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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

7
May
2010
¿Tomar posesión o acogerse?
2 comentarios

Hace tiempo que los buenos teólogos dicen que la Iglesia es una comunión. No hay comunión sin amor, libertad, respeto, porque comunión es mutua relación. La comunión no va en una sola dirección. Va siempre en doble dirección. Sin duda, en toda comunión pueden aparecer tensiones, debido precisamente a la libertad que guardan y se reconocen los que están en comunión. Cuando la tensión deriva en oposición entonces se rompe la tensión, aparece la ruptura y desaparece el amor. Si las rupturas son malas, las tensiones pueden ser expresión de la libertad en el amor. Hay tensiones que ayudan a crecer.

Es inherente a toda comunión y a todo encuentro interpersonal que el uno vaya hacia el otro y el otro hacia el uno. Si es solo uno el que camina hacia el otro, nunca habrá posibilidad de encuentro. Esto vale para las relaciones del párroco con sus fieles y de los fieles con su párroco. También vale para las relaciones del obispo con su presbiterio y de los presbíteros con su obispo. Vale para todo tipo de relaciones y de encuentros intra-eclesiales, incluido el encuentro matrimonial o el paterno-filial. Quiero insistir en el doble camino del “su”, del posesivo: porque los presbíteros son del obispo, pero el obispo también es de su clero. Como el padre es del hijo y el hijo del padre, la mujer del marido y el marido de la mujer. Si el camino solo va en una dirección (por ejemplo, que el hijo es del padre) y desaparece la otra (que el padre es del hijo), no hay relación, ni comunión, ni amor, ni libertad.

No me gustan las “tomas de posesión” en sentido único, ni siquiera las que parecen decentes, porque incluso éstas llevan un virus peligroso: el párroco toma posesión de su parroquia, el obispo de su diócesis, el marido de su mujer. Prefiero las mutuas acogidas.

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5
May
2010
Iglesia pobre para abrir nuevas puertas
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Me ha sorprendido una entrevista a Monseñor Rouet, Arzobispo de Poitiers, porque no es corriente escuchar cosas así en boca de un Obispo. Comienza con una afirmación fuerte: todo sistema cerrado y en posición de fuerza, incluido la Iglesia, hace posible las derivas financieras o sexuales. Por ello “hay que volver al Evangelio: la debilidad de Cristo es constitutiva de la forma de ser de la Iglesia”. Continua notando que la realidad es compleja; no basta plantear bien los problemas para resolverlos. Le preocupa que en la Iglesia se dé una “congelación de la palabra”. En consecuencia, lamenta que ya no haya “cuestionamiento” en la Iglesia. Lo que él detecta es “una atmósfera de suspicacia malsana”; y ofrece el siguiente dato: “algunas corrientes pasan el tiempo denunciando las posiciones de tal o cual obispo, haciendo informes contra uno, guardando fichas contra otro”. Y añade: “hay toda una corriente, que no reflexiona mucho, que ha asumido una identidad de tipo reivindicativo”.

El Arzobispo de Poitiers constata que hemos pasado de un cristianismo de costumbre a un cristianismo de convicción. Esto puede ser un elemento favorable para afrontar la crisis de vocaciones desde perspectivas nuevas. “¿La Iglesia debe apoyarse en sus clérigos o en sus bautizados?”, se pregunta. Y responde: “La iglesia debería confiar en los laicos y dejar de funcionar sobre la base de una división territorial medieval”. Desde esta perspectiva se podría plantear la posibilidad de ordenar a varones casos: “Si cambiamos la manera de ejercer el ministerio, si su función en la comunidad es otra, entonces sí, podemos considerar la ordenación de hombres casados. El cura no debe seguir siendo el patrón de la parroquia; debe apoyar a los bautizados para que se conviertan en adultos de fe, debe formarlos, evitar que se replieguen en sí mismos”, pues “el riesgo es que los cristianos se encierren y endurezcan simplemente porque tienen la impresión de estar frente a un mundo de incomprensión. Pero no es acusando a la sociedad de todos los males como alumbramos a la gente”.

Palabras discutibles, claro. Pero valientes. Hacen pensar. Son palabras en libertad.

