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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

17
Dic
2013

Demonios y ángeles

5 comentarios

En un post reciente, uno de los comentaristas suscitó la pregunta de por qué los ángeles caídos habían hecho una decisión irrevocable que no podía ser perdonada. Sin entrar en la existencia de los ángeles o de los demonios, me pareció oportuno contestar: “Todas las creaturas están llamadas a responder al amor de Dios. Y el amor es una respuesta libre. Cuanto más perfecta es una criatura, cuanta más luz tiene, más responsable es de sus actos y más decididas y acabadas son sus acciones. Al final nos encontramos con el misterio de la libertad. Si no fuera posible decir no, el sí no tendría ningún valor”.

Mi respuesta provocó esta reacción por parte de otro lector: “Dicho sea con todos los respetos, me ha extrañado la cuestión planteada sobre los ángeles caídos, pues personalmente me resulta muy difícil entender y aceptar lo que creo que forma parte de lo mítico e incomprobable de nuestra religión, como que esos ángeles, transformados en demonios, se dedican a malmeter a los humanos, como si nos hiciera falta”. Evidentemente, para hacer el mal nos bastamos nosotros solos, sin necesidad de que haya ningún demonio. De hecho, la existencia del demonio no ha sido nunca objeto de una declaración dogmática. Por tanto, cada uno es libre de opinar sobre esta cuestión, aunque es cierto que las intervenciones del Magisterio de la Iglesia dan por supuesta la existencia de los demonios.

Tan interesante como la cuestión de los ángeles malos es la de los ángeles buenos. En la Escritura, el ángel es signo de la presencia de Dios en la vida de una persona, desde una de estas dos perspectivas: Dios tiene un mensaje para esta persona, o Dios manifiesta que cuida de esa persona. Cuando se afirma que “el ángel del Señor anunció a María”, se está diciendo: Dios se hizo presente a María. ¿De qué modo? Eso ya no lo dice la Escritura, aunque, en demasiadas ocasiones, sea lo que interesa a nuestra curiosidad. Pero este interés denota la preferencia por cuestiones secundarias, que desgraciadamente olvidan la principal.

Me gusta lo que dice el artista dominico Miguel Iribertegui: "los ángeles representan una antropología escatológica: ni hombre ni mujer, eternamente joven, eternamente bello”. Jesús hablando del matrimonio utilizó parecidas ideas: los que sean hallado dignos de la resurrección no se casarán, serán como ángeles. El encuentro con Dios potenciará todas las dimensiones de nuestra existencia, pero las relaciones entre los seres humanos no serán como en este mundo. Nuestros encuentros se realizarán en un nivel que irá más allá de lo biológico, nos relacionaremos en el nivel más profundo y auténtico de nuestra personalidad.

Finalmente, hablando de los ángeles, recuerdo haber leído en Kierkegaard esta idea: ¡ángeles, ángeles! ¡Algunos dicen que no existen! Bien, pues compórtate tú como un ángel y así habrá ya un ángel en este mundo. En vez de preocuparnos por la existencia de demonios y de ángeles, lo que debería preocuparnos es lo demoniaco y lo angelical. Dos actitudes bien reales y posibles, una rechazable y otra deseable, al alcance de todos los humanos.

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Luis Cuadrado
17 de diciembre de 2013 a las 17:13

En España hay dominicos que ejercen el oficio de exorcista en sus diócesis.
Su opinión en este campo sería más válida que la mía o la de quien nunca se ha encontrado con herman@s a los que una oración de liberación les ha devuelto la alegría y la salud.

Fr José María García Trapiello, OP tiene un libro sencillo para entender mejor este campo escrito desde su experiencia.

Saludos

Andrés
18 de diciembre de 2013 a las 00:09

Martín, me siento muy honrado por la mención.

Con respecto a la existencia de ángeles y demonios, aunque no ha sido definido dogmáticamente ex cathedra, sí es una verdad de fe. Así lo afirma el catecismo:

328 La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. E1 testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición. (Sigue abordando este tema desde el número 328 al 395).

