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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

11
May
2010

Secreto de Fátima y pecados en la Iglesia

3 comentarios

Los viajes del Papa son ocasión de encuentros con los periodistas que le acompañan en el avión, que siempre deparan manifestaciones, a veces polémicas, pero siempre interesantes. Todos los medios destacan que, durante su viaje a Lisboa, el Papa pronunció la más dura y clara condena de la actitud de la curia ante la pederastia. Aunque en sus palabras el Papa no nombró a la curia, es posible deducir de lo que dijo su desagrado por el modo como algunos Prelados se complacen en acusar a la prensa y a las “fuerzas exteriores” a la Iglesia de los problemas que, en realidad, tenemos dentro de la Iglesia. En efecto, en respuesta a una pregunta sobre el tercer secreto de Fátima dijo que “los ataques al Papa y a la Iglesia no vienen sólo de fuera, sino que los sufrimientos de la Iglesia vienen precisamente del interior de la Iglesia, del pecado que existe en la Iglesia”.

A mi entender también resulta interesante que el Papa haya ampliado el alcance del mensaje contenido en este llamado tercer secreto. No hay por qué pensar, como así se hizo cuando se publicó por primera vez el contenido de este texto escrito o dictado por la vidente Lucia, que el relato (por cierto bastante enrevesado) se refería al atentado que sufrió Juan Pablo II. Según Benedicto XVI se trata de un mensaje que vale para todos y no para unos pocos, que vale para todos los tiempos, para todos los sufrimientos de la Iglesia y para todos los Papas. El mensaje, dijo, es un llamamiento a la conversión, a la penitencia y a la plegaria. Evidentemente, si este es el mensaje no sólo vale para todas las personas, sino que en realidad no contiene secreto alguno, pues lo único que hace es destacar un aspecto de la revelación cristiana.

Más aún, lo que hace que el mensaje sea aceptable es precisamente su coherencia con esta revelación. Y si es coherente con la revelación, el mensaje vale por sí mismo y no por las circunstancias que lo provocaron. Es importante que tengamos esas cosas claras para no basar la fe en acontecimientos susceptibles de distintas y hasta opuestas lecturas. La fe sólo se basa en Jesucristo, creíble por sí mismo, un Jesús que no habla a escondidas y que todo lo que ha oído del Padre nos lo ha dado a conocer.

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Bernardo
12 de mayo de 2010 a las 19:58

Es un signo preocupante de lo mal que están las cosas cuando hemos de alegrarnos, y lo hacemos sinceramente, porque el Papa haya realizado unas declaraciones simplemente racionales: los que hacen daño a la Iglesia son los delicuentes que han cometido los abusos y aquellos que los han encubierto. Pero claro, cuando el número de voces purpuradas en el sentido opuesto es tan habitual, esas palabras del Papa suenan a canto celestial. Repito, se trata de lo que todos deberíamos decir en público y no sólo pensar, pero las voces que más suenan son las que acusan a "los de fuera" de maquinar una campaña en contra de la Iglesia. Aunque esto podría ser cierto en el ánimo de algunos de esos foráneos, lo harían porque algunos de dentro lo han propiciado.
Yo no soy muy dado a revelaciones ocultas (lo cual es un contrasentido), como las de Fátima, entre otras cosas porque parece como si Dios, la Virgen o lo que sea, jugara a los acertijos y no creo yo que tenga tiempo para tales diversiones; pero, en todo caso, no hace falta revelación del cielo para saber que en la Iglesia hay ciertas formas de actuación que no son adecuadas.

Recuperando perspectiva
12 de mayo de 2010 a las 22:38

Está bien la autocrítica, siempre necesaria, pero no dejemos de ponernos las gafas de la fe que son las únicas con las que pododemos leer coherentemente el misterio de la Iglesia. Misterio teándrico, aunque a veces nos empeñemos en ver más lo de "ándrico", que de "Teo", quizá porque Dios ha querido vehicular(se) lo segundo en lo primero. A este propósito no olvidemos las palabras del C. Vaticano I: " es más, la Iglesia por sí misma, es decir, por su admirable propagación, eximia santidad e inexhausta fecundidad en toda suerte de bienes, por su unidad católica y su invicta estabilidad, es un gran y perpetuo motivo de credibilidad y de testimonio irrefragable de su divina legación. De lo que resulta que ella misma, como una bandera levantada para las naciones (cf. Is 11, 12), no sólo invita así a los que todavía no han creído, sino que da a sus hijos la certeza de que la fe que profesan se apoya en fundamento firmísimo" (DH 3013). Apologético, sí, pero esa Iglesia, también existe, por encima o por debajo de la que nos escandaliza.

Catalina
13 de mayo de 2010 a las 10:30

la gente de la calle, con la que convivo nunca habia creido en la Iglesia y ahora pues menos que nunca. Yo intento explicarles eso, queno se cree en la Iglesia sino en Jesucristo. Pero es que la gente no ve a Jesucriasto y si nos ve a nosotros. Entonces algo tiene que cambiar ya. La gente tal vez, sencilla nos ayudan estas cosas de Fatima, la Mare de Deu de los Desamparados y cosas asi, No creo que sea malo, existimos los que no podemos volar tan alto. Pero otros llamados a dar ejemplo han bajado tan al fango que son escandalo para los pequeños. Pidamos para no ser nosotros motivo de escandalo para nadie

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