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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

3
Jun
2011
¿Me amas?
5 comentarios

Jesús, una vez resucitado, preguntó a Pedro y nos sigue preguntando a cada uno de nosotros: ¿me amas?. ¿me amas más que a todo lo demás?, ¿estás dispuesto a dejarlo todo por mi amor?

 

El que ante una pregunta así responde: ¿y qué me vas a dar si te amo?, no entiende nada de amores. El amor no se sitúa en el terreno del interés, sino en el de la gratuidad. Te amo porque sí, porque no entiendo cómo mi vida tendría sentido sin ti. Cierto, uno intuye que la gratuidad del amor esconde una sorpresa: el ciento por uno en esta vida y la vida eterna. Pero esta sorpresa viene por añadidura. Porque el amor vale por sí mismo. No es un asunto de interés. Es un asunto de calidad de vida.

 

Si tú, como Pedro, eres capaz de decir: “Señor, tú sabes que te amo”, entonces escucharás su voz potente y seductora que te dice: “Sígueme” (Jn 21,29). El seguimiento tiene una meta: “Me voy al Padre” (Jn 14,28), “para que donde esté yo, estéis también vosotros” (Jn 14,3). Todos juntos viviendo en el amor: “Yo estoy en mi Padre, vosotros en mi y yo en vosotros” (Jn 14,20).

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1
Jun
2011
Obispo en huelga de hambre
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No me gustan las huelgas de hambre, porque no me gusta el hambre. Aunque comprendo que hay situaciones que ponen a las personas al borde de la desesperación, hasta el punto de que no encuentran otro medio que la huelga de hambre para reclamar lo que consideran justo. Pero resulta muy sorprendente que sea un Obispo el que inicia un ayuno voluntario. Debe ocurrir algo muy grave. En la Iglesia de Belén, en el centro histórico de Quito, el obispo dimisionario de Sucumbíos, Monseñor Gonzalo López Marañón, realiza un ayuno con la finalidad de orar por la reconciliación eclesiástica en su antigua diócesis. ¿Qué ha ocurrido para que haya enfrentamientos? Tras la dimisión de López Marañón, carmelita descalzo, se nombró un administrador apostólico Heraldo del Evangelio. Ahí comenzaron las desavenencias entre los frailes carmelitas, que habían colaborado con el Obispo, y las nuevas huestes que el administrador pretendía introducir. La situación llegó a un punto tal que la Conferencia Episcopal pidió a los carmelitas y a los heraldos que dejasen la diócesis.

No parece buen método equiparar a veteranos con primerizos. Ni adecuado el “borrón y cuenta nueva”, sobre todo si el borrón conlleva una descalificación de personas y trabajos bien valorados. Llama la atención comprobar como el contacto con la gente, sobre todo con los pobres y necesitados, cambia a los pastores. Sin duda, el trabajo con los pobres marca el modo de rezar y de celebrar la fe. Y el conocimiento de las personas y sus problemas descubre virtualidades inéditas en la Palabra que modulan la predicación. Algo de eso debió ocurrirle al obispo dimisionario y a los carmelitas que trabajaban con él.

“No sólo de pan vive el hombre”, claro que no. Pero “no sólo” significa: también. Cuando prescindimos del “también” la Palabra queda mutilada y la Escritura no se cumple. El obispo que está en ayunas necesita pan. Aunque una buena razón para dejar el pan puede ser conseguir pan, dignidad, justicia y paz donde no los hay. Es de esperar que quienes pueden hacer algo para conseguir esa dignidad, sobre todo desde dentro de la Iglesia, lo hagan. De paso conseguirán que el pan vuelva a la boca del Obispo. Y habrán trabajado a favor de la vida. De la de los bien nacidos, que vale mucho.

Es posible que de cerca las cosas se vean de otra manera. Y también es posible decir, cuando algo no coincide con nuestra ideología, que de cerca las cosas se ven de otra manera.

