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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

17
Ene
2010
Radio María y la cadena Ser
6 comentarios

Las polémicas manifestaciones de Monseñor Munilla sobre Haití y sus posteriores aclaraciones han suscitado nuevas declaraciones del Obispo. En un periódico de gran tirada, Munilla declaraba ayer: “De esta experiencia he extraído una enseñanza: la pregunta teológica que se me formuló sobre cómo entender la existencia de Dios cuando se produce una tragedia de esta magnitud es más propia de Radio María que de la cadena Ser”. Supongo que el Sr. Obispo no solo piensa en la pregunta sino también en la respuesta. Si interpreto bien, los oyentes de Radio María, no así los de la cadena Ser, estarían en disposición de entender que “el mal que sufren esos inocentes no tiene la última palabra, porque Dios les promete felicidad eterna” (esa es la respuesta teológica del pastor a la pregunta teológica de la periodista).

Más allá de toda polémica me gustaría hacer dos reflexiones. Una, la teología que se explica a los oyentes de radio María no debería diferir mucho de la que, cuando hay ocasión, se ofrece a los de la cadena Ser. Porque el cristiano debe dar razones de su esperanza a todo el que pida explicaciones de la misma, eso sí, con buenos modos y respeto (dice 1Pe 3,15). El creyente debe estar capacitado para confrontar su fe con las preguntas y dificultades que, desde la no creencia, puedan plantearle. Una teología solo para creyentes es una teología insuficiente. Por eso digo que a los oyentes de radio María les conviene escuchar buena teología (para que aprendan a responder cuando les pregunten), lo mismo que a los oyentes de la cadena Ser, para que comprendan la seriedad de la respuesta cristiana, aún cuando no puedan compartirla.

Mi segunda reflexión se refiere a los modos y contenidos de la respuesta. A veces será necesario aclarar que el cristiano no tiene respuestas para todo y que la claridad está reservada para la escatología. Hay momentos en que el cristiano tiene muchas preguntas. Jesús, en la cruz, no ofrece respuestas, sino que plantea muchas preguntas a un Dios que parece ausente cuando más se le necesita. Leí en Fernando Savater que lo malo de la teología es que cuando responde “Dios” se le acaban las preguntas. No estoy de acuerdo: cada vez que decimos Dios y cuanto mejor lo decimos, aparecen nuevas y más acuciantes preguntas. En teología (ocurre también en ciencia), a veces lo mejor no son las respuestas, sino plantear bien las preguntas.

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15
Ene
2010
Peligrosas comparaciones con... Haití
5 comentarios

Uno no sabe si los periodistas buscan provocar el titular con preguntas intencionadas o si los que responden no son conscientes de las repercusiones negativas de algunas de sus respuestas. Lo cierto es que, con alguna frecuencia, los Obispos hacen comparaciones entre situaciones espirituales y morales que afectan a España y otros acontecimientos graves ocurridos fuera de nuestras fronteras, bien hace tiempo, bien actualmente. Un elemento de comparación recurrente han sido los crímenes del nazismo. Ayer un Obispo comparó la situación espiritual de España con la desgraciada situación de Haití. Naturalmente, la agencia EFE encontró enseguida un titular provocativo que han reproducido otros periódicos de hoy. El Obispo se ha visto obligado a aclarar que sus declaraciones han sido distorsionadas y que de ningún modo él ha pretendido minusvalorar la desgracia que sufren los haitianos. Bienvenida la aclaración, y bien venidas otras aclaraciones que también precisan el pensamiento del que habla. Pero quizás sería mejor encontrar un lenguaje que no requiriese nuevas aclaraciones, porque muchas personas se van a quedar, en el caso que ahora nos ocupa, con el titular: “hay males mayores que lo de Haití, como la situación espiritual de España”. Las aclaraciones posteriores llegarán, sin duda, a menos gente.

Hay quien dice que las comparaciones son odiosas. En todo caso son arriesgadas y peligrosas. Para denunciar un mal no hace falta compararlo con otro. Porque puede suceder que no todos consideren que el uno es el más grave. Y entonces se suscite una discusión sobre cuál de los dos males es mayor y olvidemos que los dos son malos. Tampoco hace falta estar recordando, venga o no a cuento, que hay determinados males. Ya lo sabemos. Ahora no se trata de si hay otros males, ahora se trata de centrar nuestra atención y nuestra ayuda en el más reciente y más acuciante. El lenguaje es un instrumento maravilloso, pero hay que utilizarlo con cuidado. Porque estando en ocasiones de acuerdo con el “fondo” de lo que se dice, si las formas resultan beligerantes o inadecuadas, corremos el riesgo precisamente de que parezca que estamos en desacuerdo con lo que no lo estamos.

