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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

21
Jul
2011
Ley natural y/o derechos humanos
6 comentarios

La categoría “ley natural”, con su recurso a la racionalidad, tiene el mérito de haber señalado algo importante: que, hasta cierto punto, es posible ser feliz y vivir moralmente sin ser creyente y, por tanto, sin seguir a Jesús. Interesa notar que la categoría “ley natural” no es cristiana. Fue tomada del pensamiento griego, aunque muchos la vinculan con el cristianismo. Quizás por eso, la reflexión filosófica y la cultura ético-jurídica del momento actual prefiere servirse del concepto “derechos humanos”. Se trata de un cuerpo de derechos del Hombre, universales, anteriores y superiores al ordenamiento jurídico positivo, fundados en la naturaleza humana.

Estos derechos humanos deberían convertirse en el terreno ético compartido por todos. Hoy muchas personas y grupos humanos están de acuerdo en la búsqueda de valores éticos y universales. La regla de oro de esa ética universal, en la que podrían converger posturas religiosas y no religiosas, podríamos denominarla “ley de la reciprocidad ética”, y se formularía así: haz con los demás lo que quisieras que ellos hicieran contigo y no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. Esta regla de oro permitiría superar las discusiones, condicionadas culturalmente, sobre lo que es “natural”, discusiones que ya se planteaban en la antigüedad a propósito de la esclavitud, considerada “natural” por muchos; y que se siguen planteando en la actualidad sobre otras cuestiones relacionadas con la dignidad de la mujer o lo sexual.

El Papa Juan Pablo II abogó por la búsqueda de un código ético común para la humanidad (que no tendría que negar o eliminar el legítimo pluralismo de opciones morales), cuando dijo: “las normas que han de regir la vida social deben buscarse dentro del hombre como tal, en el ámbito de la humanidad universal surgida de las manos del Creador... En toda la variedad de las formas culturales hay valores universales, que deben ponerse en evidencia y resaltarse como fuerza rectora de todo desarrollo y progreso”. Estos valores universales, fundados en el auténtico bien de la persona, son la base del diálogo entre las culturas y de la búsqueda de criterios comunes que regulen un actuar moral conforme a la naturaleza misma del sujeto, así como una ayuda para distinguir las leyes justas de las injustas. De este modo la obligación moral no aparece como una ley extraña impuesta desde el exterior, sino como la “ley del propio ser”.

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18
Jul
2011
¿Cómo hablar de la bondad de Dios?
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Todo lo que decimos de él, se queda corto ante la realidad de su ser. Por este motivo, de Dios y su bondad sólo se puede hablar a base de parábolas, de imágenes abiertas que remiten más allá de ellas. Así hablaba Jesús de Dios: “se parece a”. O sea, en el parecido tenemos una línea indicativa, pero la realidad es mucho mayor, tanto que no podemos imaginarla. ¿A qué se parece un Dios bueno? Al propietario de un campo que ofrece el mismo salario a los trabajadores de la última hora que a los que se han esforzado todo el día (Mt 20,1-15). Eso choca con nuestra sensibilidad social, pero también chocó a quienes lo escucharon por primera vez. ¡Dios es así! ¡Igual de bueno con todos, aunque no todos seamos igual de buenos con él! Su amor no es como el nuestro, que siempre funciona a base de comparaciones, de más y de menos, de celos y rivalidades. Su amor tampoco está condicionado por respuesta alguna. La parábola quiere hacernos descubrir un mundo extraño, sorprendente, que no se refiere sólo a Dios, sino también a nosotros, al mostrarnos una nueva posibilidad de vida en medio de lo cotidiano. Nosotros, al escuchar la parábola, estamos invitamos a ser como Dios. Más aún, sólo la comprendemos cuando buscamos el modo de repetirla en nuestra vida.

La bondad del Padre Dios es tan sorprendente que Jesús llega a decir que “es bondadoso con los malos y desagradecidos” (Lc 6,35). No es bueno porque le gusta o, al menos, porque no le importa que sean malos y desagradecidos, sino porque su bondad y su amor son incondicionales. Como es bueno no le gusta que nosotros seamos malos, quiere que seamos como él. Y no le gusta que seamos malos porque el mal sólo conduce a la catástrofe. Por eso, Él nunca actúa con maldad. Dios no hace daño a los pecadores, son los pecadores los que se hacen daño a sí mismos. Dios busca el bien de todos, y así “hace salir su sol sobre malos y buenos” (Mt 5,45). Además, quiere darles tiempo para que se conviertan y enmienden, porque no quiere que nadie perezca. Su bondad se manifiesta en la paciencia que tiene con todos (cf. 2 Pe 3,9), aprovechando cualquier resquicio y oportunidad para orientar nuestra vida hacia el bien. Porque nos quiere felices. Y sólo en el bien, en la bondad, hay felicidad.

