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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

26
Jun
2011
David y Jonatán, hermanos bien avenidos
11 comentarios

La Biblia está llena de historias de hermanos mal avenidos que discuten por herencias y matan por ellas. Jesús rechazó entrar en este tipo de cuestiones cuando uno le pidió que dijera a su hermano que repartiera con él la herencia. Porque la búsqueda del dinero o del poder no es una buena base para conseguir el objetivo que Jesús pretende, a saber, la fraternidad.

En el Antiguo Testamento hay algunas historias de hermanos que buscan responder a la pregunta de si la relación entre dos hombres está condenada al fracaso o, por el contrario, si pueden vivir juntos y en buena armonía. Comenzando por la historia de Caín y Abel, a la que podemos añadir la historia de Jacob y Esaú, esos dos hermanos que se disputan la herencia paterna y se odian a muerte porque el menor la ha conseguido a base de engañar al padre. O la historia de Saúl y David, en la que está en juego el poder: David termina reinando, siendo ungido rey en vida de Saúl, que busca matarle. Podríamos recordar también la historia de Ismael e Isaac. Ismael es el hijo primogénito de Abraham, pero una vez más la herencia termina en manos del hijo menor, de Isaac que, por las malas artes de su madre, consigue que Abraham expulse de su casa al hijo mayor.

Como contrapunto a estas historias emerge la de David y Jonatán, dos varones que se quieren y se defienden. ¿Por motivos eróticos? No está claro. Lo que uno admira en el otro y el otro en el uno, lo que hace que ambos sean intercambiables, y fundamenta una sólida amistad, es el hecho de que los dos se juegan la vida por defender a su pueblo frente a los filisteos (ver las proezas de Jonatán en 1 S 14; las de David en 1 S 17), cosa que Saúl, a quién corresponde esta defensa, es incapaz de hacer; ambos además confían en Yahvé. Como Jonatán y David están unidos por la misma pasión por la liberación del pueblo y la gloria de Dios, Jonatán no tiene problema en revestir a David con sus atributos reales, en reconocerle como rey y considerarse su segundo.

Las relaciones fundamentadas en el poder y en el dinero conducen a la rivalidad. Las que se fundamentan en el bien y en el Dios que se hace presente en la amistad (cf. 1 S 20,23: “Yahvé está entre los dos para siempre”) tienen una solidez inquebrantable. Cierto, como son poco comunes, se prestan a ser mal interpretadas, cuando en realidad deberían ser imitadas.

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23
Jun
2011
La Trinidad en la Eucaristía
7 comentarios

Si yo fuera profesor de Religión, el día que tuviera que explicar el Misterio Trinitario, mandaría hacer un ejercicio práctico a los alumnos. Quizás alguno se pregunte qué tipo de ejercicio práctico puede hacerse sobre el Misterio del Dios Uno y Trino. Pues siga usted leyendo, porque también usted está invitado a hacerlo. Como todo ejercicio que se precie requiere de papel y lápiz, amén de un poco de atención y perspicacia. Este es el ejercicio: en la primera Eucaristía a la que asista, cuente las veces en las que la liturgia nombra explícitamente a las tres personas de la Trinidad en un mismo texto u oración, al Padre, al Hijo y el Espíritu Santo. Para empezar puede usted notar que en los cuatro primeros pasos de la Eucaristía aparece cuatro veces: en la invocación inicial, en el saludo del presidente a la asamblea, en el canto del Gloria y en la oración colecta. Aparece en la bendición con la que concluye la celebración. Y antes aparece varias veces más, por ejemplo en el Credo y en la doxología (“Por Cristo, con él y en él…”).

Lo más importante es que la Trinidad hace posibles las dos mesas de la Misa, la de la palabra y la eucarística, que al decir del Concilio Vaticano II, “están tan íntimamente unidas, que constituyen un solo acto de culto”. Cristo se hace presente en la eucaristía, como en el resto de los sacramentos, gracias a la acción del Espíritu Santo. Por eso, la plegaria eucarística está dirigida al Padre, al que se le pide que santifique “estos dones por la efusión del Espíritu” para que así se conviertan en cuerpo y sangre de Cristo. Y una vez recordadas las palabras del Señor en su última cena, la liturgia indica que este memorial del Hijo se ofrece al Padre para que infunda su Espíritu en los que participamos de la mesa del Señor. Lo mismo ocurre con la mesa de la Palabra: La Palabra de Dios Padre, que es su Hijo, se hace presente a través de las lecturas bíblicas y es acogida en los corazones de los creyentes gracias a la acción del Espíritu Santo. La Trinidad entera hace posible la Eucaristía y en la Eucaristía se hace presente. Y así, como dice san Cipriano, toda la Iglesia aparece como “un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

