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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

2
Ago
2019

Cuidar unos de otros

2 comentarios
cociendopan

Cuidar del otro es un dato antropológico, un instinto muy humano, pero, desgraciadamente, coexiste con otro instinto contrario: pensar sobre todo en uno mismo. Bien entendidos, estos dos datos podrían ser compatibles, pues el cuidado de uno mismo no tiene que impedirnos cuidar también del otro. Si cada uno, además de cuidarse a sí mismo, cuida al otro, entonces los dos se cuidan y además son cuidados. De modo que el cuidado mutuo es un cuidado enriquecido, una ganancia para los dos. Mientras la competitividad nos empobrece, porque en el esfuerzo de vencer al otro nosotros perdemos fuerza, el mutuo cuidado multiplica la fuerza propia con la fuerza ajena.

Se diría que el ser humano está embargado por una serie de sentimientos contradictorios. Por una parte, la compasión parece una actitud consustancial a la naturaleza humana. Si nos cuesta ver el sufrimiento de los demás, y tendemos espontáneamente a ayudarles, es porque al contemplar a una persona con necesidades especiales o el rostro desfigurado de una persona por un accidente de tráfico, estamos contemplando nuestra propia posibilidad. Se trata de estados de dependencia que me podrían haber tocado a mí. Por eso, la situación del necesitado nos da pena y suscita nuestra compasión, porque consciente o inconscientemente vemos allí nuestra propia posibilidad.

Si la compasión es constitutiva de lo humano, no es menos cierto que el egoísmo parece estar en el origen de todos los males de la humanidad. Egoísmo significa amor a uno mismo. Ahora bien, hay distintos modos de amarse a sí mismo. Todos deseamos lo bueno, lo mejor, para nosotros. Pero hay un egoísmo que todo lo centra en uno mismo, por encima y a veces contra todo lo demás, reduciendo a los demás a mera posesión e instrumento. Este egoísmo se opone frontalmente al amor y, llevado a su extremo, desemboca en la soledad absoluta. Porque cuando uno sólo piensa en sí mismo, se queda solo consigo mismo.

Si llegase un momento en que, para cada uno, todos los demás estorbasen, eso sería el principio del fin de la humanidad, la guerra total, la búsqueda de la aniquilación de los otros, hasta quedar uno solo consigo mismo. Esta soledad absoluta sería también la propia autodestrucción, porque, de un modo u otro, siempre dependemos de los demás. El depender de los demás debería hacernos pensar en cómo sacar el mejor provecho a esta dependencia. La dependencia mutua puede traducirse en búsqueda de sometimiento. Como dependo de los demás, trato de someterlos para que me sirvan. Pero la dependencia puede traducirse en colaboración. Como dependo de los demás, y los demás dependen de mi, puedo hacer de esta dependencia mutua una ayuda mutua, un mutuo cuidado. Esta reflexión antropológica encuentra en el mensaje cristiano una excelente iluminación.

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Hormias
5 de agosto de 2019 a las 15:22

Esta sociedad suele mandar a los mayo
mayores a residencias para quitárselos de encima pero... En la casa tienen al perro

Mayor Thompson
5 de agosto de 2019 a las 15:29

Estoy contigo hormigas. El ser actual es el disfrute terrenal cañias y playita. Un señor de una etnia que lleva siglos entre nosotros me dijo la palabra vacación no está en mi diccionario... Tienen a los abuelos con ellos en casa

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