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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

2
Dic
2009
Mezquitas sin alminares
7 comentarios

En Suiza se celebran con frecuencia consultas populares sobre iniciativas ciudadanas. La última ha sido sobre la prohibición de construir alminares en las mezquitas. La prohibición ha contado con la mayoría del voto popular. El gobierno suizo mostró su decepción por el resultado. “Es una señal de alarma, un sentimiento de repliegue, de autodefensa de los ciudadanos”, declaró la Ministra de asuntos exteriores. A mi entender es un signo de rechazo de lo desconocido o, peor, de lo mal conocido. Un signo de miedo al diferente. Signo que hasta puede interpretarse como rechazo al Islam, sino como religión, al menos como cultura que supuestamente fomentaría la intransigencia y sometería a la mujer. En todo caso, un mal síntoma, un mal precedente, un obstáculo para la buena comprensión del Islam, una dificultad más para mantener relaciones cordiales entre pueblos, personas, religiones y culturas.

Se podía haber ido más lejos, votando contra la construcción de mezquitas. Puestos a buscar argumentos hubiera bastado recordar que en algunos países islámicos están prohibidos los lugares de culto cristianos, o que la considerada propaganda cristiana está penalizada fuertemente; más aún, que las conversiones de musulmanes al cristianismo pueden pagarse con la pena de muerte. Pero este tipo de consideraciones nos coloca al nivel de lo que consideramos malas consideraciones, nos pone a la altura (o a la bajura) de lo que rechazamos. Aparte de que siempre se puede aducir que hay países árabes en los que la convivencia entre el Islam y el cristianismo es sino modélica, al menos, aceptable.

En Suiza prohibir los alminares es una provocación que ni cambia ni arregla nada. Pensemos en España: ¿qué pasaría si, basándose en el artículo 87 de la Constitución, se presentasen iniciativas populares con leyes alternativas a las que patrocina el Gobierno? Es difícil predecir el resultado, pero se clarificaría lo que piensa la mayoría del pueblo español. Siempre sería posible manifestar el desacuerdo con lo votado, del mismo modo que es posible considerar que lo votado por los ciudadanos suizos no favorece la buena convivencia.

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30
Nov
2009
Víctima de un error y de un mal titular
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El pasado sábado los lectores de prensa “seria” se encontraron con un titular sorprendente y desafortunado: “La mirada del asesino de una niña de tres años”. En el periódico ABC, a toda página, aparecía la fotografía de un joven, cuya cara y mirada reflejaba estupor, desconcierto, tristeza, impotencia. Pero como la policía le detuvo como presunto asesino, la prensa aprovechaba para colocar titulares sensacionalistas y, en este caso, injustos. El mismo periódico de la fotografía a toda plana, al día siguiente, domingo, en un pequeño recuadro de la portada, publicaba la misma fotografía, bajo el título: víctima de un error.

Todos estamos en contra de la violencia. Resulta especialmente repugnante la violencia cometida sobre los niños. Pero hay muchos modos de manifestar nuestra repulsa. Y, sobre todo, hay que tener cuidado con las afirmaciones no probadas. Porque resulta  que este joven el sábado estaba acusado de malos tratos y vejaciones sexuales a una niña; el domingo parecía claro que todo era un error, que la niña cayó de un columpio y murió a causa de los daños causados por la caída. ¿Qué decían los informes médicos? Alguien se ha columpiado sobre la verdad y la justicia. Y sobre este pobre hombre siempre quedará una sombra de sospecha de maltratador.

Con este asunto de los malos tratos todos salimos malparados. No solo los niños y las mujeres. También hay varones injustamente acusados y no se puede presuponer, de entrada, que siempre tiene razón la acusadora, como parece que se tiende a presuponer. Hay mujeres que se aprovechan de esta sensibilidad cultural y judicial para sacar ventajas económicas en procesos de divorcio, aludiendo a malos tratos, cuando no poniendo a hijos por medio. Conozco algunos casos. Daría algún detalle, pero me da miedo que algún lector pueda reconocer a las personas. El hecho es que algunos varones también son víctimas de malos tratos por parte de mujeres sin escrúpulos, que pretenden seguir viviendo a costa del divorciado, dejándolo sin casa, con la mitad del salario, y poniendo a los hijos de su parte, en vez de ponerse a trabajar. Eso también hay que decirlo y denunciarlo.

