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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

6
Ene
2008

Ser uno en Cristo Jesús

7 comentarios

En Cristo Jesús “no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ni bárbaro ni escita” (Gal 4,28 con Col 3,11). Unidos a Jesucristo desaparecen las diferencias culturales, sociales, sexuales, nacionales y raciales. Y, sin embargo, el varón sigue siendo varón, la mujer sigue siendo mujer, y el griego sigue hablando griego. La unidad no suprime las diferencias. Unidad no es uniformidad. De hecho siempre ha habido en la Iglesia un legítimo pluralismo litúrgico o teológico. Siempre ha habido carismas, ministerios y estados de vida distintos. Y esos carismas, ministerios, modos de vida, y modos de celebrar o de pensar la fe, son necesarios en la Iglesia.

Ocurre que hay quién se cree único, o cuando menos el mejor o el más importante. Y ahí empiezan las divisiones. Lo más triste es que a veces el que divide acusa a los otros de falta de unidad. Entiende la unidad al modo político. Llama la atención que sean precisamente los partidos políticos minoritarios los que más hablan de unidad, hasta el punto de hacer de ella el reclamo de su identidad: Unión Valenciana, Unión Mallorquina, Convergencia y Unión, Izquierda Unida. En el mundo los que hablan de unidad son los menos unidos, o entienden que vivir unidos es pasarse “con armas y bagajes” a su grupo, a su modo de pensar, de vivir o de vestir.

La unidad en la Iglesia es unidad en el amor. No todos hacemos lo mismo, ni tenemos la misma sensibilidad, pero podemos reconocer en el otro, en el distinto, a un trabajador por el Reino, a un seguidor de Jesús en circunstancias diferentes a las mías. Si reconozco en el carisma distinto al mío algo que también es mío, puedo solidarizarme con él, apoyarle, ver en el otro una extensión de mi yo, alguien que me ayuda a ver otras cosas, otros aspectos de la misma Iglesia. Cuando al que tiene una teología distinta, una sensibilidad eclesial diferente, otros gustos litúrgicos, le considero un rival, un enemigo, uno que “no es de los nuestros”, ¿quién rompe, quién divide?

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sophia
6 de enero de 2008 a las 12:08

Es bueno comenzar un nuevo año renovando buenos propósitos. Y recordando aquello que en estos días se ataca con fines espureos contra quienes por vocación necesitan de la libertad y de su propia idiosincrasia en el desarrollo de su vocación: los teólogos ,vocacionados a la reflexion y al estudio, al servicio de la Iglesia. De toda la Iglesia, no solo del estamento jerárquico. Reflexión necesaria, plural,en libertad.Comenzamos el año con sendas advertencias jerarquicas,de modalidad diversa a teólogos. Unos más. Aquellos en cuyas reflexiones late la memoria del concilio Vat II. La obra de uno de ellos celebrada por religiosos y laicos. Va por su 5ª edición. ¿ A que teme la jerarquía con su advertencia? En este siglo XXI de intercomunicaciones en red, dificilmente pueden controlar lo que se lee, piensa,las fuentes a las que las personas acuden. Muchos en la jerarquia ya no son referencia intectual ni pastoral. Quizá ese es su temor, su problema. Que el tiempo de las mordazas intelectuales terminaron. Lo que están orquestando es una magnífica campaña de promoción al libro de Pagola, y a las descargas en el portal de Koinonía del libro de Vigil. Y mientras, a seguir con la campaña, que estamos de elecciones: generales y en la CEE.La libertad de pensamiento y reflexión para teólogos y teologas, buen regalo de los Magos.
Feliz año Fray Martín. Gracias por seguir manteniendo este espacio de reflexión en libertad