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4
May
2010
A falta de Dios..., dioses
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A falta de Dios, necesitamos dioses. Los políticos lo saben muy bien: el pueblo necesita ilusión. Pero, claro, con cuatro millones de parados y más de un millón de familias en las que no entra ningún sueldo no resulta fácil ilusionarse. A falta de realidades ilusionantes vendemos circo y, si ni siquiera tenemos circo, vendemos falsas promesas que nunca se cumplirán. En esta España de nuestros amores últimamente tenemos bastante circo: las victorias de nuestros deportistas y las posibilidades de la selección española de fútbol en el próximo mundial, al menos, nos distraen y hasta logran hacer patria, unirnos en una traca, que hace ruido, aunque detrás solo haya humo.

Todos buscamos la felicidad y, por eso, necesitamos absolutos, porque lo queremos todo y nunca nos conformamos con menos. Nuestro corazón es pequeño, pero insaciable, porque tiene una capacidad infinita. Por eso cuando uno no sabe o no puede llenar el corazón con amores auténticos, busca sucedáneos que lo tranquilicen. Alguna vez he dicho a los jóvenes que el sexo –entiéndase: el sexo desordenado- es un mal sucedáneo del amor. Lo que en realidad buscamos es cariño, pero a falta de cariño…, lo compensamos con sexo.

Los teólogos medievales decían que en el ser humano hay un deseo natural de encontrarse con Dios. Un deseo que está inscrito en lo más profundo de nuestro ser. Cuando este deseo no se orienta hacia el Dios verdadero, el ser humano orienta el impulso de su deseo hacia una multiplicidad de objetos (la salud corporal o las riquezas del mundo, las amistades mundanas y los placeres del cuerpo, el afán de gloria y de prestigio, o la identificación con figuras deportivas, artísticas, políticas o incluso delictivas), que por su misma finitud y limitación le decepcionan siempre. Desviado de su buena orientación, el ser humano no conoce el descanso. Porque los dioses de este mundo duran poco y, por eso, resultan frustrantes.

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1
May
2010
Legionarios de Cristo: otra autoridad, otra formación
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La noticia eclesial del día es el comunicado de la Santa Sede sobre el resultado de la inspección a los Legionarios de Cristo. El comunicado no aporta datos nuevos. Confirma que Marcial Maciel tuvo comportamientos objetivamente inmorales confirmados por testimonios incontrovertibles. No se dice nada de los 20 o 25 mil millones de euros que, según algunas fuentes, controlan los Legionarios. Sí se dice que “gran parte” de ellos no estaban al corriente de las tropelías del fundador. Es una manera de decir que algunos sí lo sabían. ¿Quiénes? Es de suponer que sus más estrechos colaboradores, los que ahora están al mando de la Congregación. El comunicado de la Santa Sede no anticipa qué medidas concretas tomará Benedicto XVI para reconducir la situación. Me sorprendería que entre estas medidas no estuviera la destitución de la actual cúpula de la Legión. No estaría mal que se tomase ya alguna medida cautelar, a la espera de las definitivas.

El comunicado aporta tres elementos importantísimos, validos para todas las instituciones eclesiales. Uno sobre el carisma de la Congregación, que debe definirse por el seguimiento de Cristo y no, como ha sido una tentación permanente, por el nombre del fundador. Sobre todo, los fundadores modernos han cultivado en exceso el culto a la personalidad, lo que conlleva que los miembros de sus instituciones asuman de muy mala gana cualquier observación crítica sobre su líder. Otro se refiere a la necesidad de revisar el ejercicio de la autoridad, que debe estar unida a la verdad. La verdad exige claridad, no es posible que resplandezca allí donde hay secretismo, donde no se puede hablar claramente, donde no se da información sobre el por qué y el para qué de las cosas, o sobre dónde están los dineros y cuántos hay.

Finalmente se habla de preservar el entusiasmo de la fe de los jóvenes por medio de una adecuada formación. Cosa que me parece importantísima, porque sin formación el entusiasmo deriva en fanatismo, y no hay modo de anunciar el Evangelio al mundo de hoy. Me temo que esto de la formación no ha sido el fuerte de los movimientos, grupos, congregaciones modernas que, a lo sumo, la han sustituido por un biblicismo acrítico o por una supuesta fidelidad al Magisterio, reinterpretado por el fundador, sin saber muy bien lo que es o no es Magisterio, ni tampoco los motivos por los que el Magisterio dice lo que dice.

