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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

3
Mar
2010

Preocupante suicidio

6 comentarios

Leo una noticia sorprendente y preocupante: los accidentes de tráfico han dejado de ser la primera causa “no natural” de muerte. El triste honor de ocupar el primer lugar corresponde ahora a los suicidios. Los datos registrados (sin duda los datos reales serán más y aún más los intentos frustrados) del 2008 dan una cifra de 3.421 defunciones por suicidio en España. Detrás de cada suicidio hay una vida. ¿Fracasada? Más bien una vida a la que las circunstancias le han podido y le han conducido a la tristeza, a la depresión, a la soledad, a la desesperación. Una vida que merece compasión y comprensión.

Ante el suicidio aparecen las preguntas sin respuesta: ¿por qué lo hizo?, ¿podíamos haberlo evitado? Aparece también el golpe emocional para las personas cercanas al suicida. Se diría que la muerte no ha jugado limpio: se ha llevado a alguien antes de hora. A veces surge, en los más cercanos, la vergüenza. La vida sigue para ellos, pero con el miedo a ser juzgados como causantes del abandono del difunto: “si lo hubiera sabido”. Pero ¿cómo comprender el fondo del otro, cómo calibrar su grado de tristeza, cómo llenar la soledad del amigo? La decisión ha sido suya, enteramente suya, una decisión que no debe ser condenada, sino comprendida y perdonada.

La tristeza no proviene de Dios. La alegría, por el contrario, es un don del Espíritu Santo. ¿Es posible la alegría cuando las dificultades nos abruman? Las bienaventuranzas de Jesús presuponen que en este mundo hay mucha gente desgraciada. Y, sin embargo, a estos Jesús les anuncia que es posible ser felices en el momento presente, si se cumplen determinadas condiciones, que exigen transformar la existencia del cristiano y del mundo. En la pobreza, el hambre, el sufrimiento, la marginación y la muerte, es posible ser felices. Porque la Cruz está ahí como una victoria y no como un fracaso. Los afligidos, las personas hundidas bajo el peso de la calamidad, pueden experimentar ya el consuelo de Dios. Nosotros somos los trasmisores de este consuelo. Aunque reconozco que no es fácil encontrar la palabra y la actitud adecuada ante la gente deprimida.

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josé mª esteve,op
3 de marzo de 2010 a las 17:00


La VIDA los ha vencido.Ya no pueden más. Cuando hay una mano que les ofrece ayuda,no tienen ni furza para cogerla.

Bernardo
3 de marzo de 2010 a las 17:29

Siendo preocupante el número de suicidios, creo que es aún más el número de intentos de suicidio. Y aún lo es más el número de intentos entre adolescentes. El ser humano no está hecho para vivir en un mundo de consumo, posesión y apariencia y esto es lo que lleva a la pérdida de sentido. Si a estos datos dramáticos sumamos las escandalosas cifras de personas que reciben psicótropos, entonces la cosa toma tintes apocalípticos. La sociedad de consumo no es precisamente la más humana y humanizadora.

Catalina
3 de marzo de 2010 a las 23:21

¿Dios?¿quien es?¿acaso alguien lo conoce?, Los multiples intentos de suicidio que atiendo no, ni saben quien es. ¿que hago yo? no se hacer nada. Y no hago nada. Solo derivar a psiquiatra de hospital donde la mayoria de veces se devuelven a su casa.
Porque lo que se valora es si hay riesgo grave de suicidio, que es ser varon vive solo, y mayor de 50 años.
Si a alguien se le ocurre que se puede hacer que avise. Se lo agradecere muchisimo

Luz-Sombra
4 de marzo de 2010 a las 08:12

El "bienestar de vida" a que hemos llegado, no debe de ser tan bueno que margina a tantos. El ser humano es ser social y lo que se vive hoy es el individualismo, esto tambien margina. Los medios de comunicación nos anuncian tantas calamidades que nos hacen insensibles. Las bienaventuranzas no terminan de ser creíbles para hacernos felices. Nuestros deseos de prestar apoyo los dejamos para mañana, cuando ya no se necesita. El "todo vale", al final leva al sin sentido.

De las catástrofes naturales no somos responsables, pero de las humanas sí, y lo somos todos.
La muerte por suicidio es causada por una enfermedad y las causas de esta enfermedad pueden ser éndógenas o exógenas. De las exógenas somos responsables nosotros, de las endógenas la ciencia y a esta se dedican pocos recursos.

josecarlos
4 de marzo de 2010 a las 12:23

Desde los Kamicaces a los Fanáticos islamistas podremos hacer otra lectura del suicidio; ellos sacrifican sus vidas en un último acto, intentando dar testimonio de su fidelidad al emperador o al paraíso prometido por Ala. El desprecio de la vida no es tal, al contrario esta se utiliza para intentar ganar una última batalla. Este es un tipo de suicidio positivo porque no solo tiene un fin, sino que implementa hasta un cierto honor en aquellos que lo ejecutan. Yo personalmente soy de los que piensan que el fin no debe nunca de justificar los medios, pero eso es otra cosa.

Por otro lado, están esos suicidios blandos y aburguesados a los que las sociedades opulentas nos tiene acostumbrados y que suelen darse en países del primer mundo; Japón es uno de ellos, y los jóvenes son los más adictos. Estados Unidos también es otro país en el que la filosofía cotidiana esta llena de testimonios de gentes que si no han conseguido las cosas que se proponían o les toca algún tipo de crisis, ponen fin a sus vidas. Francia es otro país, en el que incluso se llego a publicar un manual del suicida, y no en clave de comedia precisamente, sino con todo tipo de instrucciones y detalles para no fallar en el intento.

Ciertamente el consumismo y otras panaceas de la cultura de nuestros tiempos, dan para esto y mucho más. Sentirse dueño de la propia vida hasta sus últimas consecuencias es más cuestión de responsabilidad que de ideologías; pero eso de que la vida merece la pena vivirse, es un argumento que no se puede generalizar, es necesario personalizar en cada caso la actitud a tomar y las palabras a decir. Yo no comparto la idea de que la muerte asistida sea la solución, pero entiendo que eticamente ese tercer tipo de suicidas y que son aquellos que en el pleno uso de sus facultades mentales, pero mermadas por accidentes o por otras enfermedades degenerativas sus facultades físicas, deciden buscar ayuda para morir mediante un testamento vital, tiene derecho a la misericordia humana, que siempre sera aproximativa a la divina. Dejo mi comentario, como una extensión a la reflexión que en su blog propone Martín Gelabert, OP.

jesus, presbítero escolapio
9 de marzo de 2010 a las 02:09

Si no me equivoco creo que antes de esa triste causa de muerte no natural que es el suicidio, existe otra no menos triste, el aborto, recemos para que sea derogada pronto la nueva ley del aborto y para que menos chicas vivan este trauma con tan graves consecuencia para ellas y para los seres humanos abortados.

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