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30
May
2011
Teología para vivir una fe madura
2 comentarios

La teología es necesaria para dejar de apelar a voluntarismos y sentimientos y ofrecer buenas razones para vivir de otra manera. Lenin decía que “sin teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario”. Y añadía: para que el movimiento revolucionario tenga eficacia práctica, la teoría debe “ser justa” o correcta. La aplicación es clara: para vivir de Jesucristo y anunciarlo, hay que comenzar por creer en él, saber quién es, conocer sus misterios, captar con la máxima precisión el plan de Dios. No hay evangelización sin una fe madura, adulta, preparada para poder percibir las dificultades y poder vencerlas. No basta la buena voluntad, la generosidad, el compromiso. Se necesita una buena vertebración de la fe, conocer el sentido auténtico de los artículos del Credo. Una fe sin contenidos está vacía de sustancia. Ella deja de ser luz para la inteligencia y de ningún modo puede convertirse en proyecto de acción. Una fe sin contenidos no tiene ningún mensaje que ofrecer, ni ningún proyecto que desarrollar.

Finalmente, la teología es necesaria para superar miedos y complejos, y poder dialogar con la cultura ambiental. Es importante que nuestras catequesis, predicaciones y discursos, dejen de ser adoctrinamientos puros y duros y se conviertan en iluminaciones de la inteligencia, en un discurso con sentido que sepa responder a las preguntas que el ambiente y la cultura moderna plantean. Pues el descuido de una buena educación religiosa o una exposición inadecuada de la doctrina es causa directa de ateísmo. Y una educación religiosa que no dialoga con el ambiente o se muestra acomplejada ante la cultura, no resulta creíble y termina por no interesar. Hay que ofrecer buenas razones para creer y tener respuestas ante las dificultades que a la fe se le plantean. Para esto se necesita teología.

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28
May
2011
Teología para comprender al Magisterio
3 comentarios

La teología es necesaria para leer bien los documentos del Magisterio. Para comprender bien esos documentos hay que ir un poco más allá de la literalidad, y tener criterios para valorarlos y situarlos en su justo contexto. Eso es imposible sin teología. Cuando no sabemos teología endurecemos el discurso, nos quedamos con aspectos accidentales y corremos el riesgo de no prestar atención a lo verdaderamente importante. Del mismo modo que el acercamiento correcto a la Escritura requiere conocimientos exegéticos, la comprensión del Magisterio requiere hermenéutica, criterios adecuados de interpretación. Cuando nos quedamos en la letra, podríamos, en ocasiones, no entender nada.
 

Hay cristianos y pastores que consideran que apelando a la autoridad ya están resueltas las cuestiones y zanjada toda discusión. Olvidan que las personas cultas y formadas buscan motivos, razones. La cuestión no es sólo lo que dice el Magisterio, sino saber por qué dice lo que dice, qué razones tiene para decir lo que dice. La evangelización del mundo moderno requiere dejar de apelar a la autoridad y ofrecer inteligentemente las buenas razones que tiene la autoridad para decir lo que dice. Porque si la autoridad no tiene razones, estamos ante el triunfo de la sin razón. Y entonces nos hacemos odiosos e inaceptables. Para dejar de ser odiosos y ser aceptables, se necesita teología.
 

Por otra parte, el mundo necesita que le expliquemos la buena y sana doctrina cristiana de forma agradable, positiva, sugerente. Es necesario que la doctrina “diga algo”, ofrezca sentido. Porque si nuestro discurso es seco y aburrido, nadie se interesará por su verdad. Para que se pregunten por la verdad de la doctrina es necesario previamente hacerla amable, hacer desear que eso que decimos sea verdadero. Para eso también se necesita teología.

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25
May
2011
Teología para ser amigo de Dios
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Teología ¿para qué?, preguntan algunos. En primer lugar para ser amigos de Dios. Ser cristiano es algo más que ser buena persona. Es ser amigo de Dios. Para eso sirve, antes que para otra cosa, la teología. El principal motivo para estudiarla no es utilitario, algo así como encontrar una ayuda para predicar o ser mejor catequista. La teología vale por sí misma. Tomás de Aquino explica que el estudio de la teología es el más perfecto, sublime y provechoso de todos los estudios humanos. El más perfecto, porque en la medida en que aprendemos teología poseemos ya de alguna forma la verdadera bienaventuranza; más sublime porque por él el hombre se asemeja principalmente a Dios y, como la semejanza es causa del amor, el estudio de la teología une especialmente a Dios por amistad.