Con respecto a lo mitólogico del asunto, primero habría que ver qué sentido le damos a este término. Si nos imaginamos seres alados, con arpas y túnicas, evidentemente es algo mitológico. Sin embargo, no debemos confundir las imágenes con las realidades que representan, éstas serán siempre mayores.

Dios (ser espiritual) decide crear. En su acto libre puede crear seres de su misma naturaleza espiritual (ángeles). No hay contradicción lógica alguna. Más dificultad podría existir en el hecho de la creación del mundo material, en cuanto que pasamos de una realidad, la espiritual, a otra totalmente distinta, la material. Sin embargo, ¿qué dificultad hay en aceptar un acto libre creativo en el mismo orden natural (de Ser espiritual a seres espirituales)?

En ese sentido, los ángeles serían unas criaturas creadas por amor, al igual que el resto. La realidad es sumamente variada, por tanto ellos serían una creación más dentro de esta realidad hermosa y compleja que constituye el conjunto de lo existente (plano espiritual y material).

Si alguien tiene dificultad en aceptar esta realidad no estará en plena sintonía con la fe y tradición cristiana. Sin embargo, sobra decir que en la jerarquía de verdades ésta no es de las principales y necesarias para la salvación (al mismo nivel de la Trinidad o divinidad de Cristo).

Si el término "ángel" le supone a alguien excesiva dificultad por remitirle de inmediato a imágenes de tipo mítico, que lo llame "x". Son criaturas de orden espiritual (como Dios), creadas por Dios y llamadas a responderle con libertad, en cuanto seres inteligentes.

Finalmente, no es que los demonios tengan por misión malmeter, que ya nos sobramos nosotros. Ellos serían criaturas que han rechazado libremente el amor de Dios y, en cuanto que su decisión es objetivamente perversa, tenderán a pervertir al resto de criaturas racionales. Por poner un ejemplo, algo simple pero válido, podríamos pensar en el siguiente (conocido en mayor o menor medida por todos):

El típico hijo que lo tiene todo (dinero, comodidad, cariño, juventud, belleza...) y sin embargo decide escoger, libremente, el mal camino (drogas, desenfreno, lujuria, derroche, alcohol, malas compañías, desprecio y maltrato a los padres...) Esta persona, no sólo buscara a sus similares, sino que tenderá a pervertir a los demás. ¿No tenemos experiencia de alguien que conozcamos que toma drogas y nos incita a probarlas? ¿De alguien lujurioso que trata de llevarnos siempre a cuestiones sexuales? ¿de alguien violento que trata de llevarnos al límite de la violencia?, pues lo mismo en el caso de los demonios, en cuanto seres inteligentes y libres.

En fin, esto es sólo una pequeña reflexión, sin más pretensiones.

Un saludo cordial.

Anónimo
19 de diciembre de 2013 a las 02:02

Lo que más me ha gustado de el tema, es la "solución" aplicarnos para ser, angeles y no...demonios ISABEL

Valero
19 de diciembre de 2013 a las 18:14

Yo siempre he pensado que María tuvo la posibilidad de decir no, al anuncio del ángel, y esto es un misterio -el sagrado respeto de Dios hacia nuestra libertad- que no deja de asombrarme. Desde luego yo no me fiaría de mí mismo, pero Dios, que me conoce mucho más que yo mismo, sin embargo si que se fía de mí, y al hacerlo se pone en mis manos. Es algo que me supera porque me siento llamado a ser sus manos y sus pies y su boca, a amar sin límite, siempre, y esa vocación gime en mi como una herida, es el quejido de mi alma frustrada por mi incapacidad de amar de esa manera. En todo caso intento cada día educar mi libertad para acercarme a esa vocación de amor y no dejo de mirar a Jesucristo para que él venga y de una vez tome forma en mí.

Anonimo
16 de abril de 2019 a las 23:01

lo que no comprendo es que tuvieron en comun estos dos.

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