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15
Jul
2011
España más católica que hace 50 años
7 comentarios

“Creo que hay más vida católica y cristiana en la España de hoy que en la de hace 50 años. La medición de las conciencias, de la fe profunda, es muy difícil. No porque hayan dejado de aparecer juntos en los salones de los ayuntamientos el gobernador y el obispo, España ha dejado de ser católica. Ahora hay más decisión personal, más grupos de vida, más movimientos decididamente católicos que hace 50 años, con más implicación en la vida personal que en la manifestación pública”. Me siento en sintonía con estas palabras de Olegario González de Cardedal, recientemente galardonado con el “premio Ratzinger” de teología.

Hace 50 años los españoles vivíamos en un de régimen de cristiandad, en el que prácticamente se identificaba ser español con ser católico. Era tan inconcebible que un español no fuera católico que para poder contraer matrimonio había que “pasar” necesariamente por la Iglesia, pues no estaba regulado otro tipo de matrimonio. Eso acarreó muchos problemas a los cristianos protestantes. Y, si algún valiente no quería contraer matrimonio católico, lo mejor que podía hacer era guardar las formas y disimular, porque para no hacerlo le exigían una declaración formal de ateísmo. En estos casos las apariencias podían engañar y mucho. Hoy las personas se sienten más libres y el que practica la religión lo hace a conciencia. Tiene razón D. Olegario cuando dice que “hay más decisión personal” en el ser católico. El que hoy se manifiesta como católico no disimula nada, dice lo que es y lo que siente. Hace 50 años había mucho disimulo.

Desgraciadamente hoy algunos identifican el “ser católico” con posiciones integristas y fundamentalistas. Y desde esta posición y este “acaparamiento” de lo católico se dedican a descalificar a los que no piensan como ellos. Esa gente que se dedica a repartir certificados de “buen católico” hace mucho ruido y denuncian la descristianización de España. Hace cincuenta años pensaban igual que hoy, pero se les oía menos, primero porque ocupaban más poder, después porque nadie levantaba la voz y así había menos contraste, y finalmente porque eran pocos los católicos y los no católicos que se atrevían a decir claramente que se podía ser católico de otra manera o no ser católico. Bien venidas sean estas palabras de un teólogo moderado y prudente, pero libre, que precisamente por ser libre, ha sido criticado por los acaparadores de lo católico.

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13
Jul
2011
Sobriedad con las cosas de la Iglesia
8 comentarios

El pasado domingo, el periódico ABC repartía una pulserita de muchos colores y muchas cruces para que se la pusieran aquellos que querían defender la libertad de la Iglesia, supuestamente atacada o impedida por intolerancias, insultos, leyes que repugnan a los creyentes, retirada de crucifijos y muchas cosas más. Este mismo domingo, el periódico Levante titulaba en primera página: “La hegemonía política del PP permite a la Iglesia mejorar sus relaciones con los ayuntamientos” y en un gran reportaje de dos páginas ofrecía ejemplos de las facilidades que encuentra la Iglesia en múltiples lugares. El lunes El País, también en primera página (y el martes en páginas interiores), informaba de que la Iglesia, amparándose en no sé que ley, inscribe desde hace varios años a su nombre solares, casas, ermitas y otros inmuebles que no estaban registrados. ¿En qué quedamos, en que la Iglesia no tiene libertad o en que goza de facilidades políticas y legales?

Evidentemente, cada uno cuenta las cosas no sólo según su experiencia, sino también según su talante y su ideología. Pero un poco de sobriedad para mantener la justa medida, un equilibrio para saber valorar las cosas y no elevar a categoría universal los acontecimientos esporádicos o locales, nos vendría bien a todos. Más vale ser sobrios y no exagerar algunas cosas, positivas o negativas, porque la exageración provoca la seguramente también exagerada reacción contraria. Las cuestiones religiosas, políticas y deportivas suelen provocar reacciones viscerales. Y, a veces, estas reacciones se mudan en actitudes beligerantes y enemistades difíciles de recomponer. A mi entender, lo religioso es lo que menos justifica las separaciones y lo que, desgraciadamente cuando está mal utilizado, mayores distancias produce. Lo religioso siempre debe unir, conducir al perdón, al buen entendimiento.

