Dic
¿Sembradores o destructores de esperanza?
3 comentariosSan Pablo dice que Abraham esperó contra toda esperanza (Rm 4,18). Expresión paradójica que indica que Abraham esperó en el cumplimiento de las promesas divinas, a pesar de que todo lo que veía y experimentaba iba en sentido contrario a tal cumplimiento. Diríamos que esperó lo imposible. A veces, para conseguir algo, hay que esperar lo imposible.
Tomás de Aquino notó que la experiencia puede ser motivo de esperanza o de desesperanza. La esperanza se refiere a una realidad difícil, pero posible. Por eso, cuando la experiencia nos dice que las posibilidades de conseguir algo son muy pocas o son nulas, aparece la desesperanza, el “no hay nada que hacer” y, por tanto, “nada que esperar”. De ahí la pregunta que cada uno podemos hacernos: la experiencia que otros tienen de mi, ¿me convierte en constructor o destructor de esperanza?
A veces me pregunto qué posibilidades ofrecemos a las personas que, de una u otra forma, dependen de nuestras decisiones: ¿las escuchamos, confiamos en ellas? ¿Les dejamos libres con el riesgo de caerse, y cuando se caen les animamos y les invitamos a levantarse y a seguir; o les controlamos, les cortamos las alas, les amenazamos y, en definitiva, les damos miedo? Eso es lo que hacía Juan Bautista, amenazar con el fuego a los que no se convirtieran. Pero el orden que logra la amenaza, dura lo que dura el miedo. Jesús no amenazaba, trataba de convencer, con palabras siempre alentadoras, levantaba a los caídos y fortalecía a los débiles. En el terreno de los valores o de la conducta, cuando uno se convence de su bondad, los valores duran para siempre.
Constato que hay gente con la esperanza debilitada. Pero la esperanza es la virtud de los fuertes, requiere tiempo y paciencia. E incluso una buena dosis de humor. Si las personas con la esperanza debilitada, son capaces de esperar contra toda esperanza, cuando lleguen a la meta se convertirán en sembradores de esperanza. Podrán hacer lo que no se ha hecho con ellos. También se aprende de las situaciones que no nos gustan o de las decisiones que otros toman y nos afectan negativamente. Se aprende a no repetirlas. A veces, los mayores, terminamos en el mismo sitio que un día criticamos. Si los jóvenes de hoy son capaces de no repetir los errores que les han afectado, podrán ser sembradores de esperanza. Es bien sabido que muchas personas maltratadoras han sido maltratadas en su niñez o juventud. Por eso digo, si somos capaces de no repetir los errores que nos han afectado.
Adviento: tiempo de la buena esperanza. La buena solo viene del Dios de Jesús, el único que ofrece promesas que superan todo deseo, pero que son posibles porque él es todo amor y todo poder. Y, aunque no lo parezca, contra toda esperanza, dirige la historia según sus designios.