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29
Nov
2009
Dudas de fe en sentencia judicial
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Una sentencia judicial argumenta con supuestas dudas sobre la fe de los padres para justificar la exclusión de los hijos de un colegio católico concertado. La historia es la siguiente: unos padres de familia han recurrido al juzgado para que se aumente el cupo de alumnos por aula y así sus hijos puedan entrar en el Colegio Portacaeli de Sevilla. Aquí hay un problema legal: la ley establece un número máximo de alumnos por aula y permite a los solicitantes de plaza escolar que marquen una segunda opción por si no puede atenderse la primera solicitud. Unas familias de Sevilla, al quedar excluidas de la primera petición, recurrieron al juzgado para que se ampliase el número de alumnos en las aulas.

El juez argumenta que, al ser la segunda opción un colegio público, eso plantea dudas sobre las convicciones católicas de los solicitantes. Me parece un razonamiento discutible y poco fundamentado. Puestos a sacar el tema “católico” el juez podría haber argumentado que con la segunda opción del colegio público no se daña la educación católica de los niños, porque el colegio público tiene obligación de impartir la clase de religión católica. Y quizás esta hubiera sido una buena ocasión para que los padres reclamasen que se impartiera con dignidad y altura. Más aún, podía haber dicho el juez, la educación católica no es solo ni principalmente asunto del colegio, sino sobre todo de la familia.

Los motivos por los que se solicita plaza en centros confesionales son variados. Unos buscan educación católica, otros la comodidad de la cercanía, otros se fijan en la calidad de la enseñanza. Aquí, como en otros aspectos de la vida, hay una amplia gama de grises. Pero me parece que deben quedar claras algunas cosas: la inoportunidad de un argumento judicial que plantea dudas sobre la fe del demandante; la necesaria clarificación, por parte de los padres, de los motivos por los que piden el ingreso en un colegio católico; y la urgencia, por parte de las familias católicas, de educar a sus hijos con el propio ejemplo y la madurez necesaria para que puedan afrontar las dificultades con las que, aún sin quererlo, se encontrará su fe.

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26
Nov
2009
Corrida de toros, ¿catequesis católica?
9 comentarios

Un comentarista del blog me ha hecho prestar atención a un artículo reciente publicado en ABC, “en defensa de los toros”. Llama la atención la relación que el periodista hace entre “ser católico” y “disfrutar plenamente de la fiesta de los toros” o, por el contrario, “ser católico del revés” y “anhelar su prohibición”. En este blog puede leerse mi respuesta a la intervención del amable lector, en la que me ratifico tras conocer el artículo: Me parece un planteamiento inadecuado, y un querer llevar el agua a un molino supuestamente católico en el que caben muchas aguas, pero en la que el agua de los toros no es la que mejor le conviene al molino.

El articulista hace consideraciones, al menos sorprendentes. Por ejemplo, que las corridas de toros serían una catequesis de la religión católica, que afronta la muerte “con gallardía, porque cree en la resurrección de la carne” y por eso, puede tomar a la muerte “muy en broma”. Bueno, bueno, bueno. Yo, como católico, prefiero no bromear con la muerte y no la afronto con gallardía, sino con una mezcla de temor y esperanza.

Este artículo es una muestra de la apropiación de “lo católico” y de la manía que tienen algunos de repartir certificados de “buen católico”. Lo peor de esas apropiaciones y de este reparto de certificados es la descalificación de los que no comulgan con la política o los gustos que subyacen en los apropiadores. En la Iglesia cabemos todos y es importante que nos respetemos todos. Caben los aficionados a los toros y los que prefieren ver suprimido ese espectáculo, los que juegan a la lotería y los que preferirían destinar ese dinero a obras de caridad, los partidarios de una mayor autonomía política y los defensores de una España más uniforme, los que votan a opciones políticas de derechas o de izquierdas; caben incluso los que no están de acuerdo con determinadas líneas pastorales de algún obispo.

El que identifica el ser católico con un determinado voto manifiesta que, para él, la política es más importante que el ser cristiano. Por si acaso aclaro que no pretendo aplicar una consideración similar al que piensa que solo un buen católico puede disfrutar de los toros.