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30
Abr
2010
Con Mahoma no se atreverían
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De vez en cuando recibo correos con invitaciones a sumarme a campañas en defensa de la moral y la fe católica, o a añadir mi firma a determinadas peticiones, o a reenviar el correo para evitar grandes y dramáticos males. Acabo de recibir uno en este sentido. Anuncia una tragedia, “una gran conspiración mundial para destruir la Iglesia Católica, y en especial sus valores”. De ahí la necesidad imperiosa de “defendernos”. Se trata de una película aún no estrenada que, según los alarmados, presenta de forma distorsionada a Jesús y a sus discípulos. Películas así hay muchas. No tienen nada que ver con el Jesús histórico. Si no se utilizase su nombre seguramente nadie les prestaría atención. Pero, incluso con el mal uso del nombre de Jesús, es dudoso que tengan éxito si toda su historia se reduce a presentar falsas facetas de Jesús relacionadas con su orientación sexual.

Lo más sorprendente en estos envíos son los argumentos para apoyar la necesidad de actuar. Uno es que el peliculero busca negar la divinidad de Cristo. Ahora bien, una película ni prueba ni desprueba la divinidad (no olvidemos que no hace tanto tiempo hubo una muy sanguinolenta, en la que su director si no pretendía probar la divinidad, al menos sí buscaba sugerirla). Que Jesús es el Hijo de Dios es asunto de fe. Una fe coherente con los datos históricos, pero que no se deduce necesariamente de ellos.

Hay otro argumento más recurrente y peligroso: decir que los que se atreven a hacer esta distorsión de la figura de Jesús no se atreverían a hacer algo así con Mahoma y el Islam. Quien así argumenta parece desear la defensa violenta de las convicciones religiosas y, en cierto modo, la da por buena. Pero lo que necesita defenderse con violencia es porque no tiene razones. La violencia es la pérdida de la razón. La verdad se impone por la fuerza de la misma verdad. Cuando necesita otra fuerza para imponerse se descalifica.

No he citado títulos porque yo no hago propaganda de malas películas. Los que se dedican a enviar esos correos masivos sí la hacen; la hacen sin querer, pero la hacen. Para conseguir su objetivo de evitar que la gente –atención, la que recibe sus correos- vaya a presenciar la película, lo mejor sería ignorarla. No hay peor desprecio que no hacer aprecio.

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28
Abr
2010
La fe, don de Dios para entender a los curas
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Un alumno de la Facultad de Teología me envía una muestra de respuestas dadas en los exámenes por alumnos de clase de Religión. Respuestas de este tipo, que resultan divertidas y manifiestan el despiste de muchos alumnos, las hay en todas las asignaturas: “¿Qué es el Génesis? El mejor grupo de rock de la historia”; “¿Qué fue la Torre de Babel? Fue la primera escuela de idiomas del mundo”. De ahí no se deduce que los alumnos de Religión o sus profesores aprendan o enseñen mejor o peor que los demás.

Sin embargo alguna respuesta delata al profesor: “¿Cómo se convirtió San Pablo? Se cayó de un caballo por el susto que le dio Jesús”. El caballo apunta a la responsabilidad del profesor, porque es difícil que el alumno se lo haya inventado. El que se lo ha inventado es el profesor. Si alguno busca en el libro de los Hechos el caballo de San Pablo, no lo encontrará, porque no está, aunque muchos todavía se imaginan que está. Otras respuestas reflejan el ambiente social y la catequesis mundana que reciben los alumnos: “¿Cuál es el sexto mandamiento? Este mandamiento ya no se usa porque lo puedes hacer en cualquier parte”. Dígase lo mismo de esta otra: “¿Quién es Dios? Es un concepto muy difícil de definir porque como no existe no se puede decir”.

Hay respuestas que retratan los malos modos de ejercer el ministerio: “¿Qué es la fe? Un don que da Dios para entender a los curas en misa”. Es posible ver ahí el reflejo de algunas celebraciones en las que nada se entiende porque se lee mal y se predica peor. La última que ofrezco es otra denuncia que, desgraciadamente, puede tener su parte de verdad: “¿Qué es un sacerdote? En la Iglesia hay dos tipos de curas: los que creen en Dios y lo que no”. “Los que no” parece un poco fuerte. Digámoslo de forma suave: los que no resultan convincentes, los que predican de forma tan aburrida que parece que no se lo creen, los que en vez de predicar sobre cómo se cumple hoy el Evangelio, hablan de lo malo que es el Gobierno.