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14
Ene
2010
El terremoto, el antes y el después
8 comentarios

Tengo varios alumnos de la República Dominicana. Les acabo de preguntar si el terremoto que ha asolado Haití ha afectado a sus familias y conocidos. Gracias a Dios, todos están bien. Parece que cuando los conocidos están bien, todo está bien. Y no es así. No todo está bien. En Haití están muy mal. La naturaleza ha golpeado con mucha fuerza, con demasiada fuerza, tanta que hasta los ricos, que siempre están mejor protegidos, se han visto también afectados (el Palacio Presidencial, el edificio de la ONU, el palacio arzobispal).

 

Acontecimientos como este nos hacen caer en la cuenta de los límites de la naturaleza y de la fragilidad humana. Pero también deberían hacernos pensar en los motivos humanos que explican que las catástrofes naturales afecten siempre a los más pobres: los pobres no pueden construir casas antisísmicas, no tienen reservas de alimentos, de medicinas o de mantas para aliviar los males una vez producidos, no tienen hospitales en condiciones. No tienen nada.

 

Peor aún: el primer mundo, con sus expolios, sus invasiones, su apoyo a gobiernos corruptos, sus guerras, sus ayudas muchas veces condicionadas a la compra de armamento, no contribuye al desarrollo de estos países. Ahora los Estados Unidos y la Unión Europea dicen volcarse en ayudar a Haití. Bienvenida sea toda la ayuda. Esperemos que llegue a donde tiene que llegar. Pero, ¿y después qué? Dentro de unos días o semanas, cuando el terremoto ya no sea noticia, ¿nos preocupará la ayuda al desarrollo o seguiremos como siempre, con ayudas simbólicas y condicionadas?

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12
Ene
2010
Del "ruega por nosotros" al "¡presente!"
10 comentarios

Muchas asambleas orantes funcionan con el modelo del patronazgo, según el cual María y los santos son nuestros intercesores ante un Dios distante. María y los santos hacen el papel de puente que nos ayuda en nuestras peticiones ante Dios: “ruega por nosotros”. Hay otro modelo más estimulante de relación con María y los santos, que les sitúa, no entre Dios y los que habitamos en la tierra, sino junto con nosotros, todos unidos en comunión con Cristo.

 

Un ejemplo concreto del segundo modelo lo podemos encontrar en algunos pueblos de El Salvador. Allí la gente recita la tradicional letanía de los santos añadiendo los nombres de sus propios mártires por causa de la justicia, Oscar Romero e Ignacio Ellacuría, por citar dos más conocidos. A cada nombre el pueblo responde: ¡presente!, está con nosotros. Y así el fuego de estas vidas prende de nuevo en los que hacen memoria de ellos.

 

El primer modelo es más pasivo: se trata de pedirle a Dios que solucione nuestros problemas, buscando ayuda en aquellos que consideramos que tienen más influencia sobre el patrón. El segundo modelo es más activo y nos compromete a nosotros en la búsqueda de soluciones justas. La clave de este segundo modelo no es el recuerdo sentimental, sino el coraje de las derrotas y victorias de los que trabajaron duro antes que nosotros para hacer nuestras sus lecciones de ánimo. La memoria del pasado se convierte así en esperanza para el presente.

En todo caso, y más allá de los modelos, me parece que no acabamos de encontrar la fórmula adecuada de nuestras oraciones de petición. “Te pedimos, Señor, que ayudes a los pobres”, es una mala oración que presupone que el Señor es tu criado. “Te pido, Señor, que me des coraje y decisión suficiente para ser tu mano que ayuda al pobre”, es una buena oración que compromete al orante a realizar aquello por lo que ora. Si el orante, además, hace memoria de los santos, memoria en la que el santo se convierte en compañero de viaje, ¡presente! a su lado, entonces puede sentirse más estimulado para convertir la oración en práctica real.

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10
Ene
2010
Jesús dando la comunión
7 comentarios

En una de las sacristías que hay en los pueblos y ciudades de España me encontré con un retablo en el que se representaba la Cena de despedida de Jesús con sus discípulos. Ante mi sorpresa, el artista, por llamarle de algún modo, porque hay licencias que más que arte denotan ignorancia, representaba a los discípulos de Jesús sentados alrededor de una mesa. En uno de los lados de la mesa estaba solo Jesús y desde su lugar central y presidencial repartía el pan metiéndolo en la boca de sus discípulos, en forma de hostia redonda, que asemejaba las actuales. La imaginación del pintor, por llamarlo de algún modo, era realmente pobre. Se le podría haber ocurrido poner a Jesús frente a la mesa, de espaldas a los que estaban cenando con él, y hablándoles en un idioma que no entendían, como era entonces el caso del hebreo.

