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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

2
Mar
2007

Unos tenemos un tótem y otros un microondas

7 comentarios
En el patio de un Colegio de dominicos unos niños preguntan al P. Director por la vivienda de los religiosos. Entonces uno de los niños dice conocerla y añade: “tienen un tótem”. Ante su sorpresa, el Director inquiere de qué puede tratarse. Y descubre que el niño ha confundido una imagen estilizada de madera de Sto. Domingo que se encuentra en la capilla donde los frailes celebran el Oficio divino con un tótem de los indios síus. Me cuentan que un niño de otro Colegio religioso, no voy a decir la Institución, le dice a su madre que en el Colegio hay un microondas donde guardan al niño Jesús.

Uno no sabe uno si reír o llorar. ¿Qué clase de educación estamos dando? ¿De qué hablamos en clase de religión o en catequesis, pero también en clase de arte, de historia, de literatura o incluso de química? ¿Con qué apoyos familiares cuenta la educación religiosa? ¿Cómo contrarrestar la catequesis del mundo, la de la televisión y demás medios audiovisuales? ¿Cómo despertar el interés religioso de las muchachas y muchachos?

No es fácil, nunca lo ha sido, transmitir la fe. A las dificultades de siempre se añade hoy una nueva, a saber, la falta de apoyo social: para hablar de tema religioso casi parece que hay que pedir perdón. Es menester que en nuestros Colegios se ofrezcan conocimientos técnicos, pero más importante es que se ofrezcan valores y sabiduría. Hay que transmitir datos, pero es mejor ofrecer objetivos y más aún enseñar a estar en la vida. Es importante ser buenos profesores, pero es más importante dejar claras nuestras prioridades. Una vez pregunté a un grupo de monjas que se dedican a la enseñanza: ¿cuál es su oficio? Ante su silencio respondí, enseñando un breviario: “El Oficio divino”. Además de sorprenderse hubo quien me manifestó su enfado porque supuestamente yo habría minusvalorado su trabajo colegial.
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lola
3 de marzo de 2007 a las 10:53

Asi es, yo siempre habia querido ser medico misionera, y al final , lo que es la vida, lo voy a ser, aqui, sin moverme de mi casa. Pero no, que va, es muy diferente, no hay que pedir perdon, la gente esta deseando que le hablen de Dios, de ver que su vida tiene un sentido,y de ver que alguien se preocupa de ellos, la malo, lo triste, es que nadie les habla, porque los que deberian hacerlo estan muy ocupados y refugiados en su mundo, en sus conventos, y tratand solo con los que son como ellos...por eso me alegro que empiecen a darse cuenta, enhorabuena.....darse cuenta es el primer paso, salir de nuestra comodidad e ir a anunciar el Evangelio como nos mando Jesus a todos, y a los Dominicos en particular, pues son predicadores, ¿pero solo deben predicar a los que ya tiene fe?......¿a los que son como ellos?----Jesus dijo , a los pobres, y hay muchos tipos de pobreza, la soledad creo que es la principal pobreza de nuestro primer mundo

JMValderas
3 de marzo de 2007 a las 23:01

Querido Gelabert: el anecdotario es riquísimo. Recuerdo que el padre Miguel Monzón, que acaba de morir y era hermano del beato martirizado Francisco, explicaba que en Uruguay las madres se le mostraban escépticas sobre la conveniencia de tomar la “pastilla” (comunión). Era, sin duda, la huella masónica que se mezcló con la independencia. Felipe González hizo de Héctor un héroe bíblico. Y nada menos que la sucesora de Menéndez Pelayo, mi vecina Rosa Regás, convirtió a Barrabás en el buen ladrón. La ignorancia de la ciudadana de Montevideo es secular, fruto de una labor de zapa constante en las escuelas, libros y medios de comunicación desde la Revolución Francesa. La incultura de los dos españoles mencionados es abandono voluntario y olvido subsecuente de lo que se aprendió. El laicismo que se quiere imponer. Hay ahora otros dislates más refinados e insidiosos, que de vez en cuando se leen en El País: canibalismo a propósito de la Eucaristía, mofa de la Inmaculada o de la Trinidad. Por no hablar de los esperpentos recientes sobre la Magdalena, Iglesia primitiva y Papado, que en sus páginas o en medios próximos tienen frecuente asiento. Más que nunca se impone la enseñanza del Catecismo: verdades fundamentales de la fe cristiana sin velos ni condescendencia a la imaginación, rigurosamente, more theologico. El niño sabía que en el “microondas” estaba Jesús, los chistosos del gobierno hicieron una parodia de su preparación en el horno.

