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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

27
Mar
2011

Si no lo hicieran, no nos enteraríamos

3 comentarios

En Porto-Cristo, lugar turístico por excelencia, pues allí están las famosas cuevas del Drach, en mi infancia, ejerció su ministerio un sacerdote sencillo, con mucho sentido común, muy querido por el pueblo. De él se cuentan muchas anécdotas. Dicen que una vez una persona fue a confesarse y le contó el mucho “destape” que había en la playa, con el consiguiente escándalo de las buenas personas que contemplaban tal espectáculo. Dicen que el cura respondió: “si no fueran, no lo verían”.

He recordado la anécdota, al leer dos reportajes en un periódico de gran tirada: Uno, del arzobispo de Maribor (Eslovenia), creador de un pujante grupo empresarial, con canal de TV incluido, que emitía películas pornográficas (¡el negocio es el negocio!), que ha dejado un agujero de más de 800 millones de euros y la ruina de 30.000 inversores que, en su pecado de fiarse de un arzobispo para hacer negocios, tienen su penitencia. El otro: el testimonio de dos exmonjas sobre los niños robados en España hasta prácticamente los años 80 del siglo pasado. Lo que cuentan ratifica de primera mano y desde dentro la verdad de unas prácticas que hoy nos parecen totalmente inaceptables. Lo más escandaloso de ambos casos es la implicación de clérigos y religiosas. Lo del dinero es el peligro permanente de la Iglesia. Sobre los robos de niños se puede decir que las cosas no se ven igual ahora que entonces. Pero entonces no debían estar tan aceptados cuando algunos testigos ahora manifiestan los escrúpulos que sintieron y la cobardía con la que actuaron.

Aplicando la receta del cura de Porto-Cristo: “si uno no va, uno no ve”; habría que decir: “si uno no lo hace, no se arriesga a que un día se enteren”. Una vez que nos hemos enterado, las preguntas son inevitables: ¿en qué manos han estado algunas instituciones? Una manzana podrida no prueba que el cesto entero esté podrido. Pero sí es motivo de alarma, de vigilancia y de desconfianza. Los gobiernos democráticos tienen un parlamento y una oposición que les controla. ¿Qué medidas se toman para contrarrestar los poderes casi absolutos de que gozan determinados cargos eclesiásticos? Por eso digo lo de la vigilancia. En primer lugar sobre uno mismo, pero acompañada de un mirada crítica. Porque el hábito, la piedad y la apariencia no garantizan nada. Y cuanto más se lucen, menos garantizan. Al final todo se sabe. Algo parecido dijo Jesús: “no hay nada oculto que no termine por salir a la luz”.

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Bernardo
28 de marzo de 2011 a las 13:44

Llevamos ya muchos casos en los que los clérigos aparecen en los medios por circunstancias que poco tienen que ver con su misión. Recuerdo muy bien cuando se decía que los curas no debían meterse en política y cuando eran asesinados por ello, voces importantes en la Iglesia, justificaban las muertes por meterse en lo que no debían. A otros, que al parecer sí hacían lo que debían, se les creía la palabra dada.

Así nos va y, efectivamente, nada hay oculto que no salga a la luz, y quedan muchas cosas pro salir.

fin de monarquías absolutas
28 de marzo de 2011 a las 17:21

El Dalai Lama asume que estamos en tiempos democráticos. Y anuncia que su sucesor-a- el propio Dalai Lama afirma que su sucesor-a puede ser una mujer-. Anuncia tambien la separación del poder politico y religioso,en la persona que le sucederá.Las monarquias absolutas de poder politico y religioso asumido por una sola persona, sin control democrático,ya pertenece a otra época. No querer asumirlo supone no asumir los signos de nuestro tiempo. O llegar tarde.
Jesucristo nos mostró con su vida, con su forma horizontal e igualitaria de relacionarse,con quienes aceptaban su mensaje,que se trata de servicio, no de poder.

Se dice que el poder corrompe. Y el poder absoluto corrompe absolutamente. Saber lo que ocurre es un servicio que nos ofrecen quienes se dedican al noble oficio de informar, de poner el espejo. Y el reflejo a veces no gusta. Es un alivio. Aun estamos a tiempo. Porque se trata de ser, no de parecer.
Al menos así debiera ser en ámbitos en los que el sentido ético se supone, como en otros estamentos el valor.
Y lo que empieza a salir es la punta del iceberg. Demasiado tiempo de penoso oscurantismo. Que emerja la sombra que oscurece tanta luz escondida en servicio y atención a los hermanos. De personar de buen-ser. Es posible que una determinada articulación de lo religioso en el catolicismo, como en el caso del budismo y el Dalai Lama,esté cumpliendo su ciclo. En Alemania un sereno profesor de ética perteneciente a los verdes,gana unas elecciones. Brotes verdes tambien en política. Respuesta del pueblo a los efectos de centrales nucleares. La religión no es ejena, forma parte de lo humano. Salvo que elija marginarse.
Gracias Martín Gelabert por tu voz libre, lúcida, necesaria.

Desiderio
29 de marzo de 2011 a las 00:41

Por un lado, el hecho de que hace años se viviera más en el anonimato, o con cierta seguridad de que ciertas actuaciones difícilmente saldrían a la luz, me imagino que facilitaría ciertos tipos de actuación no muy deseables. Lógicamente no que los provocara, pero ocurre a menudo que cuanto más en contacto está uno con los demás, es más fácil no dejarse llevar por conductas negativas. En este sentido, una buena manera de evitar los abusos, o de disminuirlos, pienso que sería vivir esa estructura jerárquica más horizontalmente, mediante comités, colegialmente, o de forma similar. Supongo que es difícil combinar la verticalidad jerárquica con la horizontalidad colegial, ya me entendéis, aunque desde luego una premisa necesaria es vivir esa colaboración con espíritu de servicio, de escucha y de apertura. Quien no viviera bajo ese espíritu se vería con cierta facilidad, entiendo yo.

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