Ene
Piezas de polémica teológica
4 comentariosLos primeros capítulos del Génesis son relatos teológicos. Pero también son relatos polémicos, puesto que están escritos como contraste con las ideas predominantes de las religiones de los pueblos vecinos a Israel. No es extraño, pues, que algunos comentaristas de la Biblia hayan hablado de estos relatos como piezas de polémica teológica. Me limito a dos ejemplos: el del árbol de la vida y el del diluvio. Si comparamos las narraciones bíblicas con las mesopotámicas sobre los mismos temas, comprobaremos que en el texto bíblico aparece una dimensión fundamental de la vida humana, que es la libertad, que hace posible la moralidad, mientras los relatos mesopotámicos son amorales, en ellos no hay responsabilidad humana.
En el relato mesopotámico de Gilgamés, el héroe de la historia va en busca de la planta de la inmortalidad. Cuando, tras encontrarla, regresa a casa, mientras se está lavando, una serpiente se la roba. Entonces Gilgamés se acordó de lo que le había dicho la diosa Sidurri antes de emprender el viaje: “Cuando los dioses crearon a la humanidad, le asignaron la muerte y conservaron para ellos la vida”. Aquí, la muerte no es resultado de un pecado, como en el libro del Génesis, sino producto de un decreto arbitrario de los envidiosos dioses que han querido conservar para sí privilegios especiales. En Génesis 3, es la desobediencia al Creador lo que produce la muerte.
Las historias mesopotámicas del diluvio también son de naturaleza amoral. El dios principal envía la inundación porque la tierra está superpoblada por gentes ruidosas ¡que no le dejan dormir! En la Biblia, el diluvio responde al deseo de Dios de crear una humanidad nueva, dado que “la maldad del hombre cundía sobre la tierra y todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro mal de continuo” (Gen 6,5).
Tanto los relatos mesopotámicos como los bíblicos quieren dar una interpretación existencial de la vida humana en relación con el mal y la muerte. Pero en los primeros falta un elemento esencial de la experiencia humana: la libertad, mediante la cual el hombre se enfrenta a Dios y determina su destino. En el Génesis este es el elemento esencial de los dramas. Y este elemento no es mítico, sino que es real, y nos introduce en el corazón de nuestros propios problemas existenciales.