Jul
Sacrificio, palabra muy positiva
9 comentariosLa palabra sacrificio, y más en estos tiempos que corremos, tiene connotaciones muy negativas. Sacrificio es el esfuerzo que los ciudadanos tendemos que hacer para salir de la crisis económica; sacrificada es la situación de las familias con dificultades para llegar a fin de mes, o la de tantas personas que no tienen lo necesario. La palabra sacrificio, en su sentido más corriente, indica privación, abnegación e incluso acción a la que uno se sujeta con gran repugnancia. Con este trasfondo, el sacrificio de Cristo se entiende de forma peyorativa. Quizás este sacrificio nos reporta algún bien a nosotros, pero para Cristo fue un momento doloroso a más no poder.
Pero esta es una mala comprensión del sacrificio. La palabra, etimológicamente, no va en dirección a lo negativo, sino a lo muy positivo: hacer sagradas todas las cosas, orientarlas en la dirección divina. El sacrificio no es privarnos de algo, sino agregarnos algo que nos enriquece. Sacrificio es una participación en la santidad de Dios, que conlleva como consecuencia necesaria una transformación positiva de toda nuestra realidad. La pena o la privación no es sacrificio. En el sacrificio se tata de realizar un cambio en la vida que nos permita entrar en comunión con Dios. Este cambio solo puede ser obra del amor divino, de la acogida del don de Dios.
El sacrificio de Cristo consistió en colmar de amor su sufrimiento y su muerte, y darles así un sentido positivo, hasta el punto de convertir en la más aplastante victoria lo que parecía el más terrible fracaso. Por eso es imposible separar la cruz de la resurrección, pues la resurrección muestra lo positivo del sacrificio de la cruz. Así resulta posible presentar el sacrificio de Cristo como lo más positivo que jamás se haya dado y en el que la humanidad está llamada a participar. La “perfección” que, según la carta a los Hebreos, alcanzó Cristo por su sacrificio no es otra que la resurrección.