Me parece justo, legítimo y necesario que los creyentes podamos vivir y disfrutar de nuestra fe sin ser molestados. Y que podamos manifestarla, como otros también manifiestan sus preferencias políticas en mítines y su alegría por la victoria deportiva en recorridos populares. En mi opinión, las discriminaciones que en España se pueden sufrir por ser creyente son mínimas, y no pueden ir muy lejos, porque las leyes garantizan derechos iguales para todos. Por esto, hoy los creyentes debemos reservar las quejas para los momentos oportunos y no hacer de la queja un estado permanente.

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11
Jul
2011
Cuando se controla la correspondencia
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Hace cincuenta años, en las escuelas apostólicas o seminarios menores, se consideraba normal revisar la correspondencia que los jóvenes internos enviaban y recibían. Puedo dar fe que ya entonces, al menos en alguna escuela apostólica de los dominicos, el director se limitaba a abrir el sobre delante del destinatario y entregárselo sin leer el contenido.

En algunos grupos religiosos, que para colmo se han considerado modélicos, esa practica de controlar la correspondencia ha continuado no sólo con los jóvenes seminaristas, sino con religiosos novicios y profesos. Además la práctica se ha modernizado. Y en algunos lugares los jóvenes y no tan jóvenes han tenido prohibido y, en todo caso, vigilado el acceso a internet y el correo electrónico. Por ejemplo, entre los Legionarios de Cristo. Por un periodista argentino, afincado en Roma, Andrés Beltramo, nos hemos enterado que por un decreto del delegado pontificio para la reforma de la Legión, se ha liberalizado el uso de internet para los religiosos mayores de edad, a no ser (o sea, es una liberalización con condiciones) que haya una sospecha fundada de un uso inapropiado de internet y o del correo electrónico.

Más grave que el hecho, es lo que denota: una profunda desconfianza, una consideración infantil del religioso, una falta de respeto a la vida privada, un dominio abusivo de la conciencia, un atentado a la libertad de los hijos de Dios, un clima de sospecha que no contribuye a la fraternidad, un favorecer la pillería y los medios (que los hay, buenos y muchos) para escapar de tales controles. Es imposible edificar una comunidad de amor, sea en el matrimonio o en la vida religiosa, desde el control y la desconfianza. Quién ha sido educado en un ambiente así, luego lo transmite en sus relaciones con los demás y, sobre todo, con aquellos que están confiados a su cuidado.

Esos controles no logran su objetivo, no sirven para nada bueno y provocan mucho mal. No edifican comunidad, quizás mantienen una apariencia de uniformidad. Confunden la vida religiosa, que tiene como ley la libertad de los hijos de Dios, con un régimen carcelario. Las Constituciones de los Dominicos dicen que no obligan a culpa, porque están para ser cumplidas por varones y mujeres adultos, libres bajo la gracia. Pues eso, que cada uno vaya donde le vaya bien. Hay gente para todo.

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9
Jul
2011
Sólo Dios es bueno
7 comentarios

“Sólo Dios es bueno”, respondió Jesús a una persona rica que se acercó a él y le calificó de “Maestro bueno” (Mc 10,17-18). Efectivamente, estrictamente hablando sólo en Dios se encuentra perfectamente realizado lo que en este mundo se realiza de forma parcial e imperfecta. Sólo él es bueno, sólo el es santo, sólo él es Señor. Pero la bondad de Dios es tan grande que, lejos de guardarla celosamente, quiere compartirla. Más aún, su bondad es de una calidad tal que puede hacer a los demás buenos. Es una bondad contagiosa. Por eso, la perfecciones divinas son participadas por las criaturas. En todo lo creado, y especialmente en el ser humano, es posible ver un reflejo de la bondad, la belleza, la verdad, la santidad y el amor divinos. Desgraciadamente, en unas personas se refleja mejor que en otras la bondad divina. En la medida en que nos acercamos a Dios, identificando nuestra vida con la de Cristo, en esta misma media somos un mejor reflejo de la perfección inasequible del Padre.

El peligro que tiene aplicar esos calificativos tan positivos a Dios es mal entenderlos. Así lo hacemos cuando proyectamos en ellos nuestra pobre concepción de su realización humana. Dios es bueno, evidentemente, pero no como mi padre, ni como mi madre, ni como mi esposa o esposo, o mi mejor amigo. Dios desborda por todas partes aquello positivo que decimos de él. Cuando decimos que es padre o que es bueno, no debemos pensar en personas que, según los criterios de este mundo, resultan para nosotros modelos de padres o de bondad. Es a la inversa como debemos proceder: La bondad o la paternidad de Dios son una crítica y un estímulo para todas las bondades y paternidades de este mundo. “Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre celestial” (Mt 7,11). Estas palabras de Jesús nos ponen en la buena dirección. Con Dios siempre se realiza el “cuánto más”. (Continuará)

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6
Jul
2011
Cristo y seres inteligentes extraterrestres
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Se plantea, a veces, la pregunta por la posibilidad de vida inteligente fuera de la Tierra. Hoy se suele aceptar la posibilidad de vida fuera de nuestro planeta. Otra cosa es la vida inteligente. Pero aceptando la verosimilitud de formas de vida e inteligencia extraterrestre, algunos cristianos se preguntan si esta posibilidad no plantearía dificultades a la doctrina cristiana de la redención.

