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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

19
Mar
2007

Verdadero hombre

11 comentarios
Esta pasada semana ha vuelto a cobrar actualidad una vieja herejía, el monofisismo, que afirma la existencia de una sola naturaleza en Cristo. El monofisismo primitivo afirmaba una sola naturaleza divina en Cristo. En alguna obra teológica contemporánea se ha querido detectar un monofisismo que valora únicamente la naturaleza humana de Cristo. No cabe duda de que la catequesis y la teología deben afirmar y explicar la doble naturaleza de Cristo. Yo suelo decir: Cristo es una persona divina que vive una vida total y auténticamente humana. Y también: Cristo es la traducción humana del ser, del pensar y del actuar de Dios.

Con todo, mi impresión es que el viejo monofisismo (el que afirma sólo la divinidad y considera la humanidad una apariencia) está latente e incluso patente en muchos cristianos actuales. Es lamentable que algunos no encuentren dificultad en afirmar la divinidad de Jesucristo y se sientan incómodos cuando se afirma la obviedad de su humanidad, de un hombre semejante en todo a nosotros, tentado como nosotros, que ignoraba cosas, crecía en edad y sabiduría, maduraba cada día su experiencia de Dios, se sentía incomprendido, abandonado y traicionado, y tantas cosas más, tan humanas y, sin embargo, tan divinamente vividas.

No valorar adecuadamente la humanidad de Cristo es un tipo de monofisismo que no parece preocupar y sin embargo es tan grave como la minusvaloración de la divinidad. Pues la humanidad de Cristo es un elemento fundamental sin el que no resulta posible el seguimiento ni la esperanza cristiana. En efecto, ¿cómo seguir a Cristo si él no camina en las condiciones de nuestra humanidad? Y si Cristo resucita porque es divino, entonces a nosotros que no lo somos, su resurrección no nos afecta. Ahora bien, si un pedazo de nuestra humanidad, si uno como nosotros ha resucitado (por el poder de Dios, sin duda), entonces se han abierto para todos las puertas de la esperanza. Tal es la importancia de la humanidad de Cristo.
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Bernardo
19 de marzo de 2007 a las 18:13

Cuando uno habla con cristianos de diversas procedencias, querido Martín, se da cuenta que hay un mal profundamente arraigado en el inconsciente colectivo cristiano: el monifisismo, y el peor, el doceta, es decir, el que afirma que Cristo utilizó la humanidad a modo de ropaje, como el que se pone y se quita una chaqueta. Desde esa perspectiva pierde valor aquello que realmente es el cristianismo y se torna una idolatría de tantas. La responsabilidad hay que buscarla en los que tienen la función de enseñar y supervisar la fe del pueblo cristiano, porque sus mensajes van más en la dirección de apuntalar esa herejía que en corregirla. El Concilio (GS 22) tenía muy claro que lo que no es asumido no es salvado y que la humanidad plena de Cristo es la conditio sine qua non de nuestra salvación, pero parece que se tiende a olvidar, tan ocupados como estamos en luchar contra conspiraciones político-mediático-mosónicas-marxistas. La teología tiene, en el monofisismo, su enfermedad congénita, algo así como Lévinas decía del idealismo, enfermedad congénita de la filosofía. El idealismo y cierto monofisismo están unidos en las herejías gnósticas, llevemos cuidado no sea que nos suceda como dice Ricoeur de San Agustín, que en su lucha antignóstica, su doctrina del pecado original es cuasignóstica; aplicado a la actualidad, podría ser que en el énfasis excesivo en la divinidad de Cristo, se niegue la humanidad, la humanidad de Cristo es el camino para acceder a la divinidad.

Oscar
19 de marzo de 2007 a las 19:17

Porque vive una vida auténticamente humana puede ser la traducción humana del ser y del actuar de Dios. Si no viviera humanamente no habría traducción, si todo fuera una apariencia entonces no habría posibilidad de un acceso a Dios desde nuestra humanidad. Considero, pues, muy acertada, esta reflexión.

Sor Lucía
20 de marzo de 2007 a las 10:57

Gracias, Martín, por tus reflexiones oportunas, sabias y serenas, en momentos en los que la crispación nos llevan a tomar partido a favor o en contra de los que son "llamados al orden" y de los que "piensan la fe". Sin duda, Jesús es "uno de los nuestros", y por eso, cuando nos habla del Padre, podemos entender cómo ama Dios -a fondo perdido- con corazón humano; y cómo nos convoca a su misma vida.
Un abrazo

Anónimo
20 de marzo de 2007 a las 12:41

Quizá sea más facil ser permisivo con los excesos de divinidad porque vienen a refrendar el pensamiento conservador que campa a sus anchas por la Santa Sede. Y dando un paso un paso más, la importancia de adoptar una critología ascendente o descendente en muchos casos es relevante a la hora de interpretar el mensaje que nos lego Jesús con su propia vida.
El problema es que es más facil ver una mota en el ojo ajeno que la mancha en el propio, y determinadas corrientes tienen muchos ojos dispuestos a mirar el paisaje ávidos por encuentrar algo sospechoso. Y por muy purista que se sea en una argumentación, siempre se puede sacar algo de contexto, buscar un doble sentido o realizar una interpretación erronea ajenas a la voluntad del autor. El problema es que esos usos están fuera de la voluntad del autor, aunque le sean atribuidos, la mayoria de las veces co una mala fe manifiesta.

