Jun
Vacaciones, ¿para ser feliz?
2 comentariosYendo de cara al verano muchas personas hablan de vacaciones. O sea, de un tiempo de descanso o, con más precisión, un tiempo en el que se dejan de realizar las actividades habituales, sobre todo aquellas que tienen que ver con el trabajo remunerado o con el estudio. En este sentido, a mi me parece que las vacaciones son legítimas y necesarias. Siempre que no nos olvidemos de tanta gente que no tiene trabajo o que, si lo tiene, no puede dejarlo porque su salario es tan miserable que, si deja de trabajar, deja de comer.
Preguntar si ese tiempo de descanso o de cese de actividad habitual tiene como objetivo el ser feliz es una pequeña provocación que invita a reflexionar sobre lo que provoca felicidad. Eso de ser feliz es algo que todos los seres vivos buscan, de una u otra forma. Todos buscan lo que les conviene, todos huyen de lo que no les resulta favorable. Pero el ser humano, además de buscar la felicidad instintivamente, la busca reflexivamente. Y se pregunta si todo lo que instintivamente le apetece o satisface, le hace feliz. Porque hay apetitos que, a la larga y, a veces a la corta, producen desgracia. Sobre todo cuando estas apetencias no se controlan: tomar un vaso de buen vino es algo que apetece a mucha gente; hacer una quiniela puede ser divertido. Tomar muchos vasos de vino o jugar en el casino puede ser una tragedia.
La felicidad no está ni en el descanso ni en el cese de la actividad. Aunque el descanso puede ser necesario desde muchos puntos de vista, su objetivo no es conseguir la felicidad. No es fácil decir en concreto lo que es la felicidad. Todos la buscan, pero no todos la encuentran, y los que la encuentran, la encuentran de distintas maneras, en distintos lugares y con diversas intensidades. ¿Ser feliz es sentirse saciado en todas las dimensiones de la vida? ¿Quizás en todas no, pero, al menos, en las fundamentales? ¿Y dónde pone cada uno lo fundamental? En este mundo, ¿es posible una felicidad estable y completa? Un creyente puede decir que el encuentro con Dios es el gozo del corazón y la plenitud de todas las aspiraciones. Pero, a Dios, en este mundo, nunca le encontramos claramente. Dios siempre se nos escapa. En todo caso, una cosa me parece cierta: si no somos felices en vuestra vida ordinaria, tampoco lo seremos en vacaciones.