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Vísperas de la visita del Papa a Cuba
1 comentariosEn vísperas de la visita del Papa a Cuba es lógico que aparezcan noticias referidas a la buena relación de la Iglesia con las autoridades cubanas y sus amigos. Destaco dos. Una, el desalojo pacífico por policias desarmados, a petición del Cardenal Ortega, de un grupo de disidentes que habían ocupado un templo en La Habana. Es comprensible que se quieran evitar crispaciones en los días previos a la visita. Hay que recordar que la Iglesia ha ayudado a los disidentes e intercedido por ellos. También es comprensible que las fuerzas opositoras aprovechen todas las oportunidades para hacerse notar, pues algunos opositores temen que la visita papal se convierta en un apoyo al régimen actual.
La otra noticia es la carta que el Presidente de Venezuela ha enviado, tras su nueva operación, y antes de dejar Cuba, al Cardenal Jaime Ortega y al nuncio Bruno Musaro, para agradecer la Eucaristía que celebraron para interceder por su salud. Al respecto recuerdo que, tras su primera intervención quirúrgica, el Arzobispo de Caracas presidió una Eucaristía, a la que asistió Hugo Chaves, para dar gracias a Dios por su recuperación. Estos modos de acercamiento a gobernantes que no siempre han favorecido la tarea misionera de la Iglesia, no deberían olvidar que la razón de orar por las autoridades es “para que (los ciudadanos) podamos llevar una vida tranquila y pacífica” (1Tim 2,3).
Vivir el día a día en ciertos lugares es complicado. Es la propia gente del país, es la Iglesia local la que mejor conoce la situación y la que sabe qué pasos conviene dar. A mí me merece mucho respeto lo que hacen los creyentes de esos países en los que la Iglesia no siempre lo ha tenido fácil. En Cuba la visita de Juan Pablo II fue beneficiosa para la Iglesia local. Es de esperar que suceda lo mismo con la de Benedicto XVI. Habrá que estar atentos a lo que ocurra “el día después”.
Ahora bien, la visita del Papa no es política, sino pastoral. Tengo la impresión de que la visita de Benedicto XVI no ha tenido la misma intensidad en su preparación que la de su antecesor. Quizás porque “la primera vez” moviliza más a las personas. Hablo de preparación pastoral, de sensibilización catequética, de formación religiosa, de animación de lo estrictamente eclesial. Este aspecto es tan importante como el conseguir espacios de libertad para las instituciones eclesiales; espacios que, tras la visita de Juan Pablo II, mejoraron mucho.