Cierto, la oración también nos hace amigos de Dios. Por eso no hay contraposición entre teología y oración. Nunca he olvidado que, siendo yo novicio, escuché a un Provincial decir en un monasterio de monjas contemplativas: “menos teología y más oración”. La teología es una continuidad de la oración. Sin teología no hay buena oración, no hay un correcto encuentro con Dios. Y, si no hay encuentro correcto, no se puede amar con toda la fuerza y la intensidad que requiere el amado.

Por otra parte, la teología es necesaria para comprender bien la Palabra de Dios. No puede amarse lo que no se conoce o se conoce superficialmente. Cuando estamos ante algo decisivo para la propia vida es necesario discernimiento y estudio. Un buen médico no es sólo el que conoce la enfermedad, sino el que sabe ofrecer buenas explicaciones de la misma y buenas soluciones para superarla. Con la Palabra de Dios ocurre lo mismo. No basta con saber lo que “dice”. Es necesario saber por qué dice lo que dice, qué significa lo que dice, qué consecuencias tiene, a dónde conduce y, sobre todo, qué luz para el hoy y el ahora de mi vida aporta esta Palabra. La teología sirve para realizar esta labor. (continuará).

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23
May
2011
Estatuto cristiano de la ciencia
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Mucho antes de que el Concilio Vaticano II reconociera la legítima autonomía de las ciencias y la justa libertad de investigación, Alberto Magno había reivindicado expresamente la independencia de las búsquedas científicas: “En materia de fe y de costumbres hay que creer a San Agustín más que a los filósofos, en caso de que estén en desacuerdo; pero si tratamos de medicina hay que referirse a Galeno y a Hipócrates, y si se trata de ciencias naturales, me dirijo a Aristóteles o a algún otro experto en la materia”. Alberto estaba, además, convencido de que “las ciencias no están del todo terminadas, pues quedan todavía muchas cosas por descubrir”. En la historia de occidente, Alberto Magno fue el primero que definió el estatuto de las ciencias en la Cristiandad.

Antes de emitir ningún juicio de valor, los cristianos debemos escuchar atentamente a los mejores entendidos en las cuestiones implicadas en ese juicio. La misma Iglesia recomienda a los estudiosos en teología y a los pastores que cuando un problema teológico implica datos que son objeto de estudio de una ciencia (por ejemplo, el del origen del hombre y del mundo; las cuestiones de orden moral y pastoral), la teología debe tener muy en cuenta lo que de seguro dicen las ciencias al respecto. Primero porque la gente hoy está marcada por una cultura de tipo científico y, por tanto, una creencia religiosa opuesta a esta cultura difícilmente resultará creíble; y después porque sin tener en cuenta los datos más seguros de la ciencia corremos el riesgo de hacer discursos alejados de la realidad.

Pongo un ejemplo delicado. Y con el ejemplo digo lo que digo y no más de lo que digo. Cuando la teología afirma la sacralidad e inviolabilidad de toda vida humana, de ahí no se deduce inmediatamente que el cigoto, fruto de la unión de un óvulo y un espermatozoide, sea una persona humana digna de ese respeto. Para realizar esta afirmación habrá que tener en cuenta además otros elementos, entre los cuales serán muy importantes los datos científicos sobre el estatuto vital del cigoto y su desarrollo posterior. Lo mismo vale cuando lo que está en juego son cuestiones económicas o políticas. Hoy no puede hacerse teología (ni catequesis, ni siquiera predicación) desde el aislamiento, sino desde la interdisciplinariedad.

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21
May
2011
Democracia participativa y decente
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Estas elecciones van acompañadas de manifestaciones de gente de todo tipo, fuera del control de los partidos, que reclaman una democracia más sana, decente, participativa y solidaria. No cabe duda de que la crisis económica no ha sido bien gestionada. Hay mucha gente honrada y buena que se ha quedado sin trabajo y que necesitan ayuda para comer y vivir con un mínimo de dignidad. La crisis económica ha estado acompañada de una crisis de decencia política. No parece de recibo que en las listas haya políticos sospechosos de corrupción. Todo esto ha sido el caldo de cultivo que ha provocado estas reacciones que no han gustado a la Junta electoral y han preocupado a los políticos. Hace dos días, una persona enterada me contaba que la gran preocupación de algunos políticos era saber de qué modo iba a repercutir en el voto el movimiento conocido como 15M. Es una indecencia más: en vez de escuchar y preguntarse qué se puede hacer para mejorar la democracia y la economía, lo que importa es saber si voy a salir elegido para poder disfrutar del cargo.
 

