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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

22
Abr
2011

Resurrección: no sólo lo que le pasó a Jesús

4 comentarios

Jesús no ha resucitado en nuestro mundo, sino en Dios. Como muy bien ha escrito Benedicto XVI en su aportación teológica sobre la figura de Jesús, con su resurrección “Jesús no ha vuelto a una vida humana normal de este mundo… El ha entrado en una vida distinta, nueva; en la inmensidad de Dios y, desde allí, Él se manifiesta a los suyos”. Este “desde allí se manifiesta a los suyos” es importante. Pues creer en Jesús resucitado no es sólo creer que “algo le pasó a Jesús”. Es también creer que esto que le pasó tiene repercusiones decisivas para cada ser humano. “En la resurrección de Jesús se ha alcanzado una nueva posibilidad de ser hombre, una posibilidad que interesa a todos y que abre un futuro, un tipo nuevo de futuro para la humanidad”.
 

A este respecto, el Papa nota que San Pablo ha vinculado inseparablemente la resurrección de los cristianos con la resurrección de Jesús: “Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó… ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos” (1 Cor 15,16.20). La resurrección de Cristo es un acontecimiento universal o no es nada, viene a decir san Pablo. Y sólo así, entendida como acontecimiento universal, como inauguración de una nueva dimensión de la existencia humana, interpretamos adecuadamente el testimonio de la resurrección en el Nuevo Testamento.
 

Si, según san Pablo, la resurrección de Cristo es “la primicia” de la nuestra (1 Cor 15,20), entonces nuestra suerte está ligada a la suya. Esta suerte se anticipa en este mundo cuando vivimos en comunión de vida con él, cuando recibimos el don que nos hace de su vida por medio de su Espíritu. Compartir la vida con Cristo, anticipar su vida resucitada, debe realizarse en una forma de vida común, en Iglesia, bajo su forma más sencilla que es la caridad fraterna. Por tanto, la fe en la resurrección de Jesús se vive en la existencia individual del creyente y con el estilo de su vida social.
 

El reino de Dios ha llegado a nosotros con la resurrección de Cristo. Pero no nos hagamos ilusiones: sin un estilo de vida acorde con el Reino, esta llegada se oscurece y corre el riesgo de perderse.

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Bernardo
23 de abril de 2011 a las 10:57

Lo que afirma Pablo para sus comunidades tiene un valor fundamental para todos los cristianos: la resurrección no es un milagro especial, es la potencia vital divina en medio de la realidad creada y que ha sido cumplida de forma especial en Cristo. Lo mismo puede ser vivido por todo aquel que siga la vida de Jesús. El final es la resurrección. Por eso, la resurrección no es algo puntual que acontece al final de la vida, Cristo llevó una vida de resucitado. Quien vive así está vivo realmente, quien no lo hace así está realmente muerto. Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia.

resucitando con Él
23 de abril de 2011 a las 12:02

Silencio, germen de Vida este Sábado Santo. El Viviente llega hasta el más profundo centro de la soledad y la muerte de todos y cada uno de los seres de todos los tiempos, como nos recordó ayer Benedicto XVI en sus respuestas en el programa de la RAI “baja a las profundidades, va hacia los perdidos, se dirige a todos aquellos que no han alcanzado la meta de sus vidas, y trasciende así los continentes del pasado. Esta palabra del descenso del Señor a los infiernos significa, sobre todo, que Jesús alcanza también el pasado, que la eficacia de la redención no comienza en el año cero o en el año treinta, sino que llega al pasado, abarca el pasado, a todas las personas de todos los tiempos”.
La apertura que Cristo nos hace a la Trascendencia , incluye la Encarnación. Gracias por recordarlo, fray Martín.
En el Espíritu de Cristo Resucitado ¡ Feliz y Gozosa Pascua de Resurrección!

Paul T.
23 de abril de 2011 a las 14:21

Con la resurrección confirmamos, sostenemos, sellamos la presencia del Reino ya presente en Jesús; nos da vida y esperanza para la plenificación. Efectivamente como apuntas Martín, sin una actitud acorde, fiel, valiente y arriesgada, como la que tuvo Jesús hasta la cruz, este reino se pierde, se esfuma. Resucitar en el nuevo ser, es transformar nuestra individualidad y también nuestra sociedad como Iglesia y como mundo. Que la Luz de Cristo, nos conduzca al reino. Feliz Pascua.

oscar
24 de abril de 2011 a las 15:14

Feliz Pascua, profesor. Gracias por todo lo que nos aporta. He leído también sus homilías en la sección de homilética de la página web de dominicos. Me han ayudado mucho.

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