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Sangre derramada ¿por cuántos?
7 comentariosLa Congregación para el Culto Divino parece que prepara una nueva traducción de los textos litúrgicos de la Eucaristía. Una de las variantes que posiblemente más llamará la atención será el cambio de las palabras sobre el cáliz. Me dicen que la expresión “sangre derramada por vosotros y por todos los hombres”, será sustituida por: “sangre derramada por muchos”. A mi parecer este cambio tiene motivos de sensibilidad cultural y motivos lingüísticos. Lo que no me gustaría es que, aprovechando un cambio sin duda conveniente, se colasen motivos ideológicos que desvirtuasen el sentido correcto que tiene la expresión actual: “sangre derramada por todos los hombres para el perdón de los pecados”. Si es “por todos” entonces deben estar incluidos los que matan a Jesús. El también muere por sus enemigos.
Digo una palabra sobre las buenas razones que avalan el posible cambio y dejo para otro post lo que he calificado de motivos ideológicos que no serían buenos compañeros del cambio. Una razón es de sensibilidad cultural. “Los hombres” (palabra relativamente frecuente en la liturgia eucarística) tiene un sentido genérico, incluyente, pero podría entenderse de forma excluyente. Dados los recelos que hoy suscitan estas cuestiones es bueno buscar una expresión que evite todo asomo de exclusión y que, además, no parezca recargada, como podría ser “seres humanos”. “Derramada por muchos” parece que cumple con la condición.
Hay otra razón de tipo linguístico. El término griego “polus” (utilizado por los evangelistas) significa muchos o multitud. Dicen los entendidos que la mentalidad semita desconoce los términos absolutos. “¿Cuánta veces he de perdonar?, ¿siete?”, pregunta Pedro a Jesús. Siete es un número de plenitud. Pedro quería decir algo así como “muchas veces”. Jesús le responde elevando el nivel de la plenitud y dice: setenta veces siete. Evidentemente, no 490, sino siempre. Pero al no disponer del vocablo “siempre” se hace necesario utilizar un circunloquio. Ocurre lo mismo con la sangre derramada por muchos. Traduciendo “polus” por muchos, como ya se hace en traducciones del Misal a otras lenguas modernas, se gana en precisión lingüística y no se desvirtúa el pensamiento evangélico: todos son muchos.