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Visita pastoral con algo de política
4 comentariosLa visita del Papa a Cuba ha tenido aspectos polémicos. Muchos la han leído no en clave pastoral, sino en clave política, o sea, han interpretado los gestos y palabras del Pontífice en función de sus intereses. Quizás era inevitable. Cierto, el Papa se ha expresado claramente a favor de las legítimas aspiraciones del pueblo y ha expresado su solidaridad con los privados de libertad. En cuanto aterrizó en la isla dijo: “Llevo en mi corazón las justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren, sus sufrimientos y alegrías, sus preocupaciones y anhelos más nobles, y de modo especial de los jóvenes y los ancianos, de los adolescentes y los niños, de los enfermos y los trabajadores, de los presos y sus familiares, así como de los pobres y necesitados”. Palabras similares repitió en posteriores discursos. ¿Es posible decir más? El problema no es sólo lo que se dice, sino el modo como se dice. Y seguramente, algunos han entendido mejor al disidente que durante la Misa en Santiago de Cuba gritó “abajo el comunismo” que las no menos importantes palabras pronunciadas por Benedicto XVI.
Hay católicos que no han entendido que el Papa tuviera tiempo para saludar a Fidel Castro y no para las damas disidentes. ¿Un minuto de tiempo con Berta Soler (presidenta de las damas de blanco) hubiera cambiado algo la situación o hubiera supuesto alguna información que la Santa Sede no tenía? Sin duda los gestos valen más que mil palabras. También es cierto que hay lugares en los que no se pueden decir o hacer algunas cosas. Y lugares en los que se consigue más con guante de seda que con puño de hierro. Es lo que ha debido pensar la Santa Sede. “Cuba necesita cambios” ha dicho el Papa en la Plaza de la Revolución, en una Misa a la que también han asistido no creyentes (cosa interesante y significativa si hubieran ido por un interés por el Evangelio y no porque así el gobierno quedaba bien con su huésped). En su homilía ha criticado la irracionalidad y el fanatismo de los que, encerrándose en su verdad, intentan imponerla a los demás. Por lo demás, el Papa también ha recocido “con alegría que en Cuba se han ido dando pasos para que la Iglesia lleve a cabo su misión insoslayable de expresar pública y abiertamente su fe”.