JN Valderas
6 de enero de 2008 a las 14:49

Querido Gelabert: Ex nobis exierunt sed non erant ex nostris. Falsos doctores. Yo de Pedro, yo de Pablo. La doctrina neotestamenaria está llena de avisos contra las formas diversas de cizaña. En el método científico, la libertad del investigador termina allí donde el experimento contradice la hipótesis. Sólo los necios o los empecinados seguirán reclamando autonomía para abundar en el error. En teología la libertad del investigador termina donde se conculca el Credo. Seguir apelando a la libertad de investigación es necedad y ganas de hacer daño a la Iglesia. Afirmar que el teólogo debe tener libertad de investigación para ahondar en el contenido del dogma es un truismo, pues esa labor se les ha encomendado la Iglesia. ¿Qué no otra cosa es el desarrollo homogéneo del dogma? Los experimentos que niegan una hipótesis de un científico suelen acometerlos otros científicos. No ocurre tal con los disparates teológicos. Teólogos y biblistas hispanos se callan ante los dislates de sus colegas. Algunos, “se solidarizan”. ¿Se imaginan un científico solidarizándose con los defensores de la memoria del agua? A diferencia de la ciencia, la Iglesia es depositaria de la fe que hemos recibido, cuya guarda Dios urgió a los apóstoles y sus sucesores. Ante unos teólogos que abdican de su obligación, han de salir los obispos para declarar las contradicciones con el dogma. Roza lo culpable, si no entra de lleno en ello, acusarlos de intolerancia con manifiesta villanía

aburrido de las presunciones
6 de enero de 2008 a las 21:58

Ay, madre, que pesadez.... Y entre tanta ortodoxia "la propia" claro, ante tanta defensa no de la Verdad, sino de "mi verdad", guste o disguste es así con minúscula, dónde queda el Amor y elamor al otro a quien ves. No decía San Juan de la Cruz que es de eso de lo que nos va a exam9inar y no de la ortodoxia propia?
Pienso que nuestra religión y nuestra fe es la de quienes buscan la verdad, no la de los que se creen poseerla.

JM Valderas
8 de enero de 2008 a las 09:57

Sí, caro Gelabert. Hay que ver lo peñazo que se ha vuelto Benedicto XVI, que en el atardecer de la vida será también juzgado de amor. Acaba de dirigirse a la XXXV Congregación de los jesuitas, cardenal Rodé interpuesto, con las siguientes palabras (plúmbeas y llenas de presunción, por supuesto): "Los tiempos han cambiado y la Iglesia tiene hoy que afrontar nuevas y urgentes necesidades. Menciono una, que a mi juicio es hoy urgente y al mismo tiempo compleja, y la propongo a vuestra consideración. Es la necesidad de presentar a los fieles y al mundo la auténtica verdad revelada en la Escritura y en la Tradición. La diversidad doctrinal, de aquellos que a todos los niveles, por vocación y misión, son llamados a anunciar el Reino de la verdad y del amor, desorienta a los fieles y conduce a un relativismo sin horizonte. La verdad es una, que siempre puede ser más profundamente conocida. Garante de la verdad revelada es el Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo (Cf. DV. 10). Los exegetas y los estudiosos de la teología están comprometidos en colaborar para investigar y proponer las Letras divinas, bajo la vigilancia del Sagrado Magisterio, las riquezas en ellas contenidas (CF. DV. 23)."

internauta
9 de enero de 2008 a las 07:56

¡que cansino leer a alguien que se cree "perejil de todos los blogs", siempre la última palabra, puntualizando al bloguer y a cualquier comentarista, con sus latinajos y rígido discurso de ideas trasnochadas. Recuerda a cierta cigüeña que pulula por el ciberespacio, eso sí, más letrada. Hay comentaristas que piden a gritos su propio blog. Pues ¡mónteselo !, y descansaremos todos.

chabier
9 de enero de 2008 a las 12:30

Propongo que el señor Valderas abra su propio blog, alojado en alguna página de esas fundamentalistas que por ahí tanto abundan, y nos deje descansar un poco a todos hombre. Que se parece a Rouco que aspira a ser el papa de los españoles.

aprendiz
9 de enero de 2008 a las 16:54

El espíritu tomista es la confrontación con los que disienten, y no la unanimidad "a la búlgara". Creo que se entiende.

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