Ene
Profetas y teólogos
9 comentariosAcabo de llegar de Guatemala. He tenido el privilegio de ayudar en el primer Encuentro de jóvenes dominicos centroamericanos y en el Retiro Espiritual de los frailes de la Provincia de San Vicente Ferrer de Centroamérica. Regreso muy satisfecho por la vida que he visto y las experiencias apostólicas que he escuchado. Los frailes centroamericanos más jóvenes están agradecidos con sus mayores, sus predecesores españoles en la misión, y la continúan con nuevos bríos y fidelidad creadora. Son sensibles a la situación de pobreza de sus países, están marcados por las guerras y dictaduras que han sufrido, recuerdan con admiración a sus mártires. Son distintos, plurales, pero se sienten unidos en Sto. Domingo y en una apasionante tarea. Tienen presente y futuro.
No he podido visitar las zonas más pobres en las que trabajan. Me he quedado en la ciudad. Una extensa ciudad de cuatro millones de habitantes, con precarios asentamientos de chabolas, casas bajas, gente sencilla, muchas capillas protestantes y cuatro centros/conventos de dominicos. Me ha llamado la atención ver en la puerta de prácticamente todos los comercios, restaurantes, museos, iglesias y colegios a guardias de seguridad con la metralleta en la mano. Hay violencia, bandas de delincuentes organizados, 14 asesinatos diarios y altas cotas de analfabetismo. Hay corrupción, mucha necesidad y, en medio de todo esto, algunas bolsas de riqueza.
En este contexto trabajan los jóvenes y no tan jóvenes con los que he tratado. En ellos he visto la difícil conjunción entre profecía y teología. Son gente preparada, conscientes de la necesidad de apoyar su misión profética en la reflexión teológica, como el celo apostólico de Las Casas buscó la teología de Vitoria, maestro famoso de la Universidad de Salamanca y su hermano en religión. Con estos frailes he podido rezar. Me he dado cuenta de que la oración por los pobres tiene otro sonido cuando la hacen quienes están cerca de ellos y cantan a un Dios rebelde, que es otro modo de designar al Dios de gracia y amor luchando noche y día contra la injusticia de la humanidad.