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25
Nov
2009
Tristeza e ira de Dios
1 comentarios

El comunicante del que les hablaba en un post anterior, me lanzaba dos preguntas más: 1) ¿Dios se entristece con nuestros pecados o es impasible?; 2) ¿Qué es la santa ira de Dios? Esta persona, que ha estudiado teología, me añade que cuando realizó el examen final del primer grado de estudios teológicos, en el temario aparecía esta tesis: “la ira de Dios”.

Les cuento mi respuesta: Juan Pablo II, en una de sus encíclicas, habla del dolor que, como consecuencia del pecado, se encuentra en el corazón mismo de la inefable Trinidad. Este dolor podríamos entenderlo como la tristeza que Dios siente al ver que el hombre se pierde a sí mismo. No se trata de un Dios irritado porque se siente ofendido, sino de un Padre que sufre cuando ve lo mal que lo pasan sus hijos queridos. Lo que entristece a Dios es el daño que me hago a mi mismo o que hago a los demás. Hay algo en Dios que se corresponde al sufrimiento que se siente por el amado, el sufrimiento de la madre al ver sufrir a su hijo, al verle enfermo, al ver que se pierde, al ver que no ama a sus hermanos. Dios es misericordioso y se siente afectado por nuestra situación, porque su amor hace que se implique en nuestra realidad. Dios no es un legislador distante al que no afecta la situación de las personas.

Otra cosa es la posible ira de Dios. La ira es un pecado. Pero como en Dios no hay nada que sea equiparable al pecado, no puede haber ira en él. Cuando en la Escritura se encuentren expresiones de este tipo, hay que entenderlas como antropomorfismos que recuerdan la seriedad del pecado o como expresiones del apasionamiento con el que Dios mira al ser humano. Pero la Escritura deja claro que Dios no da curso al furor de su cólera, precisamente porque no es como los hombres (Os 11,9).

Todo lo que decimos de Dios es inadecuado para reflejar lo que “es”. Quizás sabemos algo de lo que Dios “no es”, pero no lo que “es”. Y, aunque hay que ir con cuidado al aplicar a Dios nuestros sentimientos, me atrevo a afirmar a propósito de la pena y de la ira en Dios: Un Dios apenado, sí. Un Dios irritado, al menos  en el sentido que solemos dar a esta palabra, no.

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22
Nov
2009
¿Qué belleza salvará al mundo?
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A veces se cita así una frase de Dostoiewsky: “la belleza salvará al mundo”. Situada en el contexto de su novela El idiota, se trata más bien de una pregunta: “¿qué clase de belleza salvaría al mundo?”. La pregunta, más que la afirmación, orienta en la buena dirección. Pues en sí misma y en la percepción que el hombre hace de ella, la belleza es ambigua, lo hermoso puede ser engañoso y sus encantos esconder lo inmoral. Como advierte el libro de la Sabiduría (13,1-10) los encantos del universo pueden conducirnos a preguntar por la belleza de su Autor o podemos quedarnos en las cosas creadas, precisamente seducidos por su belleza.

Por su insuficiencia y ambigüedad la belleza del mundo no puede ser salvadora. Ella es la que necesita ser salvada y protegida. La belleza que salvará al mundo es la del bien y la verdad. No hay otra verdadera belleza. Porque el bien, la verdad y la belleza son indisociables. Pero puesto que la belleza despierta lo mejor que hay en nosotros, puede provocar la pregunta por el Misterio. ¿Por qué la rosa es bella?, se preguntaba Eckhart. ¿De dónde proviene su misterioso fulgor?

Cuando miramos la naturaleza con ojos egoístas nos preguntamos por su rentabilidad y utilidad. La naturaleza se convierte así en un lujo para ricos y poderosos. Cuando nuestra mirada es contemplativa surgen otro tipo de preguntas que nos orientan hacia lo profundo del ser, hacia la gratuidad y el misterio de lo real y, en definitiva, por decirlo con palabras de Tomás de Aquino, hacia el “Dios hermoso, causa de la armonía y del brillo del universo” (II-II,145,2). Este Dios, Hermosura tan antigua y siempre nueva (San Agustín), nos invita a cuidar razonablemente de los recursos naturales y a una práctica efectiva de la solidaridad interhumana.