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21
Jun
2011
La Trinidad es como un matrimonio
3 comentarios

La Trinidad no es comparable con nada ni con nadie. Pero entre las muchas analogías, débiles y pobres comparaciones que dan una idea pequeña de lo que puede ser el Misterio Trinitario, los antiguos autores cristianos de tradición griega, utilizaban la imagen de la Familia: padre, madre e hijo. Es una buena imagen que merece la pena profundizarse.

El Dios cristiano es único, pero no solitario, precisamente porque es un Misterio de Amor. “Un Dios solitario sería un mal estado de cosas. Dios necesita compartir, interactuar, amar y puede hacerlo más perfectamente con iguales” (R. Swinburne). Para hacerse una idea de lo que puede ser una unidad de varias personas que son una única realidad, recordemos esta palabra de Jesús referida a la unión del varón y de la mujer: serán dos en una sola carne. Dos personas en una sola carne. Eso es el misterio trinitario: tres personas en una única naturaleza. Pero hay más, porque el matrimonio, si se queda en el dos, puede convertirse en un amor egoísta. De ahí la importancia de abrirse al tercero, al hijo. Entonces el dos en una sola carne se convierte en tres es una sola familia. Pues bien, eso que en nuestra experiencia humana nunca se logra del todo, porque siempre hay algo que separa a los dos en una sola carne, o a los tres en una sola familia, en Dios se realiza en una unidad sin fisuras, en una perfecta unión de voluntades, en una comunión plena, en una reciprocidad en la que todo se comparte.

Pero hay más: el que Dios sea comunión en relaciones de Amor, y eso es lo que define su ser Dios, es lo que hace que su amor sea un amor que se abre más allá de sí mismo. El “ser” de Dios, explica su apertura a los seres humanos, su darse a conocer en el Hijo y su entrega a todos y cada uno en el Espíritu. El “ser” de Dios es la condición y posibilidad de su relación de amor con todos y cada uno de los seres humanos. Porque el Amor auténtico no es un amor encerrado en sí mismo, sino abierto a lo universal. Ocurre lo mismo en el matrimonio: cuanto mayor sea la unidad del dos en una sola carne, resultado del amor, tanto más se abrirá este matrimonio a la acogida de los pobres y necesitados, y a la hospitalidad de los que llaman a la puerta de su casa. El amor intra divino y el extra divino, y en su estela el amor intra matrimonial y el extra matrimonial, son directamente proporcionales.

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18
Jun
2011
Abismo de Luz
2 comentarios

Trinidad: misterio de Amor que nos sobrepasa. La primera actitud ante Ella es la adoración y la alabanza. Por eso hoy la Iglesia nos recuerda la importancia de la vida contemplativa, signo de una dimensión que es de todo creyente. A las monjas y a los monjes, a los y las eremitas, a las y los contemplativos en la ciudad, a las familias que hacen de su hogar un santuario en el que los hijos aprenden a rezar, a los que rezan, a los que rezan sin saber que rezan, a los que no rezan (¿hay alguno que de un modo u otro no rece?), sobre todo a los lectores de este blog, les ofrezco este poema de una antigua alumna de la Facultad de Teología de Valencia:

 

ABISMO DE LUZ

 

Retornar al no-retorno
de donde nunca partimos
llegar a Ser
aquello que siempre fuimos
velados de niebla y sombra

 

más que búsqueda
dejarse encontrar
en un abrazo confiado
salto en el Vacío
Mar de Amor

 

Eternidad que libera tiempo-espacio
en un Ahora Eterno
y navegamos entre ondas
sintonizando las distintas frecuencias de SER
en Silencio verbalizado
Palabra Silente

 

Mandorla sin principio
Abismo de Nada
y el Verbo se hizo carne

 

Beso del Creador
Suspiro en penumbra
Agua Pura en la creación doliente
gotas de Infinitud empapando el límite
hasta lo no-creado

 

 

Nada Vivificante
                          Esencia abisal
                                                 Luz Increada
Abismo de Luz

 

AUTORA: CONCEPCIÓN MERÍ CUCART

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17
Jun
2011
"Dios lo ha querido". ¡O no!
6 comentarios