Desde ámbitos cristianos se han escuchado voces de comprensión y apoyo al movimiento. Más aún, en el movimiento participan activamente jóvenes de grupos parroquiales o eclesiales. Y jóvenes que no pertenecen a ningún grupo, pero que han sido educados en colegios o ambientes cristianos. Me alegro de esta solidaridad y estas presencias. Presentes y solidarios como uno más. Sin pretender acaparar nada. Primero porque no nos dejarán. Y después porque la verdadera solidaridad no está al nivel de la pancarta identificativa, sino al nivel de la comunión con los necesitados. Lo que nos hermana es la misma humanidad, las inquietudes y necesidades comunes, el luchar codo con codo a favor de lo que nos hace más personas. La fe en Jesús presupone todo esto, lo refuerza y lo eleva.
 

Decía en el post anterior que la revelación, en su origen, está condicionada por las preguntas. Nuestra respuesta a la revelación hoy también está condicionada por las preguntas de hoy. Y hoy hay mucha necesidad. No es extraño que se traduzca en indignación. Parecen acertadas las palabras de un comentario realizado al post anterior: “Jesús se indignó ante la profanación de la casa de su Padre. La indignación abre paso a la justicia. Su motor es el Amor. Los cristianos estamos llamados a buscar la justicia, encarnando el Amor, unidos al resto de la humanidad. Indignados para que todos tengamos una Vida Digna. Como Jesús”.

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19
May
2011
Una revelación condicionada por las preguntas
8 comentarios

Decía en el anterior post que la Revelación de Dios al ser humano toma la forma de diálogo. Vamos a profundizar algo más en esta concepción y ver, de forma muy concreta, de qué modo la revelación está condicionada por unas preguntas concretas que dan forma a la respuesta divina. Tomemos el caso de las palabras y acciones del Jesús histórico, por medio de las cuales Dios se revela. Estas palabras y obras estaban condicionadas por unas circunstancias, necesidades, personas y situaciones con las que Jesús se encontró. Jesús dice lo que dice por la interpelación que le supone el ambiente en el que tuvo que hablar. Jesús revela a Dios provocado por las preguntas que le formulan sus oyentes. Si le hubieran formulado otras preguntas, si se hubiera encontrado con otro contexto social, hubiera dado otras respuestas, hubiera hablado de otra manera. En el modo de actuar y de hablar de Jesús queda muy claro que Dios se da a conocer por medio del diálogo y que la revelación exige la participación de los seres humanos.

Veamos ahora el caso de la Sagrada Escritura, en la que Dios sigue hablando al hombre de hoy. Estos libros están escritos en función de unas determinadas necesidades eclesiales. El evangelista Mateo no dice lo mismo que el evangelista Lucas porque no se dirige a los mismos destinatarios. La interpelación y los problemas de estos destinatarios son perceptibles en los escritos de Lucas, Mateo o Pablo. También estos escritos han surgido como resultado del diálogo con unas determinas necesidades humanas. Igualmente habría que decir que la predicación de la Palabra Dios hoy requiere conocer a sus destinatarios. Porque si la predicación de la Iglesia no responde a la situación y necesidades de los oyentes de Dios se convierte en una lista de respuestas a preguntas que nadie hace. Este tipo de respuestas no interesan, y así la predicación no llega y la Palabra de Dios cae en el vacío.