La celebración actual de la Eucaristía quiere ser y es una “copia” del “modelo” original de la Cena de Jesús. Sin embargo, es obvio que las coincidencias entre nuestro modo de celebrar y aquella Cena son mínimas. Eso nos debería hacer pensar en la libertad con la que la Iglesia ha procedido en la configuración del rito eucarístico. Y debería animarnos a buscar nuevas formas litúrgicas, atentas a la sensibilidad de cada época, que hagan transparente, comprensible y eficaz un simbolismo tan rico y fecundo. Un ejemplo son las mismas especies del pan y del vino en culturas en las que son desconocidos o no constituyen alimentos básicos. Algunos se preguntan qué impediría que la Iglesia autorizase a tomar como especies aquellos productos básicos que en cada cultura ayudan a ver a Cristo como alimento fundamental de la Vida. Eso dejando aparte que la identidad de nuestro pan y vino con los de los tiempos de Jesús es muy relativa. Basta recordar que el capítulo sexto del cuarto evangelio, capítulo eminentemente eucarístico, nota expresamente que el pan repartido no era de trigo, sino de cebada, o sea, el pan de los pobres.

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7
Ene
2010
Caperucita Roja y Moisés
6 comentarios

Salvando las distancias, Moisés tiene algún parecido con Caperucita Roja. Ambos están llamados a una misión: llevar al pueblo de Dios a la Tierra Prometida y llevar la comida a la abuelita. Ambos se enfrentan con un poderoso enemigo: el faraón y el lobo; ambos tienen que atravesar una tierra inhóspita, llena de peligros para cumplir su misión: el desierto y el bosque. Hay una diferencia fundamental entre estas figuras: mientras Caperucita es un personaje claramente fantasioso, Moisés es el referente de la fe israelita y apunta a lo real. Como tal referente es también figura y anticipo del definitivo y verdadero Moisés, de Jesús, que conduce a quienes le siguen a la verdadera Tierra Prometida, que es el seno del Padre.

La figura de Moisés pide ser actualizada por cada uno de los creyentes, que tenemos una misión que cumplir en la vida, superando para ello muchas dificultades. Es interesante notar que, según cuenta la Biblia, Moisés no pudo entrar en la Tierra Prometida, no pudo disfrutar de los frutos de su esfuerzo. La Tierra Prometida la vio de lejos, pero no la alcanzó. Su misión es liberar al pueblo de la esclavitud y llevarlo a una tierra que mana leche y miel, una tierra de fraternidad. Pero quien disfrutará de esta tierra serán otros. ¿No es duro que otros sean los beneficiarios de mi trabajo?

La historia de Moisés es nuestra propia historia: disfrutamos de unos bienes que otros nos han dejado, y nosotros dejamos a nuestros hijos el fruto de nuestro trabajo. Eso, más que motivo de tristeza, debería ser motivo de gran alegría. Hemos cumplido con nuestra misión. Muchos de nuestros esfuerzos están orientados a dejar un mundo mejor a nuestros hijos, a las generaciones futuras. Posiblemente no veremos nosotros las consecuencias, positivas o negativas, del mundo que estamos construyendo.

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5
Ene
2010
Atentados eucarísticos y atentados fraternos
16 comentarios

Cada vez estoy más convencido de la necesidad de una buena cultura religiosa, al menos en los cristianos. Para evitar afirmaciones que, quizás dichas con buena voluntad, resultan aberrantes y hacen odiosa la religión. No es fácil desprenderse de la sensibilidad y, sin duda, algunos temas, tocan muy de cerca la sensibilidad de mucha buena gente. Por eso es todavía si cabe más importante una buena formación, para controlar dentro de sus justos límites esa sensibilidad.

No hace mucho, Lucía Caram lamentaba que hubiera personas que iban a la caza de políticos que se confiesan católicos, para comprobar si se atrevían a comulgar tras haber votado leyes contrarias a la moral católica. En este asunto, me importa la reacción de uno de sus lectores, que argumentó que el cuerpo de un bebé es menos inocente que el cuerpo de Cristo y tomar sacrílegamente el cuerpo de Cristo es algo así como una pederastia eucarística. Es una reacción extrema. Pero enlaza con la sensibilidad de quienes consideran que profanar la eucaristía es mucho más grave que un atentado contra un niño. Y no es así. Porque en la Eucaristía Cristo está presente “sacramentalmente”, bajo la forma de pan y de vino. Si se profana el sacramento, nunca se manipula a Dios, ni se hiere físicamente a Cristo.

