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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

28
May
2012

¡Qué cosas pasan en el Vaticano!

7 comentarios

En su homilía de Pentecostés, Benedicto XVI habló de una nueva “Babel”, en la que imperan “la sospecha” y el “temor recíproco”, “hasta hacernos incluso peligrosos unos para otros”. Tras las sospechas de asesinato de una joven de 15 años desaparecida dentro de los recintos vaticanos, la destitución del presidente de la banca vaticana y la detención del ayudante de cámara de Benedicto XVI, acusado de difundir documentos personales del Papa, tan confidenciales que, algunos no habían llegado aún a la Secretaría de Estado, estas palabras ¿son acaso inocentes, se trata de un mensaje críptico, o quizás de un mensaje directo? Todos los medios se hacen eco de la noticia de los papeles robados supuestamente por el mayordomo del Papa. Casi nadie cree que haya actuado ni sólo ni por dinero. Se especula incluso con que se trata de una víctima expiatoria, una cortina de humo para encubrir a los verdaderos culpables. Es de esperar que, si es así, pronto tengamos noticias sobre esos ambiciosos culpables.

¿Detrás de todo esto hay eclesiásticos con ambición de poder? Si así fuera la credibilidad de la Iglesia quedaría dañada. Una vez subido Jesús al cielo, la Iglesia ha necesitado organizarse. Y en esta organización eclesiástica siempre ha habido personas desleales que, so capa de mucha piedad y devoción, se aprovechan de la misma para su propio beneficio y sus propias ambiciones. El poder siempre es muy delicioso, la mayor de las delicias. Por este motivo, también los eclesiásticos lo ambicionan. El poder amparado bajo el paraguas de lo sagrado y del nombre de Dios, tapa torpezas y pobrezas personales y las convierte en aciertos y grandezas. De ahí que Jesús pone continuamente en guardia contra el poder: “entre vosotros no sea así”.

Cuando ocurren estas cosas, hay que dejar claro algo muy importante: la Iglesia, criatura pecadora, no es ni objeto, ni término, ni razón o motivo de la fe cristiana. El objeto, término, razón y motivo de la fe cristiana es estrictamente teologal, a saber, Dios mismo. Para aquellos a quienes la fe no les importa, apelar a su dimensión teologal no les parece motivo para dejar de criticarla y desprestigiarla en nombre de los pecados de la Iglesia. A otros, que dicen importarles mucho la fe, recordar que la Iglesia es una criatura pecadora, les incomoda. Me pregunto si tales incomodidades no denotan pobreza de fe, una fe mal fundamentada, mal formada, una fe con poco espíritu.

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Anónimo
29 de mayo de 2012 a las 04:24

Asumo especialmente la frase "A otros, que dicen importarles mucho la fe, recordar que la Iglesia es una criatura pecadora, les incomoda", al ser una idea rechazada por un cierto fanatismo, según el cual la Iglesia es siempre purísima y los creyentes no contaminamos a la comunidad a pesar de todos nuestros pecados, individuales y/o colectivos.
Eso sólo puede significar que la Iglesia es como un estuche precioso aunque dentro pueda tener podredumbre; un grupo para el que no importa la salud de sus socios.
Gracias, porque me resulta una idea liberadora: Soy alguien vivo y puedo contaminar a mi Iglesia.

Ciro
29 de mayo de 2012 a las 12:36

Estoy de acuerdo con usted. No obstante, creo que estos escándalos no deberían salir a los medios de comunicación: primero, porque pienso que así se les da más poder a estos y, en segundo lugar, porque el escándalo no garantiza la erradicación de las prácticas corruptas. El escándalo sirve de carnaza y se convierte en una excusa que transforma a los medios de comunicación en los detentores de la ética. Por ello soy más partidario de lavar las cosas de casa dentro. Por último, creo que, la lealtad no es algo que cotice al alza en el mundo eclesial. Tampoco entiendo para qué se quiere el poder si, tarde o temprano, aparece el olvido. Un poder que provoca más infortunios que alegrías... Y si el poder es sinónimo de gloria -como escribió ayer un amigo mío- "la gloria no se alcanza si no se comparte. Cederla es plenificarla. Retenerla denota no haberla poseído". En definitiva, que la clave nos la da la Palabra revelada pero, en vez de vivirla, nos dedicamos a hacer códigos morales que no cumplimos; que nos alejan de Dios; y que no garantizan el ser leal, fiel ni el tener un comportamiento ejemplar como el que tuvo Jxto.

