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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

28
Ene
2013

¿Responde Dios a nuestras oraciones?

8 comentarios

“Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha, y lo salva de sus angustias”. ¿Hasta qué punto estas palabras del salmo 33 son algo más que un deseo? ¿De verdad escucha Dios nuestras plegarias? Y, sobre todo, ¿qué experiencia tiene el ser humano de ser escuchado por Dios? Porque la evidencia es que, ante la plegaria humana, no hay más que silencio. ¿Será el silencio la respuesta de Dios a todas nuestras oraciones? ¿En qué consiste la experiencia de que nuestra oración es escuchada? Una forma de experimentar que nuestra oración es escuchada sería ver realizado aquello que pedimos. Pero, en la mayoría de los casos, por no decir en todos, parece que los acontecimientos discurren del mismo modo con oración o sin ella.

 

¿Y si la experiencia de la escucha no consistiera en que acontece un cambio en los acontecimientos, sino un cambio en el orante? El solo hecho de poner nuestras necesidades en manos de Dios, el solo hecho de decirle a Dios lo mucho que lo necesitamos, es ya un modo de situarnos de otra manera ante la vida y sus circunstancias. Al orar con fe nos situamos delante de Dios y, al hacerlo, confiamos en que la muerte no tiene la última palabra. Porque, en realidad, lo que le pedimos a Dios a través de lo concreto y de lo urgente de una determinada situación, es la salvación. Es posible que la salvación esperada no se haga presente del modo cómo lo hemos pedido. Pero eso no quita que, al pedir, confiemos en el Dios de la salvación, un Dios que sólo quiere lo bueno para el ser humano. Y, por tanto, el pedir, si se hace con fe, siempre lleva implícito un “hágase tu voluntad”. No se trata de una fórmula de resignación, sino de la confianza en que la voluntad de Dios es lo mejor que le puede ocurrir a nuestra vida, aunque a veces no comprendamos las extrañas maneras humanas en que esta voluntad se manifiesta.

 

Como muy bien ha escrito Juan Martín Velasco, “la oración de la fe transforma el horizonte de la experiencia en que se situaba la situación de necesidad; ésta se resitúa en un conjunto enteramente nuevo, incluso cuando la necesidad en sí misma se mantiene. Y su inclusión en el nuevo horizonte de la esperanza, el consuelo, la confianza y la alegría, la cambia por completo, incluso si se mantienen sus condiciones objetivas. De ahí que pueda decirse que no hay ninguna oración que no sea oída”.

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Juanjo
28 de enero de 2013 a las 15:43

Ciñéndonos a la oración de petición, que es la que presupone el post, la presunta “respuesta” a la misma creo que tiene mucho que ver con adecuada o inadecuada visión que tengamos de la “forma que tiene Dios de actuar”. Si seguimos pensando en un Dios que está fuera y actúa desde la distancia, que nuestra oración tiene que subir hasta el cielo, y un Dios al que hay que convencer, y ante quien se necesita algún mérito para obtener alguna contrapartida, continuaremos con la “santa resignación” de no comprender sus planes y pensar que sus designios son distintos a los nuestros.
Solo cuando comprendamos que Dios, en lo más interior de nuestra propia y más profunda intimidad conoce ya nuestros anhelos, y Él mismo es quien está suscitando nuestra oración, podremos ponernos a colaborar con su acción, como si fuéramos sus manos, y a trabajar por la implantación del Reino porque nos sentimos colmados de su amor desbordante. La implantación de Reino (de esto se podría hablar mucho) no la solución de los problemas. “venga a nosotros tu reino” & “hágase tu voluntad…!

Francis
29 de enero de 2013 a las 20:05

A un pobre atribulado le han sido muy cálidas las reflexiones de don Martín y de Juanjo. Pido, pues, fuerzas para seguir orando.

Mercedes
29 de enero de 2013 a las 22:38

Totalmente de acuerdo . En los momentos difíciles de nuestra vida y, ante las diversas pruebas que a menudo soportamos , entramos en crisis , nos preguntamos que sentido tiene tanto sufrimiento y ,aunque seguimos gustando el amor de Dios , no lo entendemos y le suplicamos que nos conceda aquello que encarecidamente le pedimos ..un trabajo , salud , hijos , etc. pues bien , hay que dejar a Dios ser Dios, dejar de contemplarnos saliendo de nosotros mismos y, es entonces cuando recibimos la fuerza necesaria para aceptar con alegría y esperanza todas las dificultades que nos vengan . " hágase tu voluntad ..¡ " y como dice Juanjo , " venga a nosotros tu reino " , poniendo en juego todos nuestros talentos para su llegada .

uno-s en el Uno
30 de enero de 2013 a las 08:07

Tratar de amistad con Quien sabemos nos ama. Oración para Teresa de Ávila. Y la Amistad, cuando es profunda sabe de las necesidades del otro,más allá de las palabras. Sabe de silencio en el encuentro, de escucha. Un estar siendo en el Otro. Conocimiento sabroso. Más profundo que el momento más íntimo entre dos que se aman. Gozo y goce del Amor.

Dejar a Dios ser Dios en nosotros, nos recuerda Juan de la Cruz. Uno-s en el Uno eternamente ( Eckhart). Ya lo somos. Ya lo estamos. Solo nos falta ser conscientes de ello. Y vivirlo y actuar en consecuencia.

Gracias fray Martín. Que disfrute de la luz y el calor de la buena gente caribeña. La vieja Europa sigue en frío invierno.

legenda_SC
30 de enero de 2013 a las 10:28

Nunca me había parado a pensar en esta pregunta pero viéndolo así parece que tiene usted toda la razón.A veces cuando le pides algo a Dios la verdad es que sientes como algo te ayuda con tus problemas.

I had never stopped to think in this question but seeing it like that you seem that it has the whole reason. Sometimes when you ask for the truth something God it is that you feel as something helps you with your problems.

Je ne m'étais jamais arrêté pour penser à cette question mais en le voyant ainsi il semble que vous avez toute la raison. Parfois quand tu demandes quelque chose au Dieu la vérité c'est que tu sens comme quelque chose t'aide avec tes problèmes.

Rafael del Olmo
30 de enero de 2013 a las 14:30

Conozco una señora, 80 años a la sazón, que con frecuencia invoca al Señor pidiendo ayuda, y me dice, que a ella el Señor sí la escucha, lo que le agradece en el acto.

Juanjo
24 de marzo de 2020 a las 18:41

Muchas Gracias Martín por recordar este post, tan adecuado para este tiempo, en que siguen aflorando tantas propuestas para acabar con la enfermedad, a base de instrumentar la oración y otras devociones piadosas, con fines mágicos.
Y ya que has citado a Juan Martín Velasco, tengo guardado de él una interesante reflexión; "Pedir con fe no consiste en pedir con la seguridad subjetiva de que se me va a conceder lo que pido. Cuando la confianza se dirige a obtener los bienes solicitados, deja de dirigirse a Dios para dirigirse a los bienes y a su posesión. Pedir con fe es hacer de la petición una expresión de la confianza incondicional en Dios, que conlleva la fe en Él. Es el pedir de quien sabe que su vida no está amenazada por ningún mal irremediable, sino que está en buenas manos, las manos de quien venimos y que nos acompañan en todo momento hasta nuestro final"

Natxo Ruiz
24 de marzo de 2020 a las 22:06

Yo también lo vivo así, pero entonces ¿qué diferencia la oración vivida como cambio en el orante de la psicoterapia?

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