23
Sep
2007Sep
Una perla de esas que ya no se dicen
5 comentariosHe encontrado, leyendo unos textos antiguos del P. Chenu (1895-1990), teólogo dominico francés, esta perla: “Todos los pobres que buscan tienen el presentimiento de que Cristo existe”. Tomo nota enseguida. Sigo leyendo, y vuelvo a tomar nota: “En cuanto se acercan a la Iglesia, se van. No encuentran a Cristo”. Yo no me hubiera atrevido a decir esto último, aunque me atrevo a copiarlo. Esas perlas antiguas dan mucho que pensar, no sólo sobre los pobres, sino también sobre la imagen que damos los fieles cristianos, sobre lo que reflejan nuestras vidas, sobre lo que otros ven. Me preocupa que, en España, la Iglesia sólo aparezca en los medios de comunicación cuando se trata de temas institucionales, de desacuerdos con el gobierno, de escándalos clericales, de divisiones más o menos exageradas entre los obispos o entre obispos y religiosos. Y me preocupa más que en algunos blogs denominados católicos (Sixto aludió hace poco al más ruidoso), sin duda muy leídos, además de mucha rumorología, sigan encontrándose ese tipo de temas tratados de forma parcial y escandalosa. Si alguien quisiera hacerse una idea de lo que es la Iglesia a partir de las noticias de prensa o a partir de esos blogs se llevaría una muy triste imagen.
Y ya puestos sigo citando al P. Chenu y así comparto mi lectura con ustedes: “Fundar una Iglesia no es primariamente establecer estructuras y medios temporales de influencia, por no decir de poder; es dar testimonio de la Palabra de Dios, con amor fraternal. La Iglesia no tiene que tratar de construir para ella un mundo cristiano al margen del ‘mundo’, sino que tiene que cristianizar el mundo tal como éste se construye, tal como está construyéndose en este extraordinario siglo XX. Oigo decir: ‘Si el mundo se construyese mejor, sería posible hacer algo’. No; hemos sido enviados al mundo tal cual es; éste es el mundo que Cristo ha amado y por el cual murió”.
Y ya puestos sigo citando al P. Chenu y así comparto mi lectura con ustedes: “Fundar una Iglesia no es primariamente establecer estructuras y medios temporales de influencia, por no decir de poder; es dar testimonio de la Palabra de Dios, con amor fraternal. La Iglesia no tiene que tratar de construir para ella un mundo cristiano al margen del ‘mundo’, sino que tiene que cristianizar el mundo tal como éste se construye, tal como está construyéndose en este extraordinario siglo XX. Oigo decir: ‘Si el mundo se construyese mejor, sería posible hacer algo’. No; hemos sido enviados al mundo tal cual es; éste es el mundo que Cristo ha amado y por el cual murió”.