JMValderas
20 de marzo de 2007 a las 20:07

Querido Gelabert produce cierta decepción el recibimiento de la notificación, que no parece sino el dictamen de unos resentidos (“desde hace años lo vienen examinando con lupa…”).No roza la calumnia, se cae en ella directamente cuando se dice que la Congregación ha sacado los textos de su contexto. Produce pena el comportamiento de Sobrino en su animosidad reiterada contra “el cardenal Ratzinger” en El País. No me place entrar en ese terreno. Siendo yo niño, me contaba Sanchís, el primer teólogo español que ponía los pies en Le Saulchoir, que Congar recibió de rodillas la orden del General de retirarse de la enseñanza provisionalmente. Hay modos. Lo importante es el esquema cristológico del documento. No he visto ningún teólogo que haya cogido el toro por los cuernos. Empezando por donde empiezan, o empezaban, los de raza: por el método. Esto es, los lugares teológicos, que centra en “la fe de la Iglesia” el foco de los demás loci, entre ellos la ciencia. Lo dice ya Cano. ¿Qué es lo que cree la Iglesia? Que Jesucristo es Dios y hombre verdadero. No conozco nada más profundo en torno a la valoración de la humanidad de Cristo que el pasaje de los Filipenses sobre la kénosis, sobre el anonadamiento de Dios en la creación. (Por cierto, lo de "exceso de divinidad" es un disparate excesivo, parecido al del "dice el Espíritu Santo y dice bien")

Bernardo
21 de marzo de 2007 a las 18:38

Se extiende aquello de sacar los textos de contexto: fíjense que donde dice "énfasis excesivo en la divinidad de Cristo", que hace referencia obvia a la posición de los hombres que se acercan al monofisismo, se lee "exceso de divinidad" queriendo hacer decir al texto lo contrario justo de lo que dice. ¿Ven un ejemplo más claro de descontextualización de un texto como pretexto para la descalificación de su autor? Después de abusar del significado de un texto, el siguiente paso es el insulto nacido de la hermenéutica perversa.

JMValderas
21 de marzo de 2007 a las 19:13

Sin ánimo de polemizar: léase lo que dice "Anónimo" en su aportación a la mía. Sosiéguese hermano. No iba con usted. De haber sido así, hubiera necesitado más espacio y el blog no es mío.

JMValderas
21 de marzo de 2007 a las 19:15

Sin ánimo de polemizar: léase lo que dice "Anónimo" en su aportación ANTERIOR a la mía. Sosiéguese hermano. No iba con usted. De haber sido así, hubiera necesitado más espacio y el blog no es mío.

Pedro
22 de marzo de 2007 a las 20:03

Son de agradecer este tipo de comentarios que se dejan llevar por la actualidad sin entrar en debates personales que no conducen a ninguna parte. Yo también pienso, como la myoría de los participantes, que a muchos cristianos, llevados por la inercia, les cuesta entender la humanidad de Cristo, seguramente porque la predicación recibida no ha contribuido a ello. Claro que si consideramos el asunto desde el lado de lo divino, la dificultad está en comprender cómo Dios pudo hacerse verdadero hombre sin dejar de ser divino. Misterio de la Encarnación

Julia
23 de marzo de 2007 a las 10:42

Como un buen buen amigo me ha enseñado, S. Agustin nos enseñó: en las cosas importantes unidad, en las dudosas libertad y en todas ellas caridad.
Lo siento pero no encuentro mucha caridad en la Notificación. Tampoco, dicho sea de paso encuentro mucha justificación.

Juanjo
23 de marzo de 2007 a las 21:13

Paralelamente a este monofisismo cristológico se da frecuentemente, lo que algun autor moderno, llama "monofisismo pneuamtológico" creo que no menos grave.
Esta es otra grave tentación con graves consecuencias.
La actuación de Dios, su presencia y la busqueda de la Verdad por parte del hombre, no pueden darese sin suprimir ni suplantar la condición humana.
Y creo que esto ha sucedido, y sigue sucediendo dentro de muchos sectores de la Iglesia.

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