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Secreto de Fátima y pecados en la Iglesia
3 comentariosLos viajes del Papa son ocasión de encuentros con los periodistas que le acompañan en el avión, que siempre deparan manifestaciones, a veces polémicas, pero siempre interesantes. Todos los medios destacan que, durante su viaje a Lisboa, el Papa pronunció la más dura y clara condena de la actitud de la curia ante la pederastia. Aunque en sus palabras el Papa no nombró a la curia, es posible deducir de lo que dijo su desagrado por el modo como algunos Prelados se complacen en acusar a la prensa y a las “fuerzas exteriores” a la Iglesia de los problemas que, en realidad, tenemos dentro de la Iglesia. En efecto, en respuesta a una pregunta sobre el tercer secreto de Fátima dijo que “los ataques al Papa y a la Iglesia no vienen sólo de fuera, sino que los sufrimientos de la Iglesia vienen precisamente del interior de la Iglesia, del pecado que existe en la Iglesia”.
A mi entender también resulta interesante que el Papa haya ampliado el alcance del mensaje contenido en este llamado tercer secreto. No hay por qué pensar, como así se hizo cuando se publicó por primera vez el contenido de este texto escrito o dictado por la vidente Lucia, que el relato (por cierto bastante enrevesado) se refería al atentado que sufrió Juan Pablo II. Según Benedicto XVI se trata de un mensaje que vale para todos y no para unos pocos, que vale para todos los tiempos, para todos los sufrimientos de la Iglesia y para todos los Papas. El mensaje, dijo, es un llamamiento a la conversión, a la penitencia y a la plegaria. Evidentemente, si este es el mensaje no sólo vale para todas las personas, sino que en realidad no contiene secreto alguno, pues lo único que hace es destacar un aspecto de la revelación cristiana.
Más aún, lo que hace que el mensaje sea aceptable es precisamente su coherencia con esta revelación. Y si es coherente con la revelación, el mensaje vale por sí mismo y no por las circunstancias que lo provocaron. Es importante que tengamos esas cosas claras para no basar la fe en acontecimientos susceptibles de distintas y hasta opuestas lecturas. La fe sólo se basa en Jesucristo, creíble por sí mismo, un Jesús que no habla a escondidas y que todo lo que ha oído del Padre nos lo ha dado a conocer.