A esta pregunta hay que responder que la doctrina cristiana tradicional reconoce la existencia de otros seres inteligentes, además de los hombres, es decir, los ángeles, parte de los cuales no necesitan ninguna clase de redención, mientras que los que se rebelaron contra Dios se han vuelto incapaces de cualquier redención. Por consiguiente, la doctrina cristiana que afirma que el ser humano ocupa un lugar privilegiado en el universo como imagen de Dios, se ha desarrollado independientemente de que se acepten o no otros seres inteligentes y muy superiores al mismo hombre. En consecuencia, no hay motivos para pensar que un descubrimiento de seres inteligentes extraterrestres habría de cuestionar la doctrina cristiana.

Ahora bien, de llegar alguna vez a este tipo de descubrimientos, tarea de la teología será determinar la relación de estos seres con el Logos encarnado en Jesús de Nazaret y, por tanto, también con el hombre. Las posibilidades de una existencia de seres inteligentes extraterrestres (hasta ahora más bien vagas, basta pensar que una comunicación entre un extremo y otro de nuestra galaxia tardaría 100.000 años luz) no pueden afectar a la doctrina según la cual en Jesús de Nazaret se ha hecho hombre el Logos que actúa en todo el universo, por el que todo fue hecho y hacia el que todo camina. Y, puesto que el Logos se ha hecho hombre en Jesús, eso repercute también en la función clave que tiene el ser humano con relación a la creación entera.

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3
Jul
2011
Universitarios no ven conflicto entre ciencia y religión
5 comentarios

Un estudio reciente realizado entre universitarios norteamericanos revela que el 70% de los 10.000 encuestados no ven conflicto entre ciencia y religión. Las posibles respuestas eran: 1) están en conflicto (y me considero partidario de la ciencia); 2) están en conflicto (y me considero partidario de la religión), 3) son independientes entre sí (la ciencia y la religión se centran en aspectos distintos de la realidad), y 4) colaboran una con otra (respaldándose mutuamente). El 70 % de los encuestados se inclinaron por las respuestas 3 y 4. Tengo mis dudas de que un estudio similar realizado entre universitarios españoles diera unos resultados tan “alentadores” para la religión.

Me gustaría matizar las dos respuestas por las que se inclinaron los estudiantes. La respuesta “son independientes porque se centran en aspectos distintos de la realidad” se podría matizar así: en algunas ocasiones se centran en aspectos distintos; y en otras se ocupan de la misma realidad aunque consideraba bajo diferente perspectiva. La ciencia y la religión se ocupan del origen del universo y del ser humano, pero mientras la ciencia busca entender el mundo natural, las condiciones y modos de su evolución y desarrollo, la religión busca dilucidar la relación que este mundo tiene con Dios. Sin duda, algunas de las aportaciones de la ciencia pueden ayudar a comprender mejor la relación que busca la religión, en la medida en que la ciencia descubre la gramática de la que se ha servido Dios al crear este mundo. Pero la finalidad de la búsqueda es distinta.

La “colaboración” de la que habla la cuarta respuesta, más que en términos de “apoyo mutuo” habría que entenderla en términos de un contacto que invita a la teología, a ofrecer una imagen de Dios que sea coherente con los datos más seguros de las ciencias. Por ejemplo: la visión judeo-cristiana tradicional sostenía que los primeros seres humanos, Adán y Eva, fueron creados en el Jardín del Edén. Pero la teoría evolutiva mina la idea de que hubiera un paraíso sin conflicto, muerte, y sufrimiento, y afirma que nosotros somos los descendientes de seres prehumanos anteriores. Así que la doctrina tradicional del pecado necesita ser reinterpretada. Esta reinterpretación de algunas presentaciones religiosas es necesaria porque, como ya decía Tomás de Aquino, “el error sobre las criaturas redunda en una opinión falsa sobre Dios y aparta las mentes humanas de Dios”.

