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Jun2010Las tentaciones de Jericó
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Jun
En la montaña de Jericó hay un Monasterio de monjes ortodoxos, el Monasterio de las Tentaciones. Allí, junto a una buena cantidad de iconos, se puede ver una piedra sobre la que, supuestamente, Jesús fue tentado por el diablo. Mejor no entremos en consideraciones teológicas sobre el sentido de los relatos de las tentaciones, no sea que concluyamos que la tentación acompañó a Jesús a lo largo de su vida entera y que, por tanto, si piedra había, podía estar en cualquier lugar por los que Jesús pasaba. En Israel enseñan muchas piedras, bastantes al fondo de una escalera. Para ver la que enseñan en este Monasterio hay que subir la escalera.
Como ocurre en todos los lugares cristianos de Israel, alrededor de las piedras y, en nuestro caso del Monasterio, se encuentra un complejo comercial. Ya se pueden imaginar su nombre: Las Tentaciones. En el complejo, además de servicio de bar y restaurante, es posible comprar todo tipo de objetos y recuerdos: zapatos, camisetas, rosarios, cruces, medallas, joyas, postales. En todo Israel resulta llamativo el contraste entre los lugares religiosos y los negocios que, bajo cobertura religiosa, incitan a un consumo de dudosa utilidad. A la salida del Monasterio de las Tentaciones, pensaba yo que la tentación estaba en este consumo. Se trata de un comercio en el que funciona la picaresca. De entrada, los precios son altos, para rebajarlos considerablemente y provocar así un mayor consumo. Incluso me di cuenta de que uno de los críos –diez años, calculo yo- que a la bajada del Monasterio pedía limosna, era el mismo que un poco más adelante atendía el puesto de los helados. Niño pluriempleado. ¿Qué futuro le espera?
Cerca de Jericó está Betania. Allí enseñan una tumba. No hace falta que diga quien dicen que estuvo. En la tumba se encuentra un aspecto complementario del comercial. En las paredes de la antesala de la tumba y en la tumba misma hay inscripciones del tipo: “Nicolás estuvo aquí”, o “Pepito quiere a Pepita”. El comercio y el turismo son cosas estupendas. Pero no deberíamos perder de vista el sentido religioso de una peregrinación.