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17
May
2011
Dios se revela dialogando
4 comentarios

Puede parecer extraño decir que Dios se revela dialogando. Porque el diálogo implica que los dos interlocutores son activos. Y se diría que cuando Dios se revela el único activo es Dios; el ser humano es pasivo, se limita a escuchar lo que Dios tiene que decirle y a obedecerle. Pero esta concepción de revelación en la que sólo Dios actúa sería más bien propia del Islam. El Corán pretende ser un libro dictado por Dios a Mahoma. Esta revelación como dictado sería además coherente con la imagen de Dios que ofrece el Corán: la de un Señor al que el hombre está sometido. El concepto bíblico de Dios es más bien el de Amor. Y el amor busca siempre ser correspondido. Si Dios es Amor parece coherente hablar de revelación como diálogo. Ya el Vaticano II decía que, al revelarse, Dios habla a los hombres como a amigos.  Prolongando esta idea, Benedicto XVI, en su exhortación apostólica Verbum Domini ha escrito: “La novedad de la revelación bíblica consiste en que Dios se da a conocer en el diálogo que quiere tener con nosotros”.

Ahora bien, si hay diálogo, si el ser humano es algo más que un destinatario pasivo de la Palabra de Dios, ¿cómo entender la acción humana en este diálogo? De Dos modos. Por una parte podemos hablar de verdadero diálogo porque la revelación es una respuesta a las grandes preguntas que todo ser humano se hace. Aunque solo cuando Dios se revela descubrimos que en su Palabra hay una respuesta a las preguntas del hombre, cabría decir que lógicamente la pregunta es previa a la respuesta. Por tanto, tenemos una revelación que toma la forma de diálogo auténtico. Pero una vez que hemos acogido la Palabra de Dios, ésta pide por nuestra parte una respuesta; la oración, por ejemplo, es un modo de hablar a Dios respondiendo a lo que de él hemos escuchado al acoger su Palabra. También ahí hay diálogo. El ser humano primero pregunta, luego escucha una Palabra que, en ocasiones, reorienta su pregunta y corrige sus expectativas y, finalmente, responde. Es un auténtico interlocutor de Dios. Se comprende así que la revelación sea un diálogo (continuará).

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15
May
2011
A vueltas con la Misa en latín
26 comentarios

La Santa Sede acaba de hacer pública una instrucción reglamentando el uso de la liturgia romana vigente en 1962. Dicho claramente: se trata de un documento que regula la celebración de la Eucaristía (y otros sacramentos, como la confirmación, y también el triduo pascual) según el rito anterior al Concilio Vaticano II, en lengua latina, lecturas incluidas, como si fuera algo habitual. Si un grupo de fieles lo piden o un sacerdote se presenta en una Iglesia con un grupo de fieles, el encargado de la Iglesia debe facilitarles poder celebrar de este modo. Los obispos deben disponer de sacerdotes que entiendan latín por si un grupo de fieles solicita celebrar con este rito. Curiosamente de la homilía no se dice nada. Ni si es conveniente hacerla, como sí dice que es conveniente y obligatorio, en algunos casos, la normativa del Misal posterior al Vaticano II, y como dicen todos los documentos actuales de la Iglesia, el último la Verbum Domini; ni tampoco se dice, en caso de hacerla, si también hay que usar el latín en la homilía.

La verdadera cuestión en este asunto es el bien de los fieles, y el valor y tratamiento que le damos a “la Mesa de la Palabra”. Se trata de encontrar los mejores modos que ayuden a rezar y a acoger la Palabra de Dios. Y eso vale para todos los fieles. Conviene, pues, aclarar dónde está el interés, si en la Misa y la oración, o en el rito antiguo y el latín. No sería bueno que el acento estuviera puesto en los modos y no en la oración. Pues los modos son importantes, siempre que no se absoluticen y no se conviertan en fines. Por eso he dicho lo de la homilía y lo de la mesa de la Palabra: las personas que piden la Misa en latín, ¿entienden suficientemente el latín? ¿O detrás del latín hay otro tipo de reivindicaciones y nostalgias? El favorecer, como algo bastante habitual, el ritual anterior a la reforma del Vaticano II (dice la instrucción que ambos ritos, el antiguo y el actual, son “dos usos del único Rito Romano, que se colocan uno al lado del otro”), ¿es un modo de mirar al futuro, de ilusionar a las jóvenes generaciones, de hacerles gustar la Palabra, o es un modo de contentar a una serie de nostálgicos, que al fin y al cabo son una minoría?

Las personas merecen mucho respeto. Lo que no me gustaría es que un asunto tan serio como la Eucaristía (seguro que los amantes del rito antiguo prefieren la palabra Misa), digo que un asunto tan serio, se convirtiera en signo de otra cosa.

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