(Escrito antes y publicado con ocasión del encuentro de Benedicto XVI con los artistas en la Capilla Sixtina este pasado sábado).

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20
Nov
2009
Hay hambre y sobra comida
8 comentarios

Esta semana se ha celebrado en Roma una cumbre mundial sobre seguridad alimentaria, organizada por la FAO. El Secretario General de la ONU y el Papa Benedicto XVI se han hecho presentes. No han asistido los líderes de los países ricos, tampoco ha asistido el Sr. Rodríguez Zapatero. ¿Será que el asunto no les interesa?

En su discurso, el Papa, tras constatar el incremento dramático del número de personas que sufren el hambre, ha dejado claras dos cosas: una, no hay relación de causa-efecto entre el incremento de la población y el hambre, lo cual se confirma por la deplorable destrucción de excedentes alimentarios en función del lucro económico. O sea, sobran alimentos, pero no hay voluntad política de que lleguen a todos, porque la voluntad que prima es la económica; no se busca alimentar a los hambrientos, se busca obtener el máximo beneficio, aún a costa de los hambrientos. Esta mala política, llega a decir el Papa, tiene repercusiones en la consecución de otros derechos, empezando por el derecho primario a la vida. Si entiendo bien, eso significa que para asegurar dignamente el derecho a la vida es necesario previamente, o al menos simultáneamente, erradicar la pobreza y sus causas.

En segundo lugar, el Papa ha dejado clara la responsabilidad de los unos sobre los otros, fundamentada en la común pertenencia a la familia humana universal. Esto hay que entenderlo bien: no se trata solo de que como todos somos hermanos, nos tenemos que ayudar. Se trata de que los bienes de la tierra son de todos para ser repartidos entre todos. Por eso el Papa habla no solo de una solidaridad animada por el amor, sino de una justicia que induce a dar al otro “lo que es suyo”, lo que le pertenece como miembro de una familia en la que los bienes son comunes. Algo de eso decía Tomás de Aquino, como bien ha notado Bernardo Pérez Andreo. La consecuencia es clara: si un pueblo necesitado se apropia de los bienes superfluos de otros pueblos, no roba porque toma lo que es suyo. ¿Cómo traducir eso políticamente? Por ahora no hay traducción, lo que hay son represalias y tribunales internacionales para castigar a los que se atreven a tomar lo “suyo”.

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17
Nov
2009
El placer está en tu mano
18 comentarios

La Junta de Extremadura, y parece que el Gobierno de Andalucía pretende imitarles, ha publicado un libro para la educación sexual de los adolescentes, con el ingenioso y malintencionado título de “el placer está en tu mano”. Ni lo he leído, ni tengo interés en hacerlo. El libro no ha gustado a todos. Lo comprendo. Porque introducir en el libro un taller sobre la utilización de juguetes eróticos, entre otras lindezas, no es precisamente educativo. Por tanto, es perfectamente legítimo que algunos padres no estén de acuerdo con que estos procedimientos sean aprendidos por sus hijas e hijos sin el necesario control paterno-materno.

Cosa distinta es la necesidad de una buena educación sexual, que ya se imparte en centros educativos, estatales y concertados. En principio no hay nada que oponer a esta educación. Los padres católicos buscarán, como es lógico, que se imparta según los principios de la moral católica. Tiempo atrás no se impartía educación sexual. La consecuencia era que los niños y adolescentes aprendían por otros medios lo que puede enseñarse desde la dignidad y la belleza. Porque el cuerpo humano es santo, digno y bello, imagen de Dios. Este cuerpo está sexuado y la sexualidad tiene implicaciones en todo lo que hacemos. Vivida cristianamente no solo resulta más humanizadora, sino incluso más placentera.

Convendría que diésemos al término placer toda su nobleza. La Biblia califica las relaciones con Dios de auténtico placer: “sea el Señor tu placer y él te dará lo que pide tu corazón”, se lee en el libro de los Salmos. Porque efectivamente, hay placeres de todo tipo, y los corporales, siendo muy dignos, no son los mejores. Hay también placeres espirituales, que llenan el corazón: el placer de pasear, de escuchar música, de leer un libro, de conversar con un amigo. Todos necesitamos el placer como compensación de las tristezas de la vida. Por eso es importante ampliar su ámbito, para que nuestros jóvenes no lo identifiquen solo con el sexo. Y situar la sexualidad en el contexto del amor, para que nuestros jóvenes la disfruten dignamente y, disfrutandola, progresen en humanidad.