Con demasiada frecuencia se siguen oyendo expresiones de este tipo en círculos creyentes: “Dios lo ha querido”, da lo mismo que sea un cáncer o la lotería. Suena a frase espiritual, pero es expresión de una imagen inadecuada de Dios. A Dios se le achaca lo que sucede en el mundo. Todo lo que pasa es “porque Dios lo quiere”; las cosas suceden, tal acto, tal acontecimiento, “si Dios quiere”. Se dice que los hijos de un matrimonio son “los que Dios quiere”. Cuando salimos ilesos de un accidente decimos: “No ha pasado nada, gracias a Dios”. En cambio la providencia divina parece que se olvida o no se menciona con los doscientos muertos de otro accidente.

Estamos ante un Dios tapa-agujeros que también es un buen recurso (en realidad un mal recurso) para explicar aquellos campos a los que no llega la ciencia. ¿Cómo se pasó del último primate al primer hombre? Como no sabemos, colocamos a Dios para rellenar los agujeros del conocimiento humano. Ante el siguiente texto de Carlos Vogt: “Dios es una gran equis sobre la barrera última de los conocimientos humanos; a medida que la ciencia avanza, la barrera se retira”, comentaba Unamuno: “De la barrera acá todo se explica sin Él; de la barrera allá, ni con Él ni sin Él; Dios, por lo tanto, sobra”. Evidentemente, si Dios es el vacío que llena nuestro desconocimiento, a medida que avanza el conocimiento Dios se queda sin sitio.

Este tipo de Dios es además fatalista. ¡Qué se le va a hacer! Si todo lo que ocurre es voluntad de Dios, protestar contra ello es casi blasfemo. En realidad, si nos referimos a cosas concretas, nunca sabemos lo que Dios quiere. Dios quiere que hagamos el bien, pero el bien concreto que hay que hacer lo decidimos nosotros. Más seguro es saber lo que Dios no quiere. Dios no quiere la pobreza, la miseria, la injusticia, el mal y la mentira. Y puesto que no lo quiere, lo mejor que podemos hacer es colaborar con su voluntad enfrentándonos a todo aquello que oprime y degrada al ser humano.

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15
Jun
2011
Milagros de Jesús
2 comentarios

No hay duda de que Jesús de Nazaret realizó una serie de hechos asombrosos que sorprendieron a sus contemporáneos. Pero lo importante de los milagros de Jesús era su intencionalidad, lo que ellos significaban y a lo que ellos llamaban. Es llamativo que Jesús no realice milagros en beneficio propio o como ostentación o castigo, o sea, hazañas gratuitas que no tendrían eficacia salvífica. Jesús siempre busca el bien de los más necesitados. Y sus milagros son signos del Reino y buscan suscitar la fe. Los milagros de Jesús tienen un sentido muy distinto de otros narrados por la literatura judía o griega de la época.

No parece que hoy sean los milagros de Jesús lo que más llama la atención de la gente, sino su mensaje salvífico. El Sermón de la montaña, su muerte, su resurrección, eso es lo que resulta llamativo y eso es lo que hoy llama a conversión. Con esto no quiero decir que Jesús no realizase una serie de hechos que entonces se tenían como milagrosos. Pero sí digo que no hay que dar una importancia desmesurada a esos milagros y, mucho menos, sacarlos del contexto en el que ocurrieron o desligarlos de su sentido salvífico, en unos casos, y catequético en otros. El mismo Jesús pide a algunos de los beneficiarios de su actuación benéfica que no lo pregonen. Lo que importa pregonar, entonces y ahora, es que el encuentro con Jesús ha cambiado la vida y la ha llenado de alegría.

El milagro solo puede entenderse y percibirse desde la fe. Una curación puede imponerse como un hecho, pero no como un signo divino. El milagro es un signo que no fuerza a la fe, la pide y la confirma. Quien tenga una visión creyente del universo descubrirá más fácilmente la finalidad del signo. Hay acontecimientos que por su rareza, por la sorpresa y admiración que causan y por el ámbito en el que ocurren, nos hacen caer en la cuenta de la grandeza de ciertas personas, o de su santidad y del poder de la oración, en el caso de la persona religiosa.

