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Feb2010Socialista, católico y contra el aborto
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Resultan interesantes las declaraciones del Embajador de España ante la Santa Sede, Francisco Vázquez. Una de las cosas que cuenta es que las relaciones con el Vaticano van más allá de lo estrictamente religioso, porque en la Santa Sede se tiene una muy buena información sobre lo que pasa en el mundo, una magnífica capacidad de intermediación (por ejemplo en el secuestro de rehenes) y un gran liderazgo de opinión.
Más allá de esta consideración sobre la conveniencia de buenas relaciones políticas con el Vaticano, interesa el análisis que hace de la mejora de la situación eclesial con respecto al Gobierno español. Las tensiones entre ambas partes derivan, según Vázquez, “más de las relaciones Iglesia española-gobierno de España que de las relaciones España-Santa Sede”. Esto, evidentemente, no lo van a reconocer ni en la Conferencia Episcopal ni en la Santa Sede, pero el diagnóstico del Embajador resulta, al menos, bastante creíble. También resulta creíble su afirmación de que “en el mundo de la iglesia hay pluralidad de opiniones y hay quien da a veces opiniones inoportunas”. Eso a unos les parecerá casi un obviedad, aunque sorprenderá a los que conciben la Iglesia como lugar de pensamiento único o, lo que es peor, de no pensamiento.
Seguramente lo más polémico de las declaraciones es lo referente a la ley del aborto. Llega a decir que la Iglesia “es consciente del esfuerzo de quien se ha movilizado, dentro del partido socialista, para limitar los daños de esa ley, por ejemplo, por lo que concierne al derecho de objeción de conciencia”. Por este motivo le resulta difícil entender que se pueda hablar de excomulgar a los políticos católicos socialistas…, precisamente los que han trabajado para mejorar esa ley”. Dicho lo cual, Vázquez aclara que el aborto no es un principio de izquierdas, sino todo lo contrario. Un ejemplo es el del presidente de Uruguay, socialista y agnóstico, que ha vetado la ley del aborto. La postura de izquierdas, dice, es defender al más débil, en este caso, el feto. Desde la izquierda, concluye, “se puede ser contrario al aborto, no sólo desde el catolicismo”.