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15
Nov
2009
Noticia sin histeria no es noticia
6 comentarios

La Iglesia tiene vocación y obligación de hacerse oír. Tiene que hablar alto y claro, buscando los mejores modos para hacerse entender. Hay quien dice que, al estar tan rodeados de nada, una noticia sin histeria no es noticia. ¿Habrá que recurrir a la histeria para hacerse oír? Recurso peligroso. Puede provocar efectos hilarantes, contrarios a los deseados o, al menos, puede no producir el efecto deseado.

Cualquier católico sabe sobradamente que lo legal no coincide necesariamente con lo moral. No es menos cierto que no todo lo moralmente rechazable debe ser penalizado. Se comprende así que el legislador (sea cual sea su ideología o creencia) debe tener en cuenta las situaciones sociales a la hora de legislar. Puede ocurrir incluso que, en ocasiones, legisle sin estar en todo de acuerdo con lo que la ley implica. Para evitar males mayores, evidentemente. Eso sí, teniendo claro cuál es el mal mayor que se evita. La pregunta, por tanto, es: los diputados católicos que votan leyes no del todo coherentes con la moral católica, ¿tienen claro el mal que pretenden evitar? Conviene entonces que lo expliquen con mucha pedagogía. Un posible ejemplo puede ser la explicación del Presidente Obama ante el Papa, tras la cual no resultó condenado. Ya lo hice notar en un post anterior.

No cabe duda de que la Iglesia debe denunciar los males de nuestra sociedad, como hacían los profetas que, a veces, hasta resultaban hirientes con los que les escuchaban. Pero esa denuncia era efectiva porque el auditorio del profeta se identificaba con la visión del mundo que latía bajo la profecía. Cuando este no es el caso, es más eficaz el género sapiencial, que no significa género inocuo, sino un modo de hacer pensar, ofreciendo buenas razones y presentando positivamente experiencias de contraste. El sabio se pregunta cómo cuestionar sin condenar y cómo proponer sin imponer. Así queda más claro a unos y otros que el evangelio es gracia libremente acogida y que la moral evangélica es consecuencia ineludible del seguimiento de Cristo.

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13
Nov
2009
Contrición y atrición
2 comentarios

Hace unos días recibí un correo en el que un buen amigo me solicitaba que, entre otras, respondiera a esta pregunta: ¿Es posible hacer un acto de contrición perfecta?

He aquí mi respuesta: No es posible hacer un acto de contrición perfecta. Tomás de Aquino dice que la caridad (o sea, el amor con el que amamos a Dios) en este mundo es imperfecta. Se perfeccionará en la Patria, en el cielo. En línea con esta tesis de Santo Tomás yo diría que, en este mundo, nunca acabamos de arrepentirnos del todo de nuestras malas acciones, siempre buscamos alguna explicación, dar una razón, un motivo de lo que hicimos. De ahí que clásicamente se distinguía un doble dolor de los pecados: el de contrición y el de atrición. Este último era considerado un dolor imperfecto, un arrepentimiento insuficiente, pero se consideraba suficiente para recibir el sacramento de la penitencia. Dicho de otro modo: la absolución suplía lo que de imperfección había en el arrepentimiento, suplía la falta de un “dolor perfecto” por los pecados. La Iglesia es sabia, conoce nuestra debilidad, por eso nos tranquiliza con fórmulas de este tipo, que podríamos traducir así: Dios nos ama a pesar de todo, nos comprende más de lo que nos comprendemos nosotros, nos quiere siempre y en toda circunstancia.

Vuelvo a la idea de Tomás de Aquino sobre la imperfección de nuestro amor a Dios en este mundo. Es un pensamiento que resulta a la vez consolador y estimulante. Consolador porque así evitamos falsos perfeccionismos que solo crean decepción al no lograrse nunca; y también escrúpulos innecesarios. Y estimulante, porque se evitan falsas satisfacciones y paradas. Con el amor a Dios no se acaba nunca. Siempre es posible ir a más.

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