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12
Jun
2011
La palabra del Papa es... palabra del Papa
2 comentarios

Un lector me envía un correo y me dice que hay mucha confusión cuando se utiliza el término “Magisterio de la Iglesia”. Textualmente me dice: “Se tiene la idea de que sea la misma Voz de Dios. Algo a lo que no se puede poner la mínima objeción. Y si lo haces es que eres un hereje, o poco menos. Conozco mucha gente que piensa así”. El amable lector me solicita que clarifique algunas ideas. A veces yo mismo suelo decir, un poco provocativamente, que “la palabra del Papa” es precisamente eso: “palabra del Papa”, no palabra de Dios.

 

Al respecto sería bueno recordar los distintos grados de Magisterio y la distinta obligatoriedad que tienen para un católico. Una primera aclaración puede ser que, si bien las palabras del Papa y de los Obispos, merecen respeto y atención, la mayoría de las cosas que dicen no entran dentro de la categoría de Magisterio extraordinario. Viene bien aquí recordar que la constitución Lumen Gentium dice, sin darle importancia, que el Papa puede hablar como persona privada. Hay que agradecerle a Benedicto XVI el que haya afirmado expresamente que sus libros sobre Jesús no son un acto del Magisterio de la Iglesia y que se puede disentir de los análisis que en ellos hace. El Magisterio extraordinario o infalible se pronuncia en contadas ocasiones y bajo condiciones muy precisas.

Más normal es el llamado Magisterio ordinario, pero tampoco hay que ver un acto de Magisterio ordinario en todas las intervenciones papales o episcopales. El Magisterio ordinario no son las palabras de una homilía, de un discurso o de una carta. La homilía o el discurso tratan de ofrecer una reflexión espiritual que no pretende ir más allá de una simple exhortación. Magisterio ordinario, que de ningún modo es infalible, en su sentido más fuerte sería por ejemplo gran parte de la enseñanza del Concilio Vaticano II. Con todo, conviene aclarar que hay diferentes grados de adhesión al Magisterio ordinario, cosa que se deduce bien por el tipo de documento (aquí el género literario tiene su importancia), por la frecuente proposición de la doctrina o por la forma de decirlo.

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10
Jun
2011
Pentecostés: el milagro de la audición
3 comentarios

Según el libro de los Hechos de los Apóstoles, el día de Pentecostés se encontraban en Jerusalén gentes “venidas de todas las naciones que hay bajo el cielo” que, “estupefactos y admirados”, comprobaron que los apóstoles “proclamaban las maravillas de Dios” y que cada uno “les oía en su propia lengua nativa”. Desde los primeros tiempos de la Iglesia hasta el día de hoy, los autores cristianos han interpretado este relato como un anuncio de la extensión universal del Evangelio que, por medio de la Iglesia, llegará a todos los pueblos de la tierra. El milagro de la audición subraya que la comunidad mesiánica se extenderá a todos los pueblos.

Ahora bien, si en un primer momento, como dice Gerardo Sánchez, “el milagro de la audición está más en los oídos de los oyentes que en los labios de los apóstoles”, en los momentos posteriores, para que a los oídos de los oyentes pudiera llegar el evangelio, fue necesario que los labios de los mensajeros lo proclamasen de modo acomodado a cada uno de los oyentes. Hoy el milagro está en que los que debemos dar testimonio de Jesucristo y de su Evangelio sepamos adaptarnos y acomodarnos a la mentalidad, experiencia, nivel de conciencia y necesidades de los destinatarios. Pues como dijo el Concilio Vaticano II la adaptación es la ley de toda evangelización, “porque así en todos los pueblos se hace posible expresar el mensaje cristiano de modo apropiado a cada uno de ellos” (Gaudium et Spes, 44).

Desde los inicios de la Iglesia toda la predicación está marcada por esta necesidad de adaptación. Y esto en un doble nivel: adaptación al nivel del saber popular y a las exigencias de los sabios. El evangelio, por una parte, va al encuentro de los más profundos deseos del ser humano y, por otra parte, puede expresarse en todas las culturas y, en principio, resultar coherente con la visión del mundo que ellas ofrecen. Cierto, en ocasiones, el evangelio resulta una instancia crítica de la cultura, pero para poder corregir la cultura o reorientarla es necesario conocerla bien, para no equivocarnos a la hora de reorientarla, o para no criticar elementos buenos que tomamos por malos porque no los conocemos bien.