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26
Abr
2010
La primera comunión, asunto de familia
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Es tiempo de primeras comuniones. Hay un aspecto que, a veces, olvidamos y que me parece fundamental para que la primera comunión no sea la última, o se reduzca a una fiesta casi profana sin trascendencia futura. La primera comunión, tal como actualmente se plantea, es la culminación de una etapa de vivencia infantil de la fe, y el comienzo de otra que debe conducir a la madurez de la fe cristiana. Para que el niño camine hacia esta madurez es fundamental el acompañamiento y apoyo de la familia, empezando por los padres. Por eso habría que dejar muy claro que la primera comunión es un asunto familiar. No basta con dar una serie de catequesis a los niños. También son fundamentales las catequesis para los padres, pues la comunión del niño hay que encuadrarla en un entorno de vida familiar cristiana.

Los primeros responsables de la educación en la fe de los niños son sus padres. La mejor ayuda para apoyar y alimentar la fe del niño es la vida cristiana de sus padres. No tendría sentido acompañar a los hijos el día de la primera comunión y no acompañarles en la fe durante los años siguientes, tan importantes para su crecimiento humano y cristiano. Sin este contexto cristiano tiene muy poco sentido la primera comunión del niño, pues corre el alto riesgo de reducirse a una fiesta de “puesta de largo” en la que lo único importante son las fotos, la comida y los regalos. Conviene que todos tengamos muy claro que la única comida que importa es la eucarística y el mejor y único regalo es Jesús mismo que se nos da para ser alimento de nuestra vida y transformarla en una vida como la suya.

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25
Abr
2010
Subiendo el nivel
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Para que las malas noticias sigan siendo noticia hay que subir el nivel. Es lo que está ocurriendo. Y solo por esto vuelvo sobre el tema. El viernes, día 23, la Santa Sede aceptó la dimisión del Obispo de Brujas. El motivo, según declaración del propio obispo, es “haber abusado sexualmente de un joven” no solo cuando era sacerdote, sino “al comienzo de mi episcopado”. Por otra parte, los casos españoles, algunos conocidos hace tiempo, vuelven a recordarse y a publicitarse, en un intento, repito, de subir el nivel sobre un asunto cada día más desagradable.

Recuerdo lo dicho en intervenciones anteriores: nada de eso debe hacer tambalear la fe, porque la fe se sitúa en otro ámbito. Es un acto puramente teologal y su motivo único es teologal: Yo creo en el Dios que Jesús revela porque me fío de Jesús y porque el Espíritu Santo dispone mi corazón para aceptar la revelación de Jesús. Pero dicho esto, no es menos cierto que los casos de sacerdotes y no digamos de Obispos infieles a su ministerio, generan una crisis de confianza en muchas personas. Por este motivo, además de condenas, dimisiones y penitencias, se hace necesaria una reflexión serena y en profundidad sobre los causas que han conducido a esta crisis eclesial.

Ya sé que eso que digo, lo de la reflexión, puede ser interpretado como un cuestionamiento del celibato. Yo no cuestiono nada. Al contrario, me he pronunciado muy positivamente sobre el celibato. Pero sí digo que no hay que tener miedo a replantear las cosas. Sin duda, el celibato no tiene la culpa de nada, pero está presente en todo. Añado que es necesario explicar la historia de la Iglesia de otro modo, no como la historia de las glorias del Papado, sino como una historia llena de mucha luz y también de muchas penalidades. Si el Papa Alejandro VI, no hace tanto tiempo, tuvo seis concubinas y nueve hijos, pues que se diga, que no pasa nada. Incluso esas cosas pueden dar pie a una apologética que, si bien no justifica nada, explica alguna cosa. La apologética empleada por un Cardenal, no recuerdo su nombre, cuando Napoleón se pavoneó de que iba a destruir la Iglesia. Si nosotros, cardenales, obispos, curas, frailes y monjas, -parece que contestó-, no lo hemos logrado, ¿cómo piensa lograrlo su majestad imperial?

