicios y de llamadas. Una pregunta que me ha hecho la periodista es si pensaba que abriendo la puerta al diaconado femenino iban a aumentar las vocaciones a la vida consagrada. Le ha sorprendido mi respuesta negativa. La vida consagrada no es un ministerio, es un carisma. Muchos de los que siguen ese carisma son laicos: hermanos de La Salle, hermanos de San Juan de Dios, etc., etc. Una cosa es el sacerdocio y otra la vida religiosa. Hay religiosos que son sacerdotes, pero la vocación a la vida religiosa y consagrada es distinta de la llamada al sacerdocio y de la llamada a ejercer el diaconado. Si uno entra en la vida religiosa con el sólo objetivo de ser diácono o sacerdote, se ha equivocado de lugar. Cosa distinta es que en ese lugar algunos sean sacerdotes o diáconos.