Maite
29 de mayo de 2012 a las 19:52

Lo que me maravilla es que la Iglesia sobreviva a tantos errores y pecados. Debe ser por obra y gracia del Espíritu Santo

Loukanikos
29 de mayo de 2012 a las 22:23

Creo que, a pesar de todo, la Iglesia ha conservado íntegro el Evangelio. Eso sí, es dudoso, o mejor, es una evidencia, que quienes lo viven más íntegramente no son los constituidos en poder sagrado, más bien, esos, muchas veces lo malviven y se aprovechan. Ahora bien, sin esta institución claro-oscura y mucho más amplia, el Evangelio no hubiera “durado”."Nada humano sobrevive si no es de manera institucional" (P. Berger).Evidentemente y con razón , alguien puede atribuir la perpetuidad de la Iglesia al Espíritu Santo, pero conviene no olvidar que éste no tiene más opción que servirse de instituciones humanas. Somos testigos de que el Espíritu "no ha encontrado otra mejor" que nuestra santa madre Iglesia, la misma que nos irrita y preocupa, especialmente en los que, siendo su cara más visible, han sustituido el servicio por el poder.

las cloacas desbordan
30 de mayo de 2012 a las 09:01

Las cloacas del poder suelen ser igual de malolientes. Tambien en el poder religioso. Pero el pueblo de Dios hace tiempo que despertó y sabe distiguir perfectamente entre Dios, Jesucristo y el poder eclesiástico de ciertas esferas, en las que como en todo poder se mueven temas de sexo, dinero, y política. Que no minusvaloren al pueblo de Dios que sabe perfectamente en quien cree y ha puesto su confianza. Ya es mayor de edad.

La diferencia: sale a la luz gracias a los avances tecnológicos. Que se coja a los culpables, sean del rango que sea. Que se detape hasta el final la trama. El pueblo de Dios tiene derecho a saber. Entre otras cosas porque costea el óbolo de S. Pedro. El Vaticano recauda muchos dineros, que demandan transparencia.

Jesucristo en su mensaje evangélico ya nos hablo de ello. Y nos mostró con su propia vida el camino a seguir. Nadie cae de ningún guindo.

No tema Fray Martín, que el pueblo de Dios es sabio. Más bien es en las altas esferas donde la falta de oxígeno emborracha de omnipotencia a más de uno. Se les ve el plumero. Mas dura será la caida.

Bernardo
30 de mayo de 2012 a las 20:58

Cherchez la femme... creo que el problema es el dios competidor de la fe, el dinero. Ahí está la madre del cordero o del becerro de oro. Un banco es un banco, pero eso lo de "no sea así entre vosotros". En fin, muy feo todo, muy feo.

Jonás en la ballena
4 de junio de 2012 a las 00:48

No soy teólogo, pero para mí una cosa es la Iglesia "comunidad cordial de creyentes" y otra la Iglesia "institución clerical de jerarquía no para el servicio". Creo en la primera, no en la segunda. Y la Iglesia tengo entendido, sin ser teólogo, que sí es objeto de nuestra fe, pues cuando recitamos el Credo decimos aquello de "Creo en la Iglesia, que es Una, Santa, Católica y Apostólica".
Los escándalos de la curia preocupada por el dinero y el poder, de las relaciones con la Mafia, de la Banca vaticana, de los curas pederastas, etc., no han de ser motivos (suficientes) de falta de fe en Cristo, pero sí de desconfianza hacia los hombres, pues esto son los papas, obispos, cardenales, etc.: hombres sólo. Y esto es lo que creo que está pasando en la Iglesia actual: desconfianza hacia el clero, desprestigio de la Iglesia. Y quienes menos ayudan a mejorar el panorama son, justamente, sus pastores. No vale aquello, tan demagógico, del "haced lo que dicen y no lo que hacen". Cuando el mensajero no se hace de fiar, ¿dónde hallar razones para la confianza en el mensaje?
Con todo mi aprecio hacia el Padre Martín, buen teólogo y mejor persona.

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