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23
Abr
2010
Las otras colectas, que son mejores
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Cuando se habla de colecta enseguida se piensa en la bandeja de la Misa, en la que se recoge dinero para atender las necesidades de la parroquia. Es de suponer que entre estas necesidades ocupan un papel de primer orden los pobres a los que ayuda la parroquia. Pero hay colectas mejores. También se llama colecta a la oración que el presidente de la celebración, en nombre de todos, dirige a Dios, inmediatamente después del acto penitencial. Es la primera oración de la Eucaristía. Y se llama colecta precisamente porque “recoge”, hace recolección, no de dinero, sino de los sentimientos de la asamblea reunida para celebrar el memorial del Señor. Sería una pena que no prestásemos atención a esta oración colecta, porque ella deben orientar nuestro corazón y nuestra mente durante toda la celebración. En ellas encontramos una rica doctrina que es una buena expresión de nuestra fe.

En estos domingos de Pascua las colectas hablan de resurrección y de vida. La del próximo, después de dar gracias a Dios por el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, le implora que nos conceda la alegría eterna del reino de los elegidos; y la del siguiente domingo, el quinto de Pascua, pide que podamos alcanzar la libertad verdadera y la herencia eterna. Eso de hablar de vida eterna no está muy de moda. Incluso los cristianos solemos hablar de la necesidad de mejorar el mundo, pero “no nos atrevemos a decir que su meta es la vida eterna y que de la meta vienen luego los criterios de la vida" (Benedicto XVI).

La gran alegría del cristiano, su gran esperanza, es que la vida eterna existe, que es la verdadera vida y que de esta vida viene la luz que ilumina el mundo. Esta esperanza, lejos de evadirnos de nuestras responsabilidades presentes, es un motivo más para comprometernos a transformar nuestra vida y nuestro entorno según los criterios del mundo nuevo que esperamos, un mundo reconciliado y en paz, sin mal ni lágrimas, en el que ya no habrá que hacer colectas de dinero, pues sobrará pan para todos y el amor será el criterio que todo lo determine.

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21
Abr
2010
El velo islámico
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Primero la sacaron de clase, no del Instituto; luego la admitieron de nuevo en clase hasta que el Consejo Escolar decidiera si cambiaba el Reglamento. Finalmente tendrá que buscarse un nuevo Colegio porque el Consejo Escolar no ha modificado la norma que dice que en el Instituto “Camilo José Cela” de Pozuelo de Alarcón se prohíbe que los alumnos asistan a clase con la cabeza cubierta. La norma fue pensada para que los chicos no llevasen gorras dentro de las aulas, pero se ha aplicado al velo islámico que Nawja decidió ponerse y no quitarse. Otras compañeras, españolas de origen marroquí como ella, se han solidarizado, poniéndose el velo a la entrada y a la salida del Centro escolar, pero quitándoselo dentro del aula. No sé si estas chicas sabrán que en el país de origen de sus padres se está expulsado en las últimas semanas a misioneros cristianos y que, en Marruecos, un conflicto con la autoridad se soluciona más expeditivamente que en España. Pero nosotros, los españoles, debemos reaccionar en función de nuestras convicciones y no en función de lo que hagan los vecinos.

A la hora de reaccionar, podría ser útil recordar que el pañuelo sobre la cabeza de las mujeres tiene raíces bíblicas. San Pablo dice que las mujeres deben cubrirse la cabeza como señal de sujeción (1Co 11,10). Eso que, cuando lo hace una cristiana, ya no parece señal de sumisión, parece signo de sometimiento si lo hace una musulmana. A mi entender, lo mejor que podemos hacer frente al velo islámico es primero respetarlo, luego no darle importancia y finalmente, si podemos, hacer una labor pedagógica, dejando claro que, quien se lo pone, debería hacerlo desde la más absoluta libertad. Y si conocemos algún caso de alguien que es forzada a llevarlo, denunciarlo. La labor pedagógica podría también notar que cuando los símbolos religiosos se absolutizan (pero ahí entran todos los signos, cristianos incluidos) pueden convertirse en ídolos, pues solo Dios es Absoluto. Los signos religiosos son importantes; cuando se absolutizan, en un sentido o en otro, pierden su sentido profundo y, a veces, desgraciadamente, se convierten en motivo de conflicto.

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