Dicho de forma provocativa: si se pincha la hostia consagrada, de allí no sale sangre, porque no la hay. Una cosa es que el sacramento merezca un gran respeto y otra confundir los planos y pasar de lo sacramental a lo físico, deduciendo que una profanación del sacramento es una herida al Cuerpo de Cristo, supongo que al celestial (porque mundano ya no lo hay) y, por tanto, es más punible que una herida al ser humano, dada la mayor dignidad del ofendido. Cada vez que intentamos manipular a Dios, solo nos encontramos con el mundo. Y a través del mundo, sobre todo a través del prójimo, es como nos encontramos sacramentalmente con Dios. Por eso, se puede y debe decir que un atentado contra el ser humano es un atentado contra Dios. Lo que no se puede ni debe es comparar un atentado contra el sacramento con un atentado contra el ser humano, porque no hay atentados directos contra Dios.

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31
Dic
2009
La vida es espiral
12 comentarios

Un año más. El ciclo de las estaciones se repite, de la misma forma que se repiten los tiempos litúrgicos. Un año más en el que volveremos a celebrar los mismos acontecimientos cristianos. Y, sin embargo, al menos para el cristiano, la imagen del círculo que siempre retorna no es apropiada. La vida es irrepetible, cada momento es único y hay que aprovecharlo. No vuelve más. Para el cristiano la vida es una línea recta, una flecha cuyo destino es Dios.

Si la vida litúrgica parece circular, porque se repite año tras año, con los mismo tiempos y las mismas fiestas, no es porque el Señor de vueltas alrededor de nosotros o nosotros demos vueltas alrededor del Señor. Es porque celebramos la presencia permanente del Dios revelado en Jesús, recordando estos momentos de la vida de Jesús en los que Dios nos manifiesta su amor. En este sentido, la buena imagen para describir la sucesión de los años, cristianamente hablando, sería la espiral. Una espiral que ciertamente rueda, pero nunca pasa dos veces por el mismo punto, sino que haciendo círculos cada vez más amplios, avanza hacia adelante hasta alcanzar su objetivo en Dios.

Mi intención, durante el año 2010, es no fallar a las lectoras y lectores del blog. No me fallen ustedes, pues con su presencia estimulan mi reflexión y hacen posible el blog.

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25
Dic
2009
En el principio existía la comunicación
7 comentarios

Mucho se ha discutido sobre el mejor modo de traducir las primeras palabras del cuarto evangelio: en arje én ó lógos. Exactamente, ¿qué es lo que había en el principio? Traducir Logos por palabra parece reductivo. Porque Logos significa verbo, palabra, razón, argumento, afirmación, relato, mandato, sentido, y también diálogo, comunicación. No sería una mala traducción decir: “en el principio había comunicación”. Esta comunicación tiene su primera manifestación en el hecho mismo de la creación. Dios “dice” y aparece un mundo bello y ordenado. La creación es el resultado de la palabra de Dios.

La obra creadora alcanza su culminación en la aparición del ser humano, creado a imagen de Dios, precisamente para poder ser el interlocutor de Dios. La Palabra de Dios culmina su obra con la aparición de un ser “lógico”, capaz de responder. La comunicación se convierte así en diálogo. Con la aparición del ser humano se hace posible la reciprocidad y, por tanto, el amor. La capacidad de acogida y de respuesta al amor divino por parte del ser humano, hace posible el misterio de la Encarnación del Verbo. La Palabra, salida del seno del Padre, se hace encuentro personal con el hombre. La Palabra eterna inicia una peregrinación humana, no retiene su categoría de Dios y toma la condición humana en un gesto inaudito e insuperable de solidaridad.

La acción comunicativa de Dios en la Encarnación se prolonga en la comunicación interhumana. Cada vez que nos abrimos al hermano, cuando acogemos y somos acogidos, cuando hacemos de nuestras vidas una mutua hospitalidad, prolongamos la comunicación divina en nuestra historia presente. Contemplando el modo eminente por el que Dios se nos comunica, aprendemos lo que significa comunicación, encuentro, diálogo. “En el principio era el Verbo”, en el principio había diálogo, comunicación, para que esta comunicación continuase y se prolongase por todos los confines de la tierra.

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24
Dic
2009
Ha fallecido Edward Schillebeeckx
6 comentarios

Hoy se ha anunciado el fallecimiento de uno de los más grandes teólogos del siglo XX, el dominico Eduardo Schillebeeckx. Tenía 95 años. No voy a trazar aquí su biografía. Pero sí quiero dar gracias por su vida y por su ingente labor teológica. En uno de sus últimos libros Schillebeeckx dejó constancia de lo siguiente: "En los dos aspectos de mi pensamiento teológico, el crítico y el constructivo, he querido testimoniar a los demás la alegría y la esperanza que hay en mí: ¡soy verdaderamente un hombre feliz!". El tema de la gloria de Dios y de la felicidad del ser humano sería, a mi entender, un buen resumen de lo que subyace a toda su obra teológica.

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