Carmentxu
4 de marzo de 2007 a las 11:41

Entiendo que,la preocupación primaria es la enseñanza de religión católica en centros católicos.
Sabemos,por desgracia que,se ridiculiza a la religión católica en medios y ambientes ateos
es decir,en la negación absoluta de los valores del Reino.Pero lo preocupante es que la enseñanza religiosa que se imparte en nuestros centros llegue a extremos de ignorancia como los ejemplos que nos pones,que el microondas suplante al Sagrario y el "totem" a la imagen del Fundador de la Orden de Dominicos.
¡Si ni siquiera saben esto¿qué se les enseña?
Un abrazo

Bernardo
5 de marzo de 2007 a las 00:11

"Catecismo more theologico". Siempre será preferible la vida more evangelico. El Evangelio sin glosa es preferible a mil catecismos o a un Denzinger. Lo que sucede cuando falta la fe es que nos refugiamos en las seguridades. La única verdad fundamental de la fe cristiana se paga con la propia vida antes que imponerla a otro. Tal vez haya que disculpar a aquel niño que estima lo mismo un "totem" que un "Santo Domingo", tal como algunos lo viven no difiere en nada.

JMValderas
5 de marzo de 2007 a las 20:21

Traje a colación días atrás en uno de estos blogs la naturaleza de la predicación dominicana según la vivían los primeros frailes. Y anoté allí que el evangelio no necesitaba glosa. El kerigma desnudo. Y eso sirve desde la docencia infantil hasta el acompañamiento viático. Mas, para hacer frente a los retos del mundo contemporáneo, determinadas verdades de fe que han vivificado la tradición, deben ser ahondadas con el desarrollo del saber. Ese es el more theologico, sive more thomista. Cuando esa tensión de estudio se pierde, podemos recurrir a metáforas y apelaciones al amor universal. No es un homenaje a la Orden minusvalorar el sentido de los Catecismos cuando se espejan en el de Pio V. Al fin y al cabo, ¿qué es la Suma? Ojalá los niños actuales recibieran la enseñanza del catecismo que me formó a mí, el del obispo Cartañá, teólogo tomista que soñó, a mediados del siglo pasado, con convertir el convento de Gerona en un baluarte de la fe frente a la influencia francesa vecina… lo que son las cosas y las jugadas de la historia. De inseguridades, Bernardo, estoy lleno. De mmento los totems, ni los tabúes, son mi fuerte.

Bernardo
5 de marzo de 2007 a las 23:08

El sentido etimológico de "catecismo" hay que buscarlo en "comunicar", "instruir" o "enseñar", pero en su sentido más primitivo significaba "hacer resonar en los oídos de alguien la propia voz". Creo que este fue siempre el significado utilizado cuando se pretendió disciplinar a la sociedad, y no es el más apropiado para comunicar el Evangelio, que siempre debe ser una Buena Noticia, pero difícilmente se puede entender una Buena Noticia mediante el martilleo en los oídos y el aporreamiento neuronal. Por cierto, no seré yo quien defienda a los "prisas", pero habría que llevar cuidado con la "copina" matutina en vena, "corruptio optima, pessima".

JMValderas
6 de marzo de 2007 a las 09:49

No me gustaría que el tema fundamental de la transmisión del mensaje de Cristo, nuez del carisma dominicano, terminara en un ataque ad hominem sobre el que no voy a entrar. Admito lo de matutina, pues jamás fui ave nocturna, y me madrugo, antes de que las piquetas de los gallos rompan el alba, con la lectura del evangelio del día y la apostilla del Padre Puche, por si le interesa. Y repaso con provecho cuanto puedo de esta magnífica website, antes de ponerme codos a la obra. No frivolizaría yo con el ataque sistemático de ciertos medios contra el evangelio y la Iglesia de Cristo, desde la infancia. ¿Hemos leído con detenimiento las lecturas infantiles y juveniles recomendadas por esos medios? ¿Hemos pasado luego a los libros de texto de sus editoriales? ¿Hemos hojeado los libros de sus colecciones de ensayo? Si no nos vence la desidia, entenderemos muchas cosas sobre la ignorancia, desde la infancia, sobre la Revelación del Hijo Encarnado.

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