May
Teología para ser amigo de Dios
5 comentariosTeología ¿para qué?, preguntan algunos. En primer lugar para ser amigos de Dios. Ser cristiano es algo más que ser buena persona. Es ser amigo de Dios. Para eso sirve, antes que para otra cosa, la teología. El principal motivo para estudiarla no es utilitario, algo así como encontrar una ayuda para predicar o ser mejor catequista. La teología vale por sí misma. Tomás de Aquino explica que el estudio de la teología es el más perfecto, sublime y provechoso de todos los estudios humanos. El más perfecto, porque en la medida en que aprendemos teología poseemos ya de alguna forma la verdadera bienaventuranza; más sublime porque por él el hombre se asemeja principalmente a Dios y, como la semejanza es causa del amor, el estudio de la teología une especialmente a Dios por amistad.
Cierto, la oración también nos hace amigos de Dios. Por eso no hay contraposición entre teología y oración. Nunca he olvidado que, siendo yo novicio, escuché a un Provincial decir en un monasterio de monjas contemplativas: “menos teología y más oración”. La teología es una continuidad de la oración. Sin teología no hay buena oración, no hay un correcto encuentro con Dios. Y, si no hay encuentro correcto, no se puede amar con toda la fuerza y la intensidad que requiere el amado.
Por otra parte, la teología es necesaria para comprender bien la Palabra de Dios. No puede amarse lo que no se conoce o se conoce superficialmente. Cuando estamos ante algo decisivo para la propia vida es necesario discernimiento y estudio. Un buen médico no es sólo el que conoce la enfermedad, sino el que sabe ofrecer buenas explicaciones de la misma y buenas soluciones para superarla. Con la Palabra de Dios ocurre lo mismo. No basta con saber lo que “dice”. Es necesario saber por qué dice lo que dice, qué significa lo que dice, qué consecuencias tiene, a dónde conduce y, sobre todo, qué luz para el hoy y el ahora de mi vida aporta esta Palabra. La teología sirve para realizar esta labor. (continuará).