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30
Jun
2011
¿Dónde está el corazón de Jesús?
13 comentarios

La fiesta del Corazón de Jesús tiene sus admiradores y sus detractores. Sospecho que unos y otros tienen una idea parecida de lo que es el Corazón de Jesús, que se refleja en estampas y expresiones piadosas de dudoso gusto. Esa idea bastante infantil a unos les produce rechazo y a otros atracción. Pero quizás habría otros modos de presentar y de actualizar esta devoción. El Vaticano II afirma que Jesús “amó con corazón de hombre”. Por eso todo lo verdaderamente humano encontraba eco en su corazón.

Desde la real humanidad del corazón de Jesús (y también de su inteligencia y de su voluntad: “pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre”, sigue diciendo el Vaticano II) se comprende mejor su solidaridad con todos los seres humanos, con sus sufrimientos, sus gozos y sus esperanzas. Más aún, sólo contemplando la humanidad de Jesús se descubre el misterio que en ella se refleja. Desgraciadamente, a veces parece que algunos “no saben qué hacer” con esa humanidad y pasan por encima de ella para ir a una divinidad hecha a la medida de sus sentimientos o de sus intereses.

Posiblemente nuestra idea del corazón de Jesús cambiaría si, en vez de buscarle en imágenes que alejan nuestra mirada de la realidad, le buscásemos allí donde realmente está. La buena pregunta para saber dónde está el corazón de Jesús es: ¿dónde pone Jesús su corazón? En los pobres, en los misericordiosos, en los pacíficos, ahí pone Jesús su corazón. Por tanto, ahí es donde debemos buscarlo y donde con toda seguridad lo encontraremos. Pero para ello hay que cambiar la idea de lo sagrado (“sagrado corazón”) como espacio que separa y buscar lo sagrado en lo más humano que hay en nosotros. Toda la imaginería barroca que acompaña a la fiesta del corazón de Jesús debería cambiarse por un compromiso que nos llevase a aliviar el sufrimiento de tantas personas, parados, enfermos, ancianos abandonados, niños maltratados, emigrantes sin papeles, y tantas otros en los que Jesús tiene puesto su corazón.

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28
Jun
2011
Un interrogante sobre David y Jonatán
5 comentarios

El elogio fúnebre de David por Saúl y Jonatán, muertos en combate defendiendo al pueblo de Israel, termina con estas famosas palabras: “Jonatán, hermano mío, en extremo querido, más maravilloso para mi tu amor que el amor de las mujeres” (2 S 1,26). En los tiempos modernos, estas palabras intensas han sido entendidas como una declaración póstuma de amor. Incluso algunos han visto en el comienzo de la historia de estos dos hombres un relato erótico: “Se quitó Jonatán el manto que llevaba, y se lo dio a David, su vestido y también su espada” (1S 18,4). Decir que Jonatán se desnudó delante de David es tendencioso. En realidad Jonatán entrega a David sus atributos de príncipe porque reconoce en David al verdadero heredero de la realeza.

No hay que tener miedo a las preguntas. Todas son legítimas. Pero no se hace justicia a estos textos proyectando nuestros intereses, sino dejándonos interrogar por ellos. Jonatán, siguiendo los designios divinos, descubre en David al futuro rey. Así se explica la emoción con la que el uno habla del otro. El poema fúnebre con el que David despide a su amigo está también dedicado a Saúl. David constata que la muerte ha unido a estos dos hombres “amados y amables” (2 S 1,23). Exégetas muy serios dicen que el adjetivo “maravilloso” con el que David califica el amor que Jonatán sentía por él, habría que traducirlo por “milagroso”. De este modo designaría las proezas que Dios realiza por medio de algunos seres humanos. Por lo demás, no se opone el amor de un hombre al de las mujeres, puesto que ellas están muy presentes en toda la historia de David. Son las mujeres las que cantan a coro las proezas de David, que mató a millares, mientras Saúl sólo a miles (1 S 18,7). Ana, antes de que haya ningún rey, ya lo anuncia en un cántico que repite María (1 S 2,10). Y Abigail le reconoce como un hombre de Dios (1 S 25,23 ss.). Eso dejando aparte los numerosos matrimonios de David.

En el post anterior hablé de relaciones sin futuro y de relaciones con futuro. En el Nuevo Testamento aparecen dos buenos ejemplos: Herodes y su hermano Filipo (relaciones conflictivas provocadas por el poder) y Juan Bautista y Jesús. Jonatán y David anticipan esta pareja en la que Juan el Bautista, el mayor en edad, reconoce en el menor de edad al Mesías, y se retira para que él crezca. Este Mesías que el ángel había anunciado como el heredero del “trono de David, su padre” (Lc 1,32).

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