2
Sep
2007Sep
Presupuestos no puestos
1 comentariosEn la América “profunda” (y posiblemente en muchos otros lugares): familias desestructuradas, frecuentes adulterios, niños que se suicidan porque no aguantan los maltratos de los compañeros de su madre biológica, tráfico de drogas, alcoholismo… Eso sí, todo acompañado de muchos rezos, muchas velas, mucha novena, mucha agua milagrosa, algún que otro altar a San Judas Tadeo plagado de exvotos, gente que acude a la vez a la parroquia católica y a la capilla de una de los muchas sectas protestantes, credulidad a raudales…
Cuando no te lo cuentan sino que lo ves, cuando conoces de cerca algunos casos, aunque sea fugazmente, cuando te preguntas qué se puede hacer y no puedes hacer nada porque estás de paso, entonces comprendes la razón de ser de muchos intentos de inculturación del evangelio, comprendes la necesidad de una teología liberadora de tanta esclavitud provocada por la pobreza humana y religiosa, siempre acompañada de pobreza económica. Comprendes también la necesidad de una evangelización, de una pastoral que vaya mucho más allá de una magia sacramentalizadora, una pastoral capilar (como dijo Benedicto XVI), de acompañamiento personal, de creación de pequeños grupos concientizados. Una pastoral que incida, ante todo, en los presupuestos.
¿Qué he de hacer para conseguir vida eterna?, preguntó un rico a Jesús. El final es lo que importa: Sígueme. Pero lo urgente es el primer paso para llegar al final: “ya sabes los mandamientos”, o sea, los derechos y deberes humanos. Lo humano, presupuesto necesario de la gracia, el ser persona presupuesto necesario del ser cristiano. Sin mandamientos, sin respeto a los derechos y cumplimiento de los deberes humanos, no hay posibilidad de seguimiento. Si queremos anunciar el Evangelio allí donde lo humano no está bien estructurado, habrá que comenzar por arreglar lo humano. Arreglando lo humano anularemos, por añadidura, las bases de mucha superstición y credulidad.
Cuando no te lo cuentan sino que lo ves, cuando conoces de cerca algunos casos, aunque sea fugazmente, cuando te preguntas qué se puede hacer y no puedes hacer nada porque estás de paso, entonces comprendes la razón de ser de muchos intentos de inculturación del evangelio, comprendes la necesidad de una teología liberadora de tanta esclavitud provocada por la pobreza humana y religiosa, siempre acompañada de pobreza económica. Comprendes también la necesidad de una evangelización, de una pastoral que vaya mucho más allá de una magia sacramentalizadora, una pastoral capilar (como dijo Benedicto XVI), de acompañamiento personal, de creación de pequeños grupos concientizados. Una pastoral que incida, ante todo, en los presupuestos.
¿Qué he de hacer para conseguir vida eterna?, preguntó un rico a Jesús. El final es lo que importa: Sígueme. Pero lo urgente es el primer paso para llegar al final: “ya sabes los mandamientos”, o sea, los derechos y deberes humanos. Lo humano, presupuesto necesario de la gracia, el ser persona presupuesto necesario del ser cristiano. Sin mandamientos, sin respeto a los derechos y cumplimiento de los deberes humanos, no hay posibilidad de seguimiento. Si queremos anunciar el Evangelio allí donde lo humano no está bien estructurado, habrá que comenzar por arreglar lo humano. Arreglando lo humano anularemos, por añadidura, las bases de mucha superstición y credulidad.