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7
Jun
2011
El Espíritu Santo es el Vicario de Cristo
8 comentarios

Se denomina vicario a alguien que ejerce las funciones de otro y le sustituye durante un tiempo más o menos determinado. En este sentido uno de los calificativos que en el mundo católico se dan al Papa es el de “Vicario de Cristo” en la tierra. Esta denominación no debería confundirnos. Según los Padres de la Iglesia, el Vicario de Cristo en la tierra es el Espíritu Santo. Tertuliano, nacido hacia el año 155 en Cartago, es un intelectual que emplea todos sus recursos para defender la fe cristiana. En distintos lugares de sus escritos se refiere al Espíritu Santo como “el vicario de Cristo para guiar a los creyentes”.

Jesús resucitado “ya no está ahí”, ha dejado la tierra. Pero no ha dejado a los seres humanos. Según su promesa, sigue estando con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Está con nosotros, pero de un modo distinto a como estuvo mientras recorrió los caminos de Palestina antes de ser crucificado bajo el poder de Poncio Pilato. ¿De qué modo está? Por medio del Espíritu. La presencia histórica de Jesús estaba sometida a un tiempo y espacio limitados. El Espíritu garantiza la presencia de Jesús para siempre y en todos los espacios: “recibirá de lo mío y os lo comunicará a vosotros” (Jn 16,14-15). De este modo, la misión del Espíritu no es una especie de compensación por la ausencia de Jesús, sino el modo como el Jesús histórico se hace presente en la Iglesia después de la ascensión.

El Espíritu tiene capacidad de habitar en todo creyente, en todo aquel que se abre a su presencia. Esto significa que cada uno de los cristianos es portador del vicario de Cristo, que conduce nuestras vidas para actuar con aquellas actitudes propias de Jesús, interioriza en nosotros la mente de Cristo, y suscita nuevas energías, ideas, actos, actitudes, instituciones y palabras que actualicen en el mundo de hoy a Cristo resucitado. El Espíritu despierta la creatividad. No remite a la arqueología; nos empuja a buscar respuestas nuevas para situaciones inéditas.

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5
Jun
2011
Jóvenes indignados y jóvenes encantados
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En agosto se celebrará la Jornada Mundial de la Juventud, con la presencia de Benedicto XVI. Allí habrá muchos jóvenes, acompañados de otras personas no tan jóvenes, del mismo modo que hubo muchos jóvenes acompañados de personas no tan jóvenes en las acampadas del mes de mayo. No sería justo contraponer estos dos movimientos y menos aún decir que en mayo estaban acampados jóvenes indignados y en agosto estarán aplaudiendo jóvenes encantados. Entre otras cosas porque posiblemente algunos de los acampados en mayo se encontrarán en Madrid en agosto. No muchos quizás, pero alguno sí. Las personas tenemos muchas vertientes y pertenencias. Cuando se nos encasilla en una sola, no se nos hace justicia. Es posible que en Madrid los actos estén capitalizados por grupos que busquen, ante todo, manifestar su fidelidad al Papa y las acampadas de mayo estuvieran capitalizadas por grupos que querían que quedase claro su rechazo a una manera de hacer política. En todo caso, y más allá de la Jornada Mundial de la Juventud que, como es comprensible, requiere cauces y programa, sería bueno que dentro de la Iglesia se buscase no sólo el aplauso, sino la voz espontánea, libre y no programada de los católicos, jóvenes y no jóvenes,

¿Significa eso que en política es posible ser contestatario y en la Iglesia se pide sumisión? De ninguna manera. Hay en política jóvenes conservadores, con poco espíritu crítico, que se dedican a aplaudir a los líderes en los que ven representada su ideología, y a rechazar, a veces con malos modos, a aquellos con los que no simpatizan. Entre los cristianos hay jóvenes más callados y conformistas, y otros más inquietos y críticos. Todos caben en la Iglesia. Hay que dejar claro que ser cristiano no se identifica con un determinado talante, o una ideología política. Más aún: que en la Iglesia se favorece el mutuo respeto, la mutua escucha y la mutua comprensión. También hay que dejar claro que el evangelio se puede vivir de forma tranquila y con un talante conservador, pero no se puede vivir a base de ignorar las muchas injusticias de nuestro mundo. Hay muchas maneras de reaccionar ante la injusticia, pero la pasividad, el conformismo, la resignación, y no digamos la justificación de la injusticia, sí son incompatibles con el evangelio. Jesús nos llama a tomar partido a favor del bien y a luchar con todas nuestras fuerzas contra el mal. La acogida del Evangelio no